5/10/2024
Queridas lectoras:
Vivimos tiempos de guerra. Hace ya un año que asistimos al genocidio en Palestina, y ahora mismo Israel –y sus aliados– están bombardeando tres países más: Líbano, Yemen y Siria. Como sabéis este ha sido un tema muy importante para CTXT estos meses, tanto la información y el análisis como algunos relatos en primera persona que tratamos de haceros llegar: ¿cómo se vive en una guerra? ¿En qué se piensa cuando se pasa hambre o miedo? ¿Cómo se camina por una ciudad arrasada? Algunas posibles respuestas las encontraréis en este adelanto del libro de Mahmoud Mushtaha Sobrevivir al genocidio en Gaza que publicamos en Escritos Contextatarios.
Este año, las imágenes de este horror nos han asaltado desde diversos frentes y nos han impulsado a salir a la calle para pedir un mayor compromiso del Estado español en el fin del conflicto, para que se rompan relaciones diplomáticas con Israel o dejen de venderse armas que son utilizadas para asesinar a niños y adultos palestinos –y ahora libaneses, yemeníes y sirios–. Recordando las inmensas movilizaciones de cientos de miles de personas contra la guerra de Irak del 2003, nos hemos preguntado por qué no somos más. Pero parece que hoy el mundo no es el mismo; indudablemente se ha derechizado y también han emergido fenómenos monstruosos que se componen con las injusticias y violencias que ya eran parte del paisaje –no creemos que todo lo malo haya empezado con la extrema derecha, ni que la violencia sea un problema de Oriente Próximo. El genocidio allí y la guerra que tiene lugar en las fronteras europeas contra los inmigrantes son escenas de la misma película.
Como nos recuerda Said Bouamama, “cualquier periodo caracterizado por el aumento de la desigualdad social, la disminución de la redistribución social, la desinversión del Estado, el aumento de la competencia por bienes escasos, etc., tiende a provocar un aumento del reflejo de defensa etnocéntrico”. La vinculación de las migraciones con la inseguridad es una línea que resurge una y otra vez en momentos de crisis y es empleada para mantener a los migrantes con la bota encima –para su mejor explotación. La apelación a la “ley” y al “orden” en este mismo marco, justifica políticas represivas contra los que luchan o contra las comunidades marginalizadas, como ocurre con las leyes de “mano dura” a las que cada vez se recurre más en Europa. “Primero, orden. Segundo, orden. Tercero, orden”, ha prometido el nuevo ministro del interior francés al asumir el cargo. En Italia, una nueva ley propuesta por Giorgia Meloni criminaliza las protestas, la solidaridad y el activismo y pone en el punto de mira –todavía más– a migrantes, personas presas y activistas por el clima. Aquí el gobierno sigue haciendo gestos alrededor de la “derogación” de la Ley Mordaza. Con mejor correlación de fuerzas de los partidos de izquierdas en la pasada legislatura no se consiguió acabar con ella, y cada nueva propuesta evidencia que se dejan más cosas de las que realmente se reforman. Digámoslo claramente, es reforma, no derogación. Y no va a ser vivida como una victoria de los que nos hemos movilizado contra ella, sino como una concesión del PSOE al anterior gobierno del PP que la aprobó, y a las fuerzas de seguridad a las que sigue regalando herramientas para la represión. La reforma más bien consolidará la ley limando algunos de los aspectos más toscos.
La película tiene otras escenas fuertes. Este verano se produjeron en Inglaterra e Irlanda del Norte disturbios de extrema derecha con ataques y pogromos contra migrantes, solicitantes de asilo y refugiados. Si la violencia ahí tomó la forma de un estallido brutal, que escapa a toda comprensión, en otros lugares de Europa esta violencia va goteando y se infiltra en la vida cotidiana. Lo hace mediante la propaganda racista que se expande por doquier pero también toma forma en la violencia institucional cotidiana que enfrentan los migrantes, en su falta de derechos, en su persecución policial, en su encierro en CIEs... La deshumanización de los menores que migran solos y cómo se les vincula con el delito, pero también la forma en la que han sido utilizados como un arma política estos meses debería ponernos en alerta sobre el mundo que habitamos y su dirección. Para oponerse a esta deriva, CTXT lanza una herramienta, esta plataforma Acción contra el Odio, que servirá de herramienta contra los bulos y en defensa de los activistas perseguidos por luchar.
Entre la maquinaria ideológica de confrontación y la represión de la protesta –y las migraciones– existe también una continuidad, que aparece condensada en las imágenes de la valla –las devoluciones en caliente, las patrullas que persiguen a pateras–. Vallas y fronteras se utilizan como excusa para mantener un orden injusto y violento invocando “la seguridad nacional” o “la ley y el orden”, los otros nombres de la guerra, esa que tiene una forma en Gaza y otra en Europa.
Gracias por leernos y por apoyarnos en este camino, siempre.
Nuria Alabao
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