marzo 10, 2009

Así comenzó el amor... (+ genialsiempre)

(Publicado por genialsiempre -también: José María -
el domingo 8 de febrero de 2009. Etiqueta: Versos con Sacarina.
genialsiempre.blogspot.com/
No os dejará indiferentes... a los menos jóvenes -quizá también al resto-. PAQUITA)

La Primera Vez

La primera vez que la presentí, mi pecho fue el
epicentro de un movimiento telúrico producido por el
balanceo de sus caderas.

La primera vez que la contemplé, me perdí en el cielo
roto de sus pupilas y en las maravillosas curvas de su
cuerpo, que conformaban una figura no descrita en los
tratados geométricos conocidos.

La primera vez que la escuché, mis conductos
auditivos rebosaron de rumores de fuentes y risas que
manaban de su voz.

La primera vez que la percibí, mis papilas olfativas
inspiraron su aroma de juventud y se colapsaron mis
nervios simpáticos.

La primera vez que la degusté, su boca me ofreció un
dulzor de miel trigueña, que me hizo olvidar todos los
sinsabores recibidos hasta entonces.

La primera vez que la rocé, mis dedos se convirtieron
en tenazas ardientes que no logran soltar la pieza
semifundida que retienen entre ellas.

La primera vez que la amé, descubrí todo lo que un ser
humano es capaz de entregar por amor.

La primera vez que la gocé….ah!, la primera vez que
la gocé…, aprendí el poemario de su cuerpo palmo a
palmo, hasta el último soneto que podría repetir
indefinidamente.

La segunda vez

La segunda vez que te ví, percibí en tu mirada
Tristeza, ternura y una cierta nostalgia
Tus párpados caían indicando templanza
Tu mirada en reposo indicaba añoranza
El verde de tu iris señalaba esperanza.

La segunda vez que escuché tu voz reposada,
Me llenó de recuerdos de mi infancia lejana,
Me trajo sensaciones que tenía olvidadas
Como cuando mi madre historias me contaba
Era una voz muy dulce, que nada le acallaba.

La segunda vez que inspiré tus olores
Me impactó fuertemente el olor de las flores
De bosque y de pradera, de amapolas silvestres
De los fuertes aromas de las tierras agrestes
Como respirar aires de las cuevas rupestres.

La segunda vez que rocé tus cabellos,
Que acaricié tu nuca, tus rincones más bellos,
Sentí que se encendía un deseo ferviente
Que me convertiría en tu amante sirviente
Que no había remedio, que ya había comenzado
Que el resto de mis días estaría a tu lado.

La segunda vez que te besé en la boca
Comprobé complaciente lo que ella me provoca
Me deleité con gozo, exploré tus salivas
Y gusté caprichoso de tu lengua aún esquiva
Fue algo prodigioso, sentirla tan furtiva.

La segunda vez que pude gozar contigo,
Gozamos al unísono, de una forma conjunta
Lo hicimos sin mesura, como dos forajidos
Que escapan de la gente, que se saben huidos,
Que se aman, se respetan y olvidan lo sufrido

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