diciembre 10, 2006

Amor propio

Era verano y hacía calor. Junto al mar y después de la comida, lo más indicado era la siesta, tumbarse tal cual y dejarse llevar por la modorra. Su amado amante ya estaba en los brazos del Morfeo ése. Pero, sería el calor, sería la humedad, sabe dios lo que sería, el caso es que se notaba estrañamente escitada, sobreescitada.
Sus pezones estaban erectos y sus genitales llamando. Ambas pieles desnudas y toda la geografía masculina a la mano. Antes siquiera de rozarle, comenzó a mover la pelvis adelante y atrás, notó que disfrutaba, cruzó las piernas, las apretó, el pubis totalmente secuestrado y con sus propias manos comenzó a acariciarse el pecho, los pezones especialmente, y le gustó. Jura que le gustó. Obtuvo uno de los orgasmos más gratificantes de su vida, quizás el más prolongado y puede que hasta el más intenso. No sabe cómo ocurrió, sólo sabe que hacía calor y que, quizá, con la humedad, quizá ...

(Sucedió en julio de 1999, según relata la protagonista)
(CORRECIÓN: me dice la "prota" que donde dice ... julio debe decir ... agosto)
PAQUITA

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy realmente intrigado por la aclaración de que el evento sucediera en julio del 99.
Epv

Caminante dijo...

?Por lo único e irrepetido?

Paquita

Anónimo dijo...

Hay algunos q no se olvidan, pero debían suceder con mas frecuencia, y todo marcharia mucho mejor (yo le llamo especiales) sera cosa de buscar humedades
rosa

Anónimo dijo...

El placer tiene caminos extraños y a veces difíciles de encontrar. Es caprichoso e impredicible...