El clima fue benigno: llovió y sopló el viento por lo que la generación de electricidad rebajó su producción de CO2 un 15% el año pasado
Sin embargo, el transporte, ya sea por carretera o la aviación, incrementaron sus emisiones de gases a base de quemar más combustibles fósiles
El aumento de gases provocados por las fábricas y el estiércol del ganado han terminado por comerse buena parte del ahorro en GEI del curso pasado
España rebajó el año pasado un 2% sus emisiones de gases
de efecto invernadero –causante principal de la crisis climática–. El
clima fue benévolo esta vez: llovió y sopló el viento, por lo que se
generó mucha más electricidad a base de fuentes renovables. Sin embargo,
la acción humana directa no ayudó tanto. El transporte por carretera y
la aviación lanzaron más gases en 2018. La industria o la producción
ganadera también lastraron esta reducción al incrementar sus
emisiones.
Cada vez que alguien decide o se ve
obligado a desplazarse en automóvil engrosa las emisiones provocadas por
el transporte, la principal fuente de gases de efecto invernadero (GEI)
en España por delante de la electricidad, la agricultura o la
industria, según refleja el avance del Inventario de Emisiones del Ministerio de Transición Ecológica. Este sector creció un 2%.
Ese es el panorama real que ofrecen los datos: más de un
cuarto de los 332,8 millones de tonelada de gases lanzadas a la
atmósfera el año pasado provino de los transportes. En 2018, los
trayectos por carretera produjeron más GEI, no menos. Lejos de
disminuir, se consumió más combustible fósil, tanto gasolina (4,8%) como
gasóleo (2%). Además, el segmento más emisor fue el de los "vehículos
de pasajeros". "Un tercio de las emisiones del tráfico rodado se
producen en las aglomeraciones urbanas", detallan en Transición
Ecológica. Es decir, el tráfico de las ciudades (...)
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