ctxt 30/07/2024
Si no se pone remedio a la crisis climática, en 2090 Barcelona puede haber perdido 70 metros de costa
Playa de la Barceloneta, en la ciudad de Barcelona. / Paul Stephenson
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En plena ola de calor asfixiante, Greenpeace publica su informe ‘Crisis a toda costa 2024’, en el que analiza la grave situación en la que se encuentra el litoral español por las consecuencias de la emergencia climática.
La utilización constante de la fórmula “ola de calor” puede hacer que su significado pierda fuerza o se normalice, pero los datos demuestran que si se acude a esta expresión una y otra vez es porque verdaderamente las temperaturas no dejan de subir. De hecho, en el periodo que va desde mayo de 2023 a abril de 2024 se registró la temperatura media anual más alta desde que se tienen cifras, con un incremento de 0,73ºC con respecto al promedio calculado entre 1991 y 2020.
En un lugar como España, en el que casi el 40% de la población vive en zonas costeras (según el censo de 2020) y con 8.000 kilómetros de litoral, el impacto de la crisis ecológica en el mar toma una relevancia enorme. Por eso es tan preocupante que la temperatura media de las aguas del Mediterráneo en 2023 haya supuesto una subida de 1,36ºC.
El informe advierte sobre el insoslayable aumento del ritmo de subida del nivel del mar, que se ha duplicado en los últimos cinco años. Si bien desde 1948 hasta 2019 el agua iba ganando terreno a razón de 1,6 milímetros por año, en el último lustro la cifra se sitúa en 2,8 milímetros por año. De no ponerle remedio, este fenómeno será devastador para la costa española. De hecho, es posible hacerse una idea más concreta acudiendo a la llamada regla de Bruun, que calcula el retroceso de las playas en un metro perdido de litoral por cada centímetro de subida del nivel del mar. Así, y echando mano de las previsiones de la NASA, Barcelona habrá perdido 70 metros de playa para 2090, Las Palmas y Santa Cruz, 48 metros, y Cádiz 45 metros, por poner solo algunos ejemplos.
En cuanto a lo que todo esto acarrea en términos de hábitat marino, la investigación identifica tres grandes vectores problemáticos, categorizados de forma rotunda como “el trío letal”. El primero tiene relación directa con el incremento de la temperatura del agua marina, que ocasiona la pérdida del oxígeno que se encuentra disuelto en ella. Por otro lado, el vertido de fertilizantes y residuos genera una contaminación que “provoca un crecimiento excesivo de plantas que consumen más oxígeno”, lo que puede desencadenar en un colapso ecológico como el que afecta al mar Menor. El tercer elemento deriva de los dos anteriores, ya que las aguas con poco oxígeno se acidifican y se convierten en lugares más difíciles de habitar para seres vivos como corales o moluscos.
“El cambio climático ha multiplicado por cinco la probabilidad de que ocurran olas de calor” y, con ellas, también ha aumentado notablemente la presencia de fenómenos meteorológicos extremos. El documento de Greenpeace detalla las consecuencias de algunos de los más graves ocurridos en 2023 para que no haya lugar a dudas: no se trata de simples tormentas un poco más intensas. La borrasca Bernard mató a dos personas en Andalucía y la tormenta Ciarán agravó un incendio en la Comunidad Valenciana, provocando el desalojo de 950 personas.
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