abril 26, 2010

Las épocas de la vida... (+ Lansky)

(Publicado por Lansky el 26/03/2010 el texto Mi teoría de las épocas de la vida y la literatura (brevería canónica). PAQUITA) www.lansky-al-habla.com/

Primero somos osados exploradores, levantando mapas de las estrellas, aunque sea a gatas y sin salir de la cuna; luego somos activos vigías/espías/atentos al agravio/ al odio y al amor; pero cuando envejecemos nos convertimos en los archivos de ese mundo que exploramos, condenamos, intentamos cambiar o apropiarnos, cronistas de nuestras propias Indias.
- Descubrimiento, receptividad, expresión.
La época de mayor ensimismamiento es la infancia: un bebé contempla extasiado, y asiéndolo, su propio pie sin saber si es un fascinante animalito independiente que ha caído sobre la manta, o si forma parte de él o él del pie; meses más tarde se sienta abstraído en la tierra a mirar las hormigas o un palito. Va descubriendo el mundo y va colocándose en el; el proceso le llevará toda su vida, pero este inicial es el momento de los mayores descubrimientos. Si es un poeta empezará ya a serlo.
- La época de mayor receptividad (sobre todo hacia tus iguales, más que hacia los controladores y necios adultos o a los despreciados ‘pequeños') es la juventud. Ahí ya nos ponemos en camino, junto a los de nuestra generación o contra ellos.
- La época de mayor dominio expresivo es la del arranque de la vejez. Los ‘cuentos de viejas’ lo son porque los ancianos, como las batallitas del abuelo, son los mejores narradores. Antes de la programación televisiva, antes de las bibliotecas, los ancianos del grupo relataban junto al hipnótico fuego (la tele del Paleolítico) a los demás en las largas noches sin luz eléctrica; quien no ha tenido un abuelo que le contara cuentos, historias, no sabe de las delicias de los últimos restos de la mucho más dilatada que la escrita cultura oral.
- Por tanto, salvo que se sea un poeta tan precoz como Rimbaud, en cuyo caso se corre el riesgo de arder en la propia llama, la mejor combinación es la del escritor maduro hablando de su juventud. Eso explica, por ejemplo excelso, que ‘El cuaderno gris’ de Josep Pla sea tan extraordinario, porque está basado en un diario de juventud reescrito en esa primera y fértil primera ancianidad narradora. Lo mismo sucede con el increíble ‘Mortal y rosa’ de Francisco Umbral, probablemente el mejor libro de prosa lírica en castellano de todo el siglo XX con permiso de Miró y de Darío, también escrito en la primera vejez (sí, hay ‘primera vejez’ del mismo modo que hay ‘primera juventud’), aunque en este caso se hable de la infancia perdida y no de la propia sino la de su pobre hijito.
- Ejemplos que avalan mi teoría tengo muchos: Cunqueiro y Dieste entre los gallegos, Julio Ramón Ribeyro, Borges, Cortázar, Walsh, Vallejo, Rulfo entre los americanos, Sánchez Ferlosio, Marsé, Vázquez Montalbán, Delibes, entre los de aquí…Y me doy cuenta que, burla burlando, ejemplos al viento, acabo de escribir casi al completo mi canon de escritores hispanos y castellanos favorito.

Caminante dijo... marzo 28, 2010 2:56 PM
"cronistas de nuestras propias Indias"

Me gusta la descripción de lo -que- algunos hacemos, escribiendo.
Te vi en casa de Comandante y pasé... cosas de la curiosidad.
Si conoces el pico Ocejón te invito a revisarlo en mi blog -crónica de hoy mismo-. Se lo envié por correo a tropecientos, pero no tengo tu correo ¿mejor para ti? ¡Puede! Besicos. Te copio este texto para... PAQUITA


1 comentario:

Tot Barcelona dijo...

yo he sido el tropecientos...uno....jeje