18/8/2025 Carlos J. Domínguez
“Esto lo ha parado el monte; nosotros y el monte”. Y también los 13 frescos grados a mediodía, la humedad que despliega la niebla y el orbayo de lluvia que riega el valle y que enfría el miedo. Señalando desde Posada de Valdeón, cabecera del municipio, hacia las cumbres más altas que tocan el cielo de los imponentes Picos de Europa, un vecino mayor al que todos parecen respetar mucho, Tomás Pérez, parece tener claro por qué hoy todo el mundo respira mejor entre una nube de humo que aún les envuelve.
La escena transcurre muy pocas horas de otra muy distintas. Ayer domingo llegaron los GRS de la Guardia Civil pueblo por pueblo, instando a cumplir la orden tajante de las autoridades, una medida sin precedentes en este verde valle: desalojar por completo seis pueblos, todos los del municipio de Posada, uno de los únicos enclavados en su totalidad en el Parque Nacional de Picos de Europa, junto al vecino de Sajambre.ubo miedo, admiten muchos. El Cecopi que preside la Junta de Castilla y León había tomado esta drástica decisión por la confluencia en la zona de dos incendios forestales muy graves: uno atacaba desde Asturias -Camarmeña, concejo de Cabrales-, que ya había obligado desde casi una semana atrás a cerrar la joya de la corona turística que es la Ruta del Cares por peligro de desprendimientos; el otro, un “infierno” incontrolable durante cinco días en Barniedo de la Reina que sigue asolando la comarca de Tierra de la Reina sin posibilidad de control.
Celia, vecina de Santa Marina de Valdeón, que es quien hablaba del “infierno” del domingo, optó como Tomás por desobedecer y ponerse a trabajar en tratar de defender los pueblos de lo peor. No era la única, ni mucho menos, que afeaba que en estos días no se han visto apenas efectivos de extinción, ni personal de tierra ni medios aéreos. Larry, el mejor corresponsal periodístico de Picos, rememora como la Guardia Civil fue “presionando” casa por casa para hacer cumplir las órdenes: “Primero amables, luego ya más insistentes, y que si tendríamos que identificarnos... y claro, al final te vas”.
La UME, al Pleno, y 240 camas listas
Como él lo hicieron casi todos. Y por supuesto, todas las familias con niños y con mayores delicados de salud. Hubo un operativo rápido y complejo, del que informaba el alcalde de Posada, Felipe Campo, para albergar a una mayoría en Riaño, la cabecera de la comarca de la Montaña Oriental, junto a su gran pantano. Allí, su homólogo, el regidor riañés, Senén Presa, recuerda que tras pedírselo el delegado provincial de la Junta “movimos a los militares de UME, llevándoles al Consistorio, ¡viven en al salón de plenos!, y preparamos unas 240 camas con Cruz Roja en el albergue municipal y en el colegio”.
Sin embargo, el desalojo mayoritario fue en coches particulares, porque “casi todos tienen casas o familias con casa en León capital y, hombre, prefieres estar con la familia”, reflexiona el expresidente de la Junta Vecinal de Posada a la puerta del bar que acogía hoy a todos los que ya iban regresando. Por eso, en los dos autobuses fletados no viajaron ni 16 personas en total para pernoctar la primera noche lejos del fuego y también lejos de sus casas. El segundo autobús llegó de noche con un único vecino.
La noche de Celia y otros vecinos fue distinta: cansados de desbrozar toda la tarde en los contornos de Santa Marina, por si acaso llegaban las llamas subieron a dormir en los casi 1.500 metros de altitud del puerto de Panderrueda, única entrada al valle por carretera en principio no amenazada directamente. Hoy al amanecer volvieron a empuñar desbrozadoras, rastrillos, motosierras y palas para dejar limpios de maleza los pueblo de Los Llanos y Prada de Valdeón, así como preparar cortafuegos preventivos. Las fotografías muestran una tarea espectacular a golpe de riñón vecinal. Una imagen tampoco muy habitual porque aquí, en pleno Parque Nacional, hasta para levantar una piedra hacen falta permisos, una queja recurrente de los paisanos locales.
De día “infernal” a 'invernal'
Para cuando todo fue pasando, esta mañana a mediodía el termómetro se desplomaba a 13 grados. Había niebla en todos los altos y la humedad se expandía. Incluso cayó orbayo por la tarde, esa fina lluvia que suele ser una maldición turística y una bendición local. Pocas veces más que hoy.
El director técnico de extinción del incendio de Barniedo, Víctor Fernández, daba por buena la sabiduría popular expresada al principio por Tomás, eso de “esto lo ha parado el monte”. Solo que Fernández lo explica así: “El tipo de vegetación del Valle de Valdeón ha favorecido el hecho de que el incendio se detenga: Los hayedos no han ardido, por suerte”.
Por el momento. Porque el verano de León, también en este paraje natural único en el mundo, está resultando un polvorín que causa un daño irreparable. Y en la vertiente leonesa del Parque Nacional más antiguo de España se sienten imponentes, desprotegidos, como muchas veces, arrinconados. Un paisano que pasa frente al bar de Posada recuerda, bocata en mano, que todo esto ha ocurrido después de que “en mayo o junio el director -del Parque Nacional- se pusiera de baja, y no han puesto a nadie” al frente. A pesar de uno de los peores episodios que ha vivido la zona. Un mal sueño que nadie sabe si se puede repetir.