DÍAS PREVIOS -dos- a la ascensión al Aspe (crónica siguiente)
Tanto ésta como la otra fueron confeccionadas en su día, publicándose ahora tras la recuperación del archivo. Cuando tenga un escáner -fácilmente- accesible incorporaré las fotos -mías-
Es MÁS, COMUNICO que cuando se dé la circunstancia anterior, INCORPORARÉ MIS FOTOS a TODAS las CRÓNICAS EXCURSIONISTAS publicadas desde el inicio -23/04/2006-. PAQUITA
Serán cerca de las once de la mañana cuando nos pongamos en la carretera, tenemos todo el día por delante. Aprovechamos para parar en Brihuega -bonita y con buena miel, directamente del productor/apicultor-. Para comer... Medinaceli -cerca- ¿estará ya restaurado el Arco romano? -entonces no pero ya sí- abajo, en el pueblo nuevo encontramos el restaurante en que ya comimos una vez y del que salimos complacidos, sigue con montón de camiones y turismos en el exterior, CarlosyMary se llama, y sigue con montón de gente esperando mesa libre, nos anotan y en veinte minutos ya estamos sentados, tiene menú por 9,20 euros -actual 10,5- son rápidos en el servicio; montón de comidas tienen que dar.
Pasamos Zaragoza, Huesca, atravesamos Jaca y a diez kilómetros, dirección Canfranc, nos desviamos a la izquierda, al poco Borau, donde pone que tiene los restos de un Monasterio de San Adrián de Sasabe,
época visigoda, de los siglos XI y XII. Nos acercamos a verlos, es bonito, parece que lo hubieran hecho vaciando el terreno. Según un panel informativo colocado poco antes, ha sido el arrastre de los dos arroyos que lo circundan el que lo ha provocado.
A continuación, nuestro destino: Aísa, y su albergue. El edificio, que alberga al albergue¿?, eran las antiguas escuelas y tiene fotos de cómo era antes de que el ayuntamiento lo reconvirtiera expuestas en el salón.
Al día siguiente nos vamos a hacer ruta turística por la zona.
Primera parada, Jasa. También tiene buena pinta, las casas similares a Aísa; junto a la iglesia hay una que hace rincón con aspecto de antigua, balconada con base de piedra, los poyetes de las ventanas idem -distinguiéndose las que fueron abiertas después- y con un soportal que da entrada a la casa. En el exterior tiene unas piedras curiosas, una parece un panal de abejas con sus colmenillas, otra tiene forma de oso, suponemos que está algo trabajada. Arriba, en el mismo rincón hay un águila en madera y las alas de metal.
Adosada a la iglesia hay una casa, supongo que será la del cura, con la chimenea en forma de hórreo, después veré más iguales. En el recorrido encontramos otra recién arreglada con chimenea rematada en forma de gato, que me parece búho
Paramos en un panel informativo, a la entrada de Aragüés del Puerto, dice... "Lizara es mágico como puede verse por su círculo de piedras... " Seguimos carretera adelante, final: Lizara y su refugio, a pie de coche. Está nuevo, abierto en junio de 2003, el anterior se quemó, ó lo quemaron. Tomamos un café, malo, no tenemos suerte con esta infusión, en esta zona. El entorno es una maravilla, a la izquierda el Pico Bisaurín, un dos mil y pico, a la derecha el Llana de la Garganta, y al fondo, el Pico Llana de Bozo, también dosmiles. Pensamos en dar una vuelta, corta, B. va en sandalias y por delante, sube la ladera y se encamina hacia la derecha, a la garganta, hay una loma desde la que se debe ver el final de la misma y el río.
Dejamos atrás, en una pradera, un rebaño de vacas con montón de terneros, parecen recién nacidos, preciosos, sobrepasamos a un matrimonio con su hija pequeña, que comenzaron a andar cuando llegamos al valle y se han parado a descansar; más adelante y cuesta arriba hay un pequeño refugio, similar al que está a medio camino según se entra a Valle de Vallibierna, en valle de Benasque.
Llegamos al alto, al final de la garganta se ve el río y, sobre él, una enorme gravera cortada por un sendero que se adentra hasta el fondo, perdiéndose entre los entresijos de la montaña, aún quedan grandes manchas de nieve.
Donde estamos es pura zona kárstica, roca caliza hendida por grandes grietas lineales, la profundidad que tienen es como de metro y medio -B. se adentra en una de ellas-. Es un magnífico otero, se ve todo Lizara y su refugio, tomo alguna foto y le digo que se adelante, tengo que ver al señor Roca, lo encuentro fácilmente ¡hay tantas fisuras! en el entretanto veo una tela de araña y su autora, la fotografío también, acudo donde Blas se quedó esperando y me dice de bajar hacia el río volviendo por el otro lado ¡de acuerdo!... bajamos.
