mayo 15, 2025

CTXT. Carta a la comunidad 396 I Aurora Fernández Polanco: Como los petirrojos, los gorriones o el ruiseñor

 14/3/2025


Querida Comunidad contextataria:

 

En la carta de la semana pasada, mi admirada compañera y cobaranda de CTXT, Vanesa Jiménez, nos instaba desde los Feminismos a “ajustar el rumbo”. No puedo añadir nada más al respecto de un análisis tan lúcido y documentado y que tanto nos interpela. Solo me queda transmitirles ahora, ya pasado el 8M, algunas ráfagas al calor de la experiencia vivida en la marea morada de la ciudad en la que vivo. Ráfagas, nunca mejor dicho, de viento y agua que acompañaban el entusiasmo de una marcha que desafiaba con poderío las múltiples borrascas. Puesto que mi cometido en esta querida revista es “cantar patrás”, no puedo dejar de recordar, al hilo de “ajustar el rumbo”, unas palabras del estudioso del flamenco y autor del Alegato contra la pureza José Luis Ortiz Nuevo: “Todo viene de antes y todo está por hacer”. Se me ocurrió traer la lección del maestro (“la jondura del flamenco viene del mestizaje”) al aquí y ahora de nuestras manifestaciones, por causa de las (dolorosas) escisiones que padecemos tras la inolvidable y explosiva unión de aquel 8M de 2018. Así que, contra la pureza y los esencialismos, claro que sí. A estas alturas y con el peligro que supone la amenaza trumpista, cualquier sigla dentro del entorno feminista y democrático que contenga la palabra “exclusión” tendría que echarnos a temblar. 

 

      Permítanme que me refiera a otra “marea”. Esta vez se desplegó en Madrid en un día seco y soleado en contra del desmantelamiento de la educación pública. Una marea verde en la que se dio cita la infancia, la juventud y la yayoflautía; la enseñanza primaria, infantil, la formación profesional, la secundaria, las universidades, en fin, toda la comunidad educativa. Hacía tiempo que no experimentaba esa fuerza que proviene del grupo. Dio la casualidad de que tres personas a las que no veía hace tiempo me hablaron del entusiasmo de sus hijas (en primero de Filosofía); de su hijo, en primero de Químicas: “Están felices”, coincidieron. Presencié también encuentros ilusionados de la chavalería con ese colectivo impagable que son sus profes. Quienes les enseñan desde peques a pensar por problemas, les insuflan valores de solidaridad, feminismo, ecología y justicia. Bendita enseñanza pública en un Madrid donde el riesgo de pobreza ha aumentado el 10% en un año. Mientras tanto, ya se sabe –ocurre lo mismo que con la sanidad–, se trata de ahogarla económicamente para que la gente deserte. En el caso más cercano que tengo, el universitario, imagino que están al tanto de que cada vez hay más universidades privadas, muchas de ellas instaladas en edificios lujosos. Pero no es lo peor el afán de hacer negocio propio de la economía neoliberal, sino los ataques al pensamiento crítico que está sufriendo la Universidad. Durante la acampada por Gaza, Isabel Díaz Ayuso se despachó a gusto lanzando al aire mediático la idea de que los que estaban operando y haciéndose fuertes en los campus universitarios eran “los mismos movimientos internacionales de siempre por parte de la izquierda”. Los planes del gobierno de Díaz Ayuso coinciden en otras latitudes con el empeño de la ultraderecha de frenar el avance del discurso de una denominada “ultraizquierda” que se cuela supuestamente por las venas de los jóvenes en la enseñanza pública. Si recuerdan la carta que escribió mi compañero Sebastián Faber hace dos semanas, la cosa en Estados Unidos está para echarse a temblar. Más de un millón de personas protestaron también el año pasado en Argentina contra los aterradores planes de Milei. Afortunadamente se está moviendo (y lo hace desde abajo con nueva motivación de los estudiantes) una Plataforma en Defensa de las Universidades Públicas Madrileñas, que (más allá de los rectores que solo parecen preocupados por la inyección de fondos públicos) trabaja de modo muy serio el modelo de universidad que queremos: universidad pública de calidad, universal, autónoma, libre de acoso laboral, libre de acoso sexual; no excluyente, para todas, que no precarice, ni subcontrate. Ustedes, quien más y quien menos, tendrán a su alrededor personas que enseñan o que reciben enseñanza. Es muy grave que se borre de un plumazo el potencial emancipador y crítico de la Universidad Pública, un modelo de enseñanza que, dada la crisis ecosocial que estamos viviendo, tendría que ser necesariamente situado. ¿Se imaginan qué dirían los Trump/Ayuso si muchas disciplinas se pusieran de acuerdo en introducir en sus programas conceptos de justicia ambiental o ambientalismo subalterno? Dirían que no se estaba respetando la libertad de conciencia, sin duda; es decir los dictados del mercado. Esa base común que genera nuevos territorios de resistencia contra quienes quieren robarnos el futuro se está planteando ya en muchos casos desde una investigación asfixiada por parte de quien potencia universidades privadas en las que no es necesario “investigar”. Y nuevamente me perdonarán, si me leen desde varios puntos del Estado Español, este grito localizado.

 

      Pero bueno, para acabar y por poner una nota de entusiasmo al respecto de ampliar nuestros imaginarios y enriquecer el suelo común que pisamos, les diré que estoy disfrutando estos días de un libro de la filósofa de la ciencia Vinciane Despret que me tiene fascinada: Habitar como un pájaro. Modos de hacer y de pensar los territorios (La Oveja Roja, 2024). Alejándose de los estudios que ponen el acento únicamente en la competición y la agresividad ligada a la defensa del territorio, sin negar el conflicto, habla de una Inteligencia social en los pájaros relativa a las buenas maneras de vivir juntos. La autora transita entre ornitólogos y ornitólogas que supieron cultivar otros modos de atención, para que (cito) “emerjan territorios sonoros y concertados, dispositivos de entusiasmo, activadores de potencias, que son modos de organizar las vecindades”. Pues con estas esperanzadoras palabras, ya me despido. Puede que ustedes sean como los petirrojos, que aman la soledad; puede que, como algunas hembras de gorriones cantores, luchen por anexionarse porciones del terreno vecino; puede que se apoderen de un lugar y, como el ruiseñor, no toleren a nadie que no sea su cónyuge; o canten, como el mirlo, la alegría de existir. En cualquier caso, lo que pretende esta revista es establecer una cultura del tacto y de la escucha hacia las diferencias y especificidades, generar técnicas para crearse vecinos y tratar de vivir y resistir juntos. Gracias por estar ahí. Nos vemos en los pantanos, las acacias, los emparrados o, como los ostreros euroasiáticos que en el fondo somos, les esperamos en este nuestro CTXT: un terreno alimenticio de propiedad común. 

 

Aurora Fernández Polanco

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