"La contaminación y las sustancias tóxicas causan más de nueve millones de muertes prematuras, el doble del número de muertes causadas por la pandemia de covid-19 durante sus primeros 18 meses. Una de cada seis muertes en el mundo está relacionada con enfermedades causadas por la contaminación, una cifra que triplica la suma de fallecimientos causados por sida, malaria y tuberculosis y multiplica por quince los ocasionados por las guerras, los asesinatos y otras formas de violencia". Los datos hablan por sí mismos. Son algunas de las llamadas de atención que recoge un informe reciente de Naciones Unidas sobre los tóxicos a los que estamos expuestos a diario, "a través de la respiración, los alimentos y la bebida, por contacto con la piel y a través del cordón umbilical en el vientre materno", añaden los autores de este documento.

No se refieren a algo lejano que ocurra en la India o a las orillas del río contaminado de una película de Julia Roberts, no. Son sustancias químicas que están en nuestra casa, en nuestra sangre. Aquí, ahora. "Los estudios de biomonitorización revelan la presencia de residuos de plaguicidas, ftalatos, pirorretardantes, sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas, metales pesados y microplásticos en nuestro organismo. Incluso se encuentran sustancias tóxicas en los recién nacidos", denuncia el citado informe, elaborado por David Richard Boyd, abogado ambientalista canadiense y relator especial de las Naciones Unidas sobre derechos humanos y medio ambiente. Podemos encontrarlos en los plásticos que están en contacto con alimentos, en productos de limpieza, textiles, pañales, productos cosméticos, pinturas... y en la comida.