(Autor: Gustavo, entrada de El Gaucho Santillán, lunes 21 de diciembre de 2009. PAQUITA) bloguetia.blogspot.com/
Los Dioses, estàn enojados.
Bokhassar el contratista estaba sentado en su despacho bebiendo vino de palma mientras revisaba parsimoniosamente una pila de tablillas de barro. Decidió hacer un alto, y llamó a una de sus esclavas, una espléndida adolescente que había comprado en Eridu, para que le masajee la espalda, agarrotada tras de permanecer largas horas sentado revisando cuentas.
Cerró los ojos para disfrutar del masaje mientras escuchaba el bullicio persistente que entraba por su ventana proveniente de la muchedumbre que regateaba en la plaza del mercado de Babilonia cuando entró agitadamente en el aposento su hombre de confianza, el egipcio Akhnamun.
-Amo, traigo noticias urgentes.
- Akhnamun, pareces agitado. Que ocurre de tanta importancia como para interumpir mi masaje ?
Akhnamun se preguntó para sus adentros por qué su amo disfrutaba tanto de la atención que sus esclavas le brindaban. Tal vez por el hecho de ser un eunuco, Akhnamun nunca entendería por completo algunas cosas.
Suspiró y decidió ir directo al grano.
-Sarbukhaplaissin, el sumo sacerdote, ha muerto anoche.
-Supongo que le sucederá el viejo chocho de Apardinanipli.
-Ese es el problema, oh amo. Apardinanipli ha dicho hace unas horas que no se siente capacitado de asumir el cargo “por su avanzada edad y su quebrantada salud”, según sus propias palabras. En realidad, el muy cobarde tiene miedo de que lo envenenen los partidarios de Nasburrikheshi.
El contratista se rascó la calva, preocupado. Había hecho en el pasado buenos negocios con el codicioso y recientemente difunto Sarbukhaplaissin, y creía sencillo controlar al balbuceante santurrón de Apardinanipli, pero el incorruptiuble y enérgico Nasburrikheshi era un caso muy diferente.
-Supongo que eso complica las cosas. Tienen nuestros contactos en el templo información confidencial, acaso ?
-Sí, oh excelso. Uno de los proveedores del templo se acuesta con una de las esclavas, que a su vez goza de los favores de Nasburrikheshi. Ella le contó a nuestro informante que él sospecha que tú fuiste contratado para dirigir la construcción de la torre que llegará al Cielo, porque sobornaste a Sarbukhaplaissin. Es más, parece tener pruebas de que todos los contratos anteriores que obtuviste, incluyendo la remodelación del palacio real y la extensión de la red de desagüe, los conseguiste repartiendo sobornos.
-Parece que el maldito sabe demasiado.
-Eso no es lo peor. Está acumulando pruebas de que el material que estás utilizando en la torre es defectuoso, y la argamasa de mala calidad. Sabe que te quedabas con la diferencia, y la repartías con el viejo Sarbukhaplaissin.
-La cosa es seria, parece. Qué más sabe?
-Está juntando evidencia de que les pagas sobornos a los representantes de los gremios de artesanos para que no protesten porque en la obra trabajan solo extranjeros.
-Son más baratos.
-Sí, pero los capataces no se entienden con ellos. Todos hablan distintos idiomas, y ya han descubierto que, aunque los haces pasar por mano de obra especializada, son apenas picapedreros.
-La ventaja de los extranjeros es que cuando mueren por un accidente no tienes que pagarles a las familias. Los arrojas al Eufrates, y ya está.
-Además, Nasburrikheshi quiere usar a tus rivales, los que perdieron el contrato para construir la torre, para destruirte. Están dispuestos a demostrar que hay fallas estructurales y que, si prosigue la construcción, todo se vendrá abajo. Ya saben lo de las rajaduras, y lo del suelo inestable.
El problema del suelo era verdaderamente crítico. Por supuesto, Bokhassar lo supo desde un principio, pero había hecho un jugoso trato a medias con el poseedor del terreno, vendiéndolo a los sacerdotes como si el subsuelo fuera de roca sólida. Las cosas se estaban poniendo demasiado peligrosas, y era hora de actuar rápido.
-Bueno, querido Akhnamun, parece ser que ha llegado el momento de dejar esta hermosa ciudad. Prepara mis cosas, que esta noche partiremos hacia Elam, donde comenzaremos una nueva vida.
-Como ordenes, amo. Crees que alguien terminará la torre?
-Si la terminan o suspenden la obra, no me procupa en lo más mínimo, pero supongo que la dejarán como está, y los sacerdotes le dirán al pueblo que “los dioses están ofendidos por la arrogancia de los hombres de pretender llegar al Cielo”, o alguna estupidez por el estilo.
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