31 de diciembre de 2024 Lola Tortosa
Este 2024 nos ha hastiado de puta realidad: indiferencia e incompetencia ante tragedias como la de Gaza, con más de 41.000 muertos, la DANA de Valencia, los menores inmigrantes de Canarias y el goteo incesante de los crímenes machistas. Son ejemplos inconexos, o quizás no tanto con las incertidumbres de 2025 ante el auge de gobernantes reaccionarios: Donald Trump vuelve a la Casa Blanca.
Una niña palestina en la zona de Jabalia, en el norte de la Franja de Gaza, el pasado mes de junio
Llegará el tiempo que los recuerdos del 2024 serán imprecisos como lo son ya los de otros años. Inventaremos días felices y quemaremos en aras del olvido las malas pasadas, o lo que no interesa. Seremos capaces de ello porque la memoria es frágil (con los años ya se sabe que más) y esa ductilidad es un bálsamo para afrontar el día después, pero también para el borrado de toda huella culpable o dolorosa. Decimos adiós a 2024 y si le decimos adiós es porque le hemos sobrevivido; a fin de cuentas, lo que cuenta es sobrevivir.
Sobrevivir “a la puta realidad”, decía la canción de Mónica Naranjo. Un cuarto de siglo ya. Este 2024 nos ha hastiado de puta realidad colmada de indiferencia e incompetencia. Aquí trazo un hilo inconexo, de lo que me viene a la cabeza y al corazón, de las tragedias cotidianas como la de Gaza, la DANA de Valencia, los menores inmigrantes de Canarias hacinados en centros de acogida y el goteo incesante de los crímenes machistas. No son todas las que han sido, y quizás las conecto por la incertidumbre de 2025 con el auge de gobernantes reaccionarios: Donald Trump vuelve a la Casa Blanca (...)
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