Una familia de Málaga se desengancha de la red y se autoabastece con paneles solares.
Hace casi un año que el sol es la única fuente de electricidad en el
hogar de un ingeniero convencido de que otro modelo energético es
posible.
«En parte fue una forma de rebelarme», reconoce. ¿Rebeldía
contra qué? Contra los planes del Gobierno de instaurar el llamado
‘peaje de respaldo’, que obligará a los usuarios que tengan un sistema
de autoconsumo conectado a la red a pagar por la energía que ellos
mismos generan.
El "impuesto al sol" «Es una clara maniobra para
proteger los intereses de las grandes eléctricas y evitar que los
consumidores nos convirtamos en agentes activos del sistema energético»
Nuria Triguero |30 mayo 2015
http://www.diariosur.es/malaga-capital/201505/30/torres-tienen-recibo-20150529223853.html
Miguel Torres no tiene pinta de revolucionario ni de ‘hippy’. Más
bien parece un profesor universitario con sus canas, sus modales
pausados y el tono didáctico que imprime a su discurso. Su casa, un
chalé adosado de la urbanización Balcón de Olletas, no tiene nada fuera
de lo común. Aparentemente. Porque el hogar que este ingeniero técnico
industrial comparte con su mujer y sus dos hijos se ha convertido en uno
de los primeros ejemplos de disidencia energética en Málaga. No es que
haya hecho nada ilegal: es simplemente que se ha desenganchado de la red
de suministro eléctrico, tras volverse autosuficiente gracias a una
instalación fotovoltaica montada en su azotea.
Torres, que lleva más de veinte años trabajando en el sector de la
construcción y la eficiencia energética, no conoce otro ejemplo como el
suyo en la ciudad. «Casas totalmente autosuficientes sólo hay en zonas
rurales. Yo mismo he instalado un sistema de autoconsumo eléctrico en
una venta de Málaga capital, pero conectado a la red», indica.
¿Por qué se decidió entonces a convertir su casa en una isla
energética? «En parte fue una forma de rebelarme», reconoce. ¿Rebeldía
contra qué? Contra los planes del Gobierno de instaurar el llamado
‘peaje de respaldo’, que obligará a los usuarios que tengan un sistema
de autoconsumo conectado a la red a pagar por la energía que ellos
mismos generan. La justificación para esta tasa es que esos usuarios
utilizan la red eléctrica como fuente de respaldo cuando no hace sol,
por lo que también deben hacer frente al coste de esta infraestructura.
Pero hay todo un movimiento ciudadano en contra del bautizado como
‘impuesto al sol’, que antes de ser aprobado ya ha tenido un claro
efecto: la paralización del incipiente desarrollo de los sistemas de
autoconsumo eléctrico. «Es una clara maniobra para proteger los
intereses de las grandes eléctricas y evitar que los consumidores nos
convirtamos en agentes activos del sistema energético», opina Torres,
que forma parte de la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético.
El otro motivo que llevó a este padre de familia a querer dar este
insólito paso fue querer «dar ejemplo», ya que recientemente ha montado
su propia empresa, Atepo, dedicada a prestar asesoramiento a empresas y
particulares sobre proyectos de eficiencia energética y energías
renovables. «Si yo mismo no pongo en práctica lo que quiero vender, ¿qué
credibilidad tengo?», plantea.
Con esta mezcla de motivaciones personales y profesionales, Miguel
Torres se embarcó el verano pasado en el proyecto de hacer
autosuficiente su hogar en términos energéticos. Para ello instaló en su
azotea un sistema compuesto por paneles fotovoltaicos con 4,2
kilovatios de potencia pico, una batería y un conversor de potencia,
entre otros componentes. Paneles térmicos para calentar el agua ya
tenía.
«Conseguí una subvención del Plan de Apoyo a la Construcción
Sostenible que me cubrió el 80% del presupuesto, que era de unos 20.000
euros. Aunque en realidad la ayuda acaba siendo menor porque hay que
declararla en la Renta», apunta. El ingeniero tiene calculado que
amortizará la inversión en cuatro años, puesto que pagaba unos 100 euros
mensuales de luz. «Sin la subvención estaríamos hablando de otra cosa:
más de quince años. Sería para pensárselo», reconoce.
Desde el mes de julio de 2014, a la casa de la familia Torres no han
llegado recibos de la luz ni, por ende, electricidad externa. Todos los
electrodomésticos y las luces se alimentan del sol. Miguel asegura que
la prueba de fuego, que era el invierno, la han ha superado «con nota».
«No nos hemos quedado en ningún momento sin electricidad. Si hay sol,
producimos un 40% más de energía de la que consumimos. Y si no hay, la
batería nos da una autonomía de cuatro o cinco días», explica el
ingeniero, que reconoce que el experimento ha servido también para que
toda la familia se implique en la gestión energética del hogar.
Y es que todos pueden consultar en cualquier momento en su ordenador
cuánta energía se está produciendo y consumiendo. «Cuando llevamos un
par de días sin sol somos más prudentes: por ejemplo, no ponemos el
lavavajillas. En cambio, en verano pongo el aire acondicionado hasta sin
ganas porque la energía que no consumo, se pierde», bromea. Este punto
es, en realidad, el único que le causa pesar. «En realidad a mí lo que
me gustaría es conectarme a la red para poder aportar nuestra energía
sobrante. Ojalá el Gobierno recapacite y se decida a fomentar de una vez
las energías renovables. Es absurdo no hacerlo en un país como España»,
argumenta.
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OTRO ASUNTO. Hoy en PERROFLAUTAS del mundo: En qué consiste, de verdad, la propuesta de Tsipras. Por Hibai Arbide Aza
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