Viaje realizado en Mayo de 2006. Incorporo fotos en 22/5/2015. Las fotos llevan una explicación y al relato lo precede un *asterisco. Lo copiado aparece "entrecomillado" Para
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escaneadas.
A Mónica, empleada de un bar -antigua bodega- en El Tubo
* Este fin de semana estaba gafado desde el inicio ¿de los tiempos? no tanto, pero sí desde al menos un par de semanas antes.
La excursión estaba incluida en el programa del club J.O. al que "pertenezco" como suele decir erróneamente la gente, por que yo no le pertenezco a nadie, ni a mí misma; a lo que iba, que mi querida excursión al Mallo Acherito figuraba como a realizar el día 28 de mayo del año en curso. Yo, Paquita, me interesé prontamente por ella, la contestación inicial fue que no se confirmaría hasta el jueves de la misma semana, o sea: el 25. Comuniquéles lo publicaran en el foro lo más rápido posible, pues, si iba, tenía que hacer noche y quería reservar alojamiento en el refugio de Linza, cercano a Ansó. La ansiada respuesta llegó en forma de un sí, sí habían quedado a las 9h. del domingo en Linza, en principio, dos matrimonios. Advertíles de mi proyecto y me comprometí a estar en ese lugar a esa hora.
Por diversos avatares, en los que no me quiero extender, no por miramiento hacia mi persona, sino por no alargar el relato más allá de la paciencia de mis lectores, me cargué el coche la noche anterior. No estando dispuesta a que ésto fuera un obstáculo para mí, me adapté a las circunstancias y proyecté ir en el autobús que sale de la Avenida de América.
PRIMERA JORNADA.-
Me levanté temprano, como desde hace bastante tiempo, a poco más de las 6h. de la mañana, desayuné, me entretuve leyendo, como siempre hago, y cuando creí oportuno me preparé para salir, lo que hice a las 8h. menos 10´de la mañana -suelo mirar el reloj-. A la parada del bus que me acercaría al centro llegué al poco, no así el citado bus que lo haría a los 15´; bajándome de éste en la Plaza de Fernández Ladreda -por casi todos conocida como la Plaza Elíptica- me meto en la boca del Metro, que allí hay. Es directo hasta Avda. de América, con lo que, en la terminal de autobuses -que también está soterrada- estaba a las 9h. menos 15´. Me encamino a las taquillas, la hora más cercana de salida a Zaragoza es a las 9h. 30´¡pues ésa! el billete de vuelta lo dejo abierto porque ignoro cómo nos irán los tiempos al día siguiente ¡no soy adivina! cómo ya veréis más adelante.
Cumplirá el horario fielmente, y en 4´estamos en el mundo exterior. El conductor cumple igualmente el protocolo, nos informa de que a las dos horas hará una parada, que junto al billete nos han dado un vale obsequio para tomarnos algo en dicho intermedio, que esa parada será de 30´y a la hora y 15´después llegaremos a nuestro destino, aproximadamente. Y así será.
Pasadas las 11h. recibo llamada -ya suelo llevar el móvil, pese a mis iniciales reticencias- de mi hijo Álvaro, que me dice que a su vez en casa la recibieron de P. para comunicar que no irían a la excursión porque F. se había puesto enfermo -utilizó la palabra "malo"-. ¡Vaya, hombre! me digo yo ¡que coincidencia! la vez anterior que nos vimos también estaba pachucho, pero, de perdidos ... al río, y resuelvo que, puesto que, inexcusablemente, llegaré a Zaragoza, me acerco a su casa y veo al enfermo en el lecho del dolor -me veía a mí misma poniendo paños fríos para bajar la temperatura, cosas de las películas-.
Pocos minutos antes de lo previsto estamos en Zaragoza, en la terminal de autobuses cercana a la Puerta del Carmen, primera vez que allí me encuentro. Pregunto al conductor si conoce aquello, que sí, y allá voy ¿hay otra solución fácil para llegar al barrio X, además de la de cogerme un táxi -que hasta ahí llego yo-? y será que, como está en la otra punta, lo más sencillo, el taxi. Eso hago, y será rápido, y barato, 4 euros.
Serán poco más de la una y media cuando esté llamando al telefonillo. Un hilo de voz contesta al otro lado, no distingo ni la voz ni lo dicho, me presento, se hace un silencio sepulcral, de nuevo parece haber vida al otro lado, se oye ... mis padres no están, pero sube.
Primer desconcierto ¿Ha salido el enfermo? ¡qué valor el suyo! Estoy llamando a su puerta, abre el hijo, que está enfermo, tiene fiebre ¡Ángela María! que me lo han cambiao, que no era el uno sino