Publicado por Sol en martes, mayo 25, 2010 finaestampadeunadepresiva.blogspot.com/
Solamente la libertad puede hacer feliz al ser humano. Yo soy hija de la Dictadura, nací un mes después que el dictador Bordaberry dio un golpe de Estado que duraría hasta mi adolescencia. Mi estado rebelde de ser no nació del regreso a las urnas, fue producto de la educación y el conocimiento. Cuanto más acceso tuve a la información, más alejada me sentía de mi infancia. Yo creo en la libertad del ser humano. El único límite posible a ese derecho inalienable es la violación del derecho de existencia del otro y de su libertad de ser humano. Hace años viene discutiéndose en mi país (Uruguay) el derecho (o no) a los seres humanos del mismo sexo a contraer matrimonio. La discusión misma, me resulta repugnante. Plantearse como duda la legitimidad del amor entre dos personas homosexuales es tan obceno como dudar sobre la legitimidad de derechos de una mujer o un negro. Para que no haya dudas: yo apoyo el matrimonio homosexual en Uruguay y exijo para él todas sus consecuencias.
Caminante dijo... 18 de junio de 2010 06:39
Poner trabas al amor equivale a ponerle puertas al campo.
Todos anhelamos amar y ser amados, tener cariño y darlo.
Besicos: PAQUITA
1 comentario:
Estoy contigo y me uno a tu reivindicación. Las dictaduras siempre ofrecen a los castrados y frustrados, la ocasión de poder ejercer una tiranía individual a partir de la discriminación.
Un saludo
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