junio 13, 2009

Prólogo a Memorias de un Guerrero... (+ Pedro Estudillo)

(Le conocÍ con el sobrenombre Existir es Resistir, enmudeció por un tiempo indeterminado y de pronto volví a verle, esta vez vestido de Guerrero, de anciano guerrero.
* "Datos personales: Pedro, 39, Hombre, Leo y Gallo, Sin ánimo de lucro y Ubicación: Más allá del horizonte.
Autodescripción: Sólo soy un espíritu no condicionado que vive prisionero de las condiciones. Cuando aprenda a rendirme ante ellas, obtendré la libertad.
* Interesado en vivir la vida. Quien quiera saber más de él lo tiene fácil, sólo hay que entrar en
Memorias de un Guerrero estudillo.blogspot.com/
El viernes 13 de marzo de 2009 publicó el prólogo y ya va por el capítulo VI -de fecha: lunes 27 de abril de 2009- y creciendo. PAQUITA)

Reconozco que no soy nadie como para pretender que mis palabras desafíen al tiempo más allá de lo establecido por la ley natural. Tampoco son mis intenciones establecer nuevas consignas, ni mostrar nada que no haya sido dicho ya bajo el sol. Bien es sabido que existen textos escritos, algunos de ellos llamados “sagrados”, que lograron despertar algunas mentes más lúcidas en momentos determinados, pero para mi pesar, aún no conozco ninguna letra impresa que haya logrado agrandar en algo el corazón de toda la humanidad, haciendo mudar a esta raza llena de contradicciones a la que pertenezco de ese estado de ceguera permanente en el que parece haberse quedado estancada.
Así que culpen al siempre desafiante ego de este pobre anciano, de querer traspasar los límites impuestos por los divinos creadores para dejar huella sobre esta tierra maltratada. Porque supongo que sólo es esta manía del ser humano de transgredir las leyes divinas, la que me ha llevado, pasando por encima de la razón, a dejar sobre el pergamino todo aquello que en mi ajada memoria se agolpa, condenándome en mi postrera vida a soportar el peso del implacable tiempo.
Quizás mi intención no sea otra más que la de librarme de tan molesta carga, aunque algo me dice que poco podré lograr acongojando a otros de mis pesares e infortunios. Juzguen ustedes mismo, sufridos lectores, si el fruto de mis desvelos en estos últimos años que me ven morir, ha merecido la pena o, por el contrario, tan sólo ha supuesto otra pérdida de tiempo más, de tantas otras que se sumarán a las ya almacenadas sobre mis doloridos huesos. Si de algo me ha servido mi incansable curiosidad en tantos años vividos, ha sido para comprender la desconfianza que debería producirnos cualquier palabra escrita por un desconocido. Nada que ver con la transparente sinceridad que se desprende de la actitud incuestionable del hombre de bien, aquel que en todo momento dio muestra patente de su sabiduría a través de sus actos, y que siempre podremos ver y escuchar sin que ninguna sombra de duda nos nuble la razón.
Sea como fuere, cuando sus ojos se posen sobre estas letras que aquí les ofrezco, no dejen nunca de olvidar que mi persona ya sólo será un puñado de polvo y ceniza volando al viento del oeste, y que mi caprichosa memoria, como la de cualquier humano, nunca ha dejado de mezclar los recuerdos de su vida con los sueños del pasado, ilusiones del presente y espejismos de un futuro esperado y que nunca aconteció. Así que tengan compasión y apiádense de este desdichado viejo que un día soñó con la libertad, albergando en su corazón la única esperanza de morir en paz.

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