agosto 13, 2014

Buitres y desestabilizadores mediáticos, de Aram Aharonian

RECIBIDO de Pedro Bernal, el 1 agosto

Quieren apoderarse de nuestros recursos: ataque financiero a Argentina y socioeconómico-militar a Venezuela
Buitres y desestabilizadores mediáticos: lo que ayer probaron en un país lo aplican hoy en otros
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ALAI AMLATINA, 23/7/2014.-  Todas las luces de alarma permanecen encendidas en el norte y en el sur del sur. Se han intensificado campañas para desestabilizar nuevamente en este 2014 a los gobiernos de Venezuela y Argentina, en experiencias que bien pueden ser replicadas en cualquier otro país latinoamericano cuyos recursos naturales sean apetecidos por las potencias centrales. Hoy se ataca en dos flancos: a Argentina en lo financiero y a Venezuela en lo social, económico y militar

La creciente y orgánica participación de los medios de comunicación –nacionales y extranjeros- cartelizados, en la preparación y el desarrollo de las guerras y planes desestabilizadores liderados y promovidos por y desde Estados Unidos los ha llevado a convertirse en verdaderas unidades militares. Si hace 40 años necesitaban de ocupación militar o gobiernos de facto para imponer su proyecto imperial, hoy el escenario de guerra es simbólico y les basta con el control de los medios hegemónicos.

Roberto Savio, mítico fundador de Inter Press Service, recuerda que en 1981 Ronald Reagan llegó a la presidencia de Estados Unidos y, hábilmente auxiliado por la primera ministra británica Margaret Thatcher, fue cambiado el concepto de las relaciones internacionales, hasta entonces basadas en la idea de la cooperación internacional. Reagan desdeñó el movimiento ecologista, al declarar: "Los árboles causan más contaminación que los automóviles".

Redujo los impuestos a los ricos aseverando que éstos “producen riqueza, los pobres la utilizan". Thatcher se hizo eco: "... no hay tal cosa como la sociedad. Hay hombres y mujeres, individualmente".

 Y desde entonces comenzó la caída de la ONU y de la idea de desarrollo y solidaridad internacional para sustituirla por la consigna, “comercio, no ayuda”. El Consenso de Washington, que abogó por el desmantelamiento del Estado de Bienestar y la reducción al mínimo del espacio público, fue impulsado en todo el mundo por el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el gobierno estadounidense.

En 1991, en ocasión de la primera Guerra del Golfo ya el Pentágono había logrado convertir el conflicto en espectáculo para las grandes masas de televidentes a nivel global, difundiendo mentiras, medias verdades y tergiversaciones, que años después de consumarse los hechos, vinimos a corroborar que eran falsedades convertidas en verdad única, mensaje único, imagen única.

En 1982, los británicos habían aplicado la férrea censura de prensa y la verdad oficial cuando el conflicto con Argentina en el Atlántico Sur, experiencia que sirvió para su aplicación posterior en Granada, Somalia, Irak, Afganistán, y muchas otras regiones. Este mismo tipo de acciones ha venido acechando en los últimos años a gobiernos progresistas, con actos desestabilizadores y golpes de Estado, mediáticos para unos, suaves para otros. Pero siempre duros para nuestros pueblos.

Tras la caída del Muro de Berlín, llegó la globalización y sus resultados: los 300 más ricos del mundo tienen la misma riqueza que 3.000 millones personas. En el último lustro, las tres cuartas partes (75%) de toda la riqueza producida han estado yendo al 1% de los ya inmensamente ricos.

Este cambio de valores ha hecho que hoy gastemos más per cápita en publicidad que en educación; que las instituciones políticas hayan perdido la visión y la ideología para convertirse pragmáticas (utilitarias), con cada vez menos participación de la gente; que el mundo de las finanzas se haya apoderado del mundo de la producción en términos globales (un billón de dólares al día en la producción, 40 billones de dólares en transacciones financieras); que ahora tenemos apologistas de una "nueva economía", que conceptualizan el desempleo estructural como una necesidad.

Venezuela

Como cuando el golpe de estado de 2002 y el posterior sabotaje petrolero, en 2014,  el frente de la derecha latinoamericana y mundial -–incluyendo el gobierno de Estados Unidos y otros de la Unión Europea- tomó protagonismo activo en sus ataques mediáticos contra la Venezuela, el mayor reservorio de hidrocarburos del mundo. Trasnacionales y burguesía nacional van tras el mismo botín: apoderarse de la renta petrolera en manos de un Estado, que ha invertido (parcialmente) en inclusión social.
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Hace 40 años, en América latina se necesitaban fuerzas armadas para imponer, a través del terror, un modelo político, económico y social. Hoy no hacen falta bayonetas ni tanques: alcanza con el control del aparato mediático para ello. La guerra es ´simbólica, y más efectiva que una ofensiva militar. Es el bombardeo permanente de mentiras, manipulaciones, mensajes e imágenes únicas que van imponiendo un imaginario colectivo que facilita la reimposición de los modelos neoliberales.

Es un Plan Cóndor simbólico. ¿Estamos preparados para enfrentarlo o nos conformaremos con la mera denuncia?

Argentina

Esta historia vuelve a repetirse, en el sur del sur. La Red de Observatorios Universitarios de Medios de Argentina ha puesto en evidencia la forma en que el conglomerado periodístico que encabezan el grupo Clarín y La Nación -seguido de un ejército de expresiones informativas dependientes de ellos y que apuntan a la desestabilización en torno tópicos económicos y sociales-, tratando de crear escenarios de temor e incertidumbre.

La Red alerta sobre la meditada estrategia desplegada por los grupos mediático concentrados y cartelizados para desacreditar al gobierno y crear las condiciones de manipulación social necesarias e imprescindibles para llevar adelante un golpe económico o de mercado, contra las instituciones y la Constitución y señala que “la sociedad debe estar alerta ante hechos que podrían traducirse en una ofensiva desesperada y aventurera de los sector más conservadores del privilegio, históricos violadores del Estado de derecho”.

Hoy Argentina afronta nuevamente una extorsión financiera sin precedentes. Los especuladores que compraron bonos de la deuda por 48 millones de dólares lograron en Nueva York una sentencia de cobro por mil 500 millones. Este fraude retrata cómo funciona el capitalismo actual, sistema que empuja a nuestros países a más y más padecimiento. Los buitres se disponen a repetir el mismo despojo que ya realizaron en otros lugares como Perú y amenazan a toda la región.
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- Aram Aharonian es Magister en Integración, periodista y docente uruguayo, fundador de Telesur, director del Observatorio en Comunicación y Democracia, presidente de la Fundación para la Integración Latinoamericana.

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