23 ene 2023 Carmen Bachiller
Isabel Ordieres, profesora de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Alcalá hace un “llamamiento” a reflexionar primero y poner en práctica soluciones después, para revertir la despoblación
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Beteta, en Cuenca Transformar el concepto de habitabilidad en el medio rural más despoblado para recuperar (y reutilizar) la arquitectura popular como alternativa al éxodo demográfico. Es la iniciativa que lanza Isabel Ordieres, profesora titular del Área de Composición Arquitectónica de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura y Geodesia en la Universidad de Alcalá de Henares (UAH).
“Necesitamos masa crítica de profesionales que apuesten por este tipo de procesos que ya se está produciendo en otros lugares de Europa”, explica la docente. Hace un “llamamiento” a sumarse a la iniciativa en particular a los más jóvenes.
“A veces me encuentro con que los alumnos están desmotivados respecto a su futuro profesional”, explica. Ella ve una oportunidad para ellos en el fenómeno de la despoblación. “Estamos en una zona con muchos pueblos abandonados en la que se pueden encontrar salidas profesionales”, apunta, al referirse en particular a las provincias de Guadalajara y de Cuenca.
Isabel Ordieres es doctora en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y especialista en proyectos de restauración y planes especiales de centros históricos. Ha realizado además diversos estudios sobre arquitectura popular, antropología y arqueología industrial, además del análisis del paisaje histórico.
Fue impulsora, y directora hasta 2018, de la revista Hispania Nostra, una asociación que denuncia de forma habitual el deterioro del patrimonio cultural y natural de España, poniendo el foco en emblemáticos edificios como castillos, antiguas industrias o casonas, entre otros.
A esta docente e investigadora siempre le interesó la arquitectura popular. “Es una tradición de siglos que se ha ido depurando con las nuevas necesidades. Lamentablemente está desapareciendo”. Así que se propone actuar para evitarlo y, de paso, ofrecer alternativas de vida a los vecinos de los pueblos recuperando y dando utilidades nuevas a las edificaciones rurales. “Hay iniciativas cada vez más interesantes, pero he observado que se hacen siempre desde el punto de vista productivo o económico. Es fundamental, pero creo que se puede contribuir de otra forma”.
En el proyecto caben viviendas, pero también edificios del patrimonio industrial o preindustrial y del patrimonio eclesiástico. “Hay muchos monasterios abandonados en el medio rural que ya fueron factores de repoblación desde la Edad Media. Así surgieron muchos de los pueblos. Eso puede volver a suceder” (...)
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