Pedestre, blog de Rodrigo Díaz, arquitecto, master en planificación urbana en MIT, usuario del transporte público y peatón por convicción. Trabaja como consultor independiente en temas de movilidad y desarrollo urbano. Publicado en 16 mayo 2017 https://ciudadpedestre.wordpress.com/2017/05/16/elogio-de-la-caminata-por-bjork/
Clay Cockrell,
psicoterapeuta de Nueva York, ciudad donde los psicoterapeutas podrían
tener un sexto barrio para ellos solos, realiza sus sesiones al aire
libre. Caminando más bien. En lugares como Central Park o Battery Park,
donde el cliente prefiera, que el lugar de la consulta es totalmente
flexible. El método es más o menos el mismo que el de cualquier
psicoterapia. Los honorarios también. Sólo cambia el entorno, lo que no
es poco: el diván, el sillón de cuero, la alfombra persa y la biblioteca
de utilería son reemplazados por el pavimento o la grava de la calle o
parque que el paciente elija.
Caminar es mucho más que cubrir una
distancia con los pies. Es también una de las más básicas herramientas
para lograr lo que comúnmente llamamos despejar la mente. Caminar es un
recurso gratuito, fácilmente accesible, casi siempre disponible, para
volver a un mundo lento en que la mente puede hacer una conexión libre
de interferencias con el cuerpo, y el cuerpo a su vez con el suelo que
pisa y el entorno que le rodea. En un mundo obsesionado con aumentar la
velocidad de desplazamiento de las personas y los bienes, de incrementar
los volúmenes de traspaso de información instantánea, los cuatro
kilómetros por hora de la caminata otorgan la lentitud necesaria para
tomar conciencia del cuerpo y reformatear la cabeza. Al alcanzarse un
ritmo y movimientos cómodos e inconscientes, la mente se ve liberada de
una serie de obligaciones rutinarias pero que consumen espacio, con lo
cual puede reposar o encontrar un campo más abierto para echar a andar
las ideas o liberar los pensamientos y sentimientos que se agolpan en su
interior. Aquí está la raíz del particular formato de las terapias a
pie. ¿Quién sale adelante echado en un diván?, dice en su página web
un campante Cockrell, quien ve en la caminata una buena manera de matar
dos pájaros de un tiro: el ejercicio liviano de un paseo a pie no sólo
facilita el contacto con sus pacientes; también ayuda a mantenerlos en
forma, a mejorar su estado de ánimo y a dar algo de entretención a
sesiones que usualmente se arrastran cuando se realizan en ambientes
cerrados.
Ejercicio N°1: Ir dejando progresivamente el Pristiq de 50 mg.
Una de las gracias de caminar es que no
es necesario pagar una hora de honorarios del Dr. Cockrell para gozar
sus beneficios físicos y mentales. Toda la larga parrafada anterior
viene a cuento de una antigua entrevista a Björk, una de las mentes más
innovadoras del mundo de la música en los últimos 30 años, quien siempre
ha identificado a la caminata en solitario, en contacto con la
naturaleza, como parte fundamental de su propio proceso creativo, y como
un mecanismo fácil y efectivo para mantener los pies en la tierra (“escribo en solitario, caminando, al aire libre”)[1]. Al estilo de Björk, claro. Tal como señaló a The Guardian en 2007, caminar es una actividad que viene de su niñez en un suburbio de su Reikiavik natal:
“Yo vivía al lado del último bloque de
departamentos. Más allá todo era musgo y tundra. Yo solía caminar en
solitario y cantar con toda la fuerza de mis pulmones. Creo que muchos
islandeses hacen esto. No vamos a la iglesia o al psicoterapeuta; con
solo caminar nos sentimos mejor.”
Ejercicio N°2: Caminar a todo pulmón.
No son pocos los artistas e intelectuales
que recurren a la caminata como un ejercicio necesario de preparación y
mantenimiento para el proceso creativo. La finalidad no es pensar o
forzar la llegada de ideas inspiradoras, sino preparar el terreno para
que éstas encuentren suelo fértil al momento de sentarse a escribir,
componer, diseñar o proyectar. Este necesario quiebre con una sociedad
híper-comunicada, sobre-conectada, es lo que expresa Björk en una
reciente entrevista para Pitchfork:
“Puedes estar pegada en Facebook por un
largo rato, y entonces tienes una sensación en tu cuerpo como si
hubieras comido tres hamburguesas. Sabes que eso es basura. Por eso
siempre aconsejo a mis amigos: simplemente salgan a caminar por una
hora, luego vuelvan y vean cómo se sienten.”
Ejercicio N°3: Salir a caminar sin
celular. Si éste se encuentra con uno, dejarlo en modo silencio,
aguantarnos las ganas de mirarlo. Primero 10 minutos, luego 15, después
una hora. Se puede, generalmente nadie muere en el intento.
Estoy pegado. Salgo a dar una vuelta,
como hago frecuentemente cuando estoy pegado. Caminar no hace milagros,
tampoco reemplaza la psicoterapia para quien la necesita, pero ayuda a
que un par de ideas en conflicto se desenreden, que otra innecesaria sea
enterrada rápidamente, y que aparezca una tercera que necesita de su
propia caminata para darle su oportunidad. Vuelvo y escucho lo poco que
hay de Björk en Spotify. Nunca me ha gustado demasiado, pero es el
momento de escucharla con nuevos oídos. Oídos caminados.
[1] Todas las traducciones del original en inglés son del autor de este blog.
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