COPIADO a Ana Galán Vigo, pág. de fb
A LUIS MIGUEL RABANAL
Volví a aquel lugar
que guardas en los ojos,
y me calcé tus botas.
Caminé por ti las calles de Olleir.
Hacia el amigo
tendí la voz, las manos,
todo el calor en el abrazo al padre,
azul asombro en su mirada.
La mía en clave de hijo
al que duele la edad.
que guardas en los ojos,
y me calcé tus botas.
Caminé por ti las calles de Olleir.
Hacia el amigo
tendí la voz, las manos,
todo el calor en el abrazo al padre,
azul asombro en su mirada.
La mía en clave de hijo
al que duele la edad.
Seguí las huellas
por tantos rincones,
que un poco más
y me asaltó la pulcritud del verde,
una llamada a correr y al balón.
Qué gorjeo de ánimo y risas,
qué sensaciones me sobrecogieron.
Y desde mi niñez
un vuelco a tu infancia.
Verdor y río,
nubes y cielo
repetían tu nombre.
por tantos rincones,
que un poco más
y me asaltó la pulcritud del verde,
una llamada a correr y al balón.
Qué gorjeo de ánimo y risas,
qué sensaciones me sobrecogieron.
Y desde mi niñez
un vuelco a tu infancia.
Verdor y río,
nubes y cielo
repetían tu nombre.
Luego subiendo por la Lomba
todo y único el paisaje.
Allí el dolor de la vida en su universo
y el placer de la Madre que cede
a la imposible luz y a la belleza.
Me obligaba a que cada latido
vertiera en otro cauce.
No sé cómo nombrar
este remolino de sentimientos
que casi me alzan pájaro.
todo y único el paisaje.
Allí el dolor de la vida en su universo
y el placer de la Madre que cede
a la imposible luz y a la belleza.
Me obligaba a que cada latido
vertiera en otro cauce.
No sé cómo nombrar
este remolino de sentimientos
que casi me alzan pájaro.
(Ana Galán- Riello 24/07/14)
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