Hay flores como campanillas gigantes que brotan del mismo suelo, sin tallo, las ví por primera vez hará dos años; ya cerca del río me enseña, B. la cabeza de un sarrio, el resto del esqueleto está en el suelo -la columna vertebral-; lo identifica por los pequeños cuernos, no mayores de veinte centímetros y acabados en gancho, nos lo llevamos, pese a saber que está prohibido. El motivo, por lo visto, es evitar que los furtivos maten a las piezas y luego dejen secando sus cabezas en el monte, para, más tarde, una vez desecadas, volver a recogerlas, y, caso de ser vistos, no puedan esgrimir la no autoría del hecho. Nos la llevamos, es pequeña y poco visible.
Cruzamos al otro lado del río y al poco encontramos unas pequeñas cascadas, en esa zona la garganta se angosta mucho, llegando a ser la distancia entre paredes no más de dos metros. Hay una poza estupenda, para el que le guste el agua, y, de inmediato, viene la gran cascada, me acerco al borde para verla mejor, con prudencia, y con prudencia la fotografío, fotografía que, como me temía, no refleja, ni por asomo, la hermosa realidad, aún así me sirve de recordatorio. Y ésta será la última, vierte en una amplia poza que se alarga amansando las aguas, aguas que desaparecerán al poco, como suele ocurrir en los suelos kársticos.
Estamos a media hora del refugio y del aparcamiento, vemos a un par de señores que vienen hacia donde estamos, Blas me pasa, yo se lo pido, la cabeza, del sarrio, claro, la puedo camuflar más fácilmente porque llevo pantalón verde, bolso y cámara fotográfica, más habíos, vaya, nos cruzamos, saludamos, y separamos, no han visto “el cuerpo del delito”. Cuando estamos a punto de llegar, le digo a Blas que se vaya directamente al coche y se la lleve, además, que coja las provisiones y yo voy pidiendo las cervezas de las que vamos tan necesitados.
El hombre está sirviendo unas a un par de muchachos y muchachas, les envidio, pido dos cervezas y, en vez de coger jarras grandes como las de ellos, agarra unas copas tamaño normal ¡yo las quiero como las suyas! digo, y le pregunto cómo debería haberlas pedido para que me las sirviera de ese tamaño directamente, me contesta que “unas cervezas dobles” uno de los chicos dice que él pidió “unas jarras” me las pone, pago, bebo ¡qué buena sabe, cuando se tiene sed!
De vuelta, entramos en Aragüés del Puerto, es majo, con las chimeneas espantabrujas auténticas, al menos, antiguas, que se están reproduciendo en las casas de nueva construcción. En todos estos pueblos, se ve que los ayuntamientos están abordando el tema del mantenimiento de la arquitectura popular, restaurando lo que hay y exigiendo unos mínimos en lo nuevo.
Me apetece un helado y entramos en un autoservicio, cornete para cada uno, pasamos nuevamente por la plaza y preguntamos a dos hombres, sentados a la puerta del bar, en el poyete de piedra, uno mayor y el otro joven, por el arco que menciona el panel de entrada al pueblo, nos indican como ir y lo encontramos, es una de las entradas, tiene dos, con viviendas en la parte superior, característica de los pueblos de origen medieval de Aragón.
Hay que echar gasolina al coche, en Jasa nos dijo un vecino que la gasolinera más próxima está en el pueblo de Hecho, así que vamos para allá. Son catorce kilómetros y antes de las cinco ya estamos llenando el depósito.
La que atiende es una mujer que nos dice que el monasterio de Siresa está muy cerca, poco más adelante, y de él sólo queda la iglesia, en contestación a nuestra pregunta. Nos dirigimos allí, aparcamos a la entrada del pueblo, a la sombra de unos árboles, junto a una camioneta, y subimos bordeando un huerto, en lo alto la iglesia, cual fortaleza, San Pedro de Siresa, del siglo XII, con arcos ciegos en las fachadas, me acerco a la puerta principal, tiene un símbolo circular, trabajado en la piedra, en su parte superior -ahora, 5 de marzo de 2010, sé que se llama crismón-. El ábside tiene pinta de ser de una época anterior.
Mientras la miramos, le planteo a B. que puesto que estamos allí nos acerquemos al Valle de Hecho, a doce kilómetros solamente, no, será la respuesta, ya hemos visto bastante y estoy cansado, además hemos quedado con éstos a las seis. De seis a siete y son las cinco, rebato. Se niega, comprendo que esté cansado de conducir y me ofrezco, como otras veces, a conducir yo que no lo estoy. Llegamos al coche y contra lo habitual me da las llaves, primera vez en la vida ¡ésta es la mía! subimos al mismo, la carretera está destrozada, con baches cada poco trecho, los sorteo, B. ve el Castillo de Acher (2.384 m), cima característica de este valle.
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PAQUITA
1 comentario:
Vaya excursión chula. Aún recuerdo un tozolón que me di esquiando por Lizara.
Besos
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