diciembre 05, 2006

Ángeles

Nunca se planteó su existencia, sí la de Dios, fue su primera y única crisis religiosa.
Tenía doce años, en su colegio había un grupo "seleccionado" y convocado por una de las profesoras, con la "finalidad" de interesarse por los dramas ajenos y ver que solución dárles. Para no ser distinta, se apuntó.
Recuerda a una de sus amigas planteando el caso de un vecino que bebía -demasiado, a juzgar por los gritos que le oían- y pegaba, de paso, a la mujer. Allí estaba un nutrido grupo de muchachas doceañeras, escuchando lo de "tú deberías intentar ..." ¡cágate! un problema de adultos, sacado -por inducción- por unas despistadas muchachas, que poco, o nada, podían hacer al respecto. Y allí estaba ella, con su problemática personal a cuestas, escuchando semejantes chorradas.
Éstas y otras cosas del mismo tenor la afianzaron, de nuevo, en su descreimiento, y se planteó que, caso de existir un dios, no sería en manera alguna como se lo pintaban, y, puestos a desear algo de los humanos, lo que querría es que no jodiéramos al prójimo, fuéramos respetuosos con el otro, con los demás. Eso sería lo principal, eso creía.
Y ahora, con la distancia de casi cuarenta años, sí ve dos ángeles en su horizonte cercano, son ... sus hermanos. De ellos nunca en la vida te podrás esperar un mal gesto -nunca lo tuvieron- una mala cara. Imposible, es sencillamente imposible. Son conciliadores por naturaleza, profundamente buenos.
Ya lo dije una vez, quizás dos (...) adornada con cinco joyas (...) dos -de ellas- son mis hermanos.

PAQUITA

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El paso por el colegio religioso es una experiencia que da para contar y contar...

Me gusta que lo hayas terminado en primera persona porque le da fuerza , y mucha emotividad. Especialmente lo siento así en el que es uno de mis -no- mejores momentos con mis germanas. Cosas de la vida.

Besos.

Anónimo dijo...

Iba yo a preguntarte por esa tercera persona, pensaba mientras te leía, puesto que te veía muy dentro de tu relato y me aclaras la duda con un buen gesto.
Me ha encantado cómo lo cuentas.
Besos, querida.

Te he echado de menos en ese tiempo que no ha sido mío.