Visto y copiado de la página www.piedrasobrepiedra.com/barrancos/info_articulo.php?id=41
ya recomendada aquí, anteriormente -en montaña-. Texto publicado en Martes, 1 de Julio de 2008
Alarmados ante el gran incremento de accidentes e incidentes que se producen todos los veranos en los cañones pirenaicos, con las siguientes líneas pretendemos dar las que, a nuestro juicio, serían las pautas de comportamiento más adecuado durante la (falta algo... debe ser: jornada o similar)
- Un porta-mapas estanco y las reseñas del cañón que vayamos a descender nos permitirán saber en todo momento el lugar donde nos encontramos y la altura de la cascada a descender.
- Tampoco os olvidéis que desde hace algunos años ya somos europeos. Existen unas ormas y certificaciones que determinan las características técnicas de cuerdas, cintas, arneses o mosquetones, entre otros elementos. Por lo tanto, siempre que adquiramos un elemento de seguridad deberá disponer de la marca CE (conforme a exigencias Europeas), lo cual garantizará unas exigencias técnicas mínimas.
- En el momento de adquirir un material textil como cuerdas, arneses, cabos de anclaje o cintas, deberéis verificar la fecha de fabricación, ya que independientemente de su uso y estado, por seguridad deberá ser desechado a los 5 años de su fabricación. Precaución también con los cascos, ya que al igual que los elementos textiles, caducan a los cinco años. Por suerte el material mecánico no es fungible, así que con un buen uso y siempre que no presente síntomas de desgaste, podremos utilizarlo durante muchos años.
- ¡Uf! No sé si podremos con todo, pero pensad que muchos de los utensilios que hemos detallado en las anteriores líneas nos pueden salvar de un buen apuro, hacer que un bloqueo accidental sea más llevadero e incluso salvarnos la vida. Además, en todos los grupos siempre hay un “cachas” al que no le importa ir cargado o al podemos engañar con relativa facilidad.
*** El descenso de cañones en nuestro país:
Los barranquistas españoles podemos considerarnos privilegiados y no es para menos, ya que España es un país agraciado en cuanto a cañones se refiere. Con una catalogación de algo más de un millar de cañones, la península ibérica se sitúa en las primeras posiciones del ranking mundial, existiendo descensos con interés deportivo en prácticamente todas las comunidades autónomas de norte a sur y de este a oeste y hasta en las zonas insulares de Mallorca y Tenerife.
Ahora bien, la mayor concentración de cañones se encuentra en el Pirineo y Prepirineo Oscense. Dejando un poco de lado la archiconocida Sierra de Guara y cañones míticos como el del Río Vero, Gorgas Negras, Peonera y Balced, o barrancos como el de Mascún, Otín y Formiga, cuya calidad y estética son incuestionables, en la zona norte y ya en las proximidades de la frontera francesa, se encuentran otros cañones y barrancos que tienen poco que envidiar a los de la Sierra.
En las inmediaciones del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, encontramos las cuencas hidrográficas de los ríos Ara, Yesa, Yaga, Cinca y Cinqueta. Desplazándonos un poco más hacia el oeste la del Río Gállego y hacia el este la del Río Ésera. En su interior se encuentran cañones realmente majestuosos y, sobre todo, menos transitados que los de Guara. En ellos es posible vivir aventuras más íntimas e intensas, lejos de las aglomeraciones estivales que llegan a producirse en cañones como el del Río Vero, donde se ha cifrado en cerca de dos mil personas la afluencia diaria de visitantes en ciertos momentos.
Barrancos como el de Forronías, Gorgol, Furco, Consusa o Trasito y gargantas como las del Yesa, Escuaín, Miraval e Irués, entre otras muchas, esconden grandes caudales, rápidos, contracorrientes y fuertes rebufos. Sin embargo, la otra cara de la moneda también se encuentra representada, con lugares sombríos y sobrecogedores de aguas tranquilas y cristalinas. El abanico de posibilidades es tan amplio como variado, aglutinando desde descensos de escaso desnivel hasta los que arañan los 1.000 metros, como el descenso integral del Aigüeta de Eriste en las proximidades del pueblo de Benasque. Otros barrancos permanecen casi vírgenes y salvajes y son muy poco repetidos, como el de la Larri Superior en el Valle de Pineta. Cascadas de escasos metros pasan desapercibidas frente a otras que superan los 100 metros de altura, como en el caso del Salto del Carpín, situado en el Valle de Bujaruelo, donde el agua se precipita pulverizada desde 120 metros de altura, hasta caer en el Río Ara en el fondo del valle.
Cada cañón es diferente a todos los demás y cada cañón tiene un atractivo particular. Se trata de lugares sobrecogedores, donde la luz tamizada y el espumear del agua, te brindarán la posibilidad de experimentar sensaciones realmente intensas. Todo depende de ti. ¿Te atreves a vivirlas?
Y sobre todo no olvides lo que hemos hablado, reducir el número de accidentes, formarse y poseer una técnica depurada no es tarea de unos pocos. Además, la protección de un medio tan frágil también nos atañe a todos. En nuestra forma de actuar está la clave para que sigamos disfrutando de estos senderos de agua muchos años.
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