diciembre 20, 2014

Día 3. ENCIERRO en el Hospital 12 de Octubre. Plataforma de Afectados por Hepatitis C

ENCIERRO EN EL HOSPITAL 12 DE OCTUBRE (Día 3)
LA COLUMNA DEL DÍA
Hoy pensaba comentar una foto divertida del encierro, ponerme interesante y comparar estudios estadísticos, entusiasmarme porque los profesionales sanitarios que velan por nuestro específico problema hayan tenido la valentía de unirse y exigir que les dejen ser fieles al su juramento deontológico…
Pero no, hoy no. Hoy algo se ha roto dentro de este hogar de encierro voluntario (o forzoso, según lo analicemos). Hoy somos una menos.
Falta Mª Teresa, hermana de esta gran familia en que hemos dado en convertirnos porque la empatía nace sin forzarla cuando el barco en el que vamos es el mismo.
Y es que un día, -una vez, como los cuentos dicen-, le perforaron la sangre unos intrusos y se hicieron sin permiso con su cuerpo, lo mismo que a todos los que somos de esta casa.
Hoy estamos tristes y no son discursos lúcidos lo que aflora.
Llega primero el bajón de ver morir de aquello que, tal vez, estábamos todos sentenciados. Después viene la rabia, las ganas de gritar ¿por qué, si ya se puede? Después los sentimientos parece que se suben a una nave a punto del naufragio, pero entonces es cuando se da el puñetazo y una siente la fuerza de saber que lo que quiere es que esta indignación mute, se transmute en vida, porque ellos tienen algo que no es suyo, sino nuestro y no se lo vamos a quitar, porque robar no es feudo nuestro, sino suyo. No la vamos a robar sino a tomarlo porque es nuestro. Y no queremos morir si sabemos que existe algo que nos cura.
Pero Mª Teresa falta y ya no vuelve, porque no le dieron lo que le correspondía, lo que era de su derecho para sanar su cuerpo enfermo. Parece que un puñado de dinero valía para ellos mucho más que la vida de Teresa…, que la nuestra.
Por eso me nace ese deseo de vengarla, porque ella no murió, sino que ella fue muerta. Tal vez el ladrón de guante blanco, o el político sin alma, le deba una a esta mujer que somos todos. Y ya que desde el otro mundo no es fácil vengar lo que es propio de mortales, no dudéis, señores de hojalata sin corazón ni cerebro, que asaltaremos vuestro trono de poder y llegaremos hasta la caja fuerte donde guardáis nuestro tesoro, porque Mª Teresa no murió, Mª Teresa, hoy, fue muerta. D.E.P.
A.F.


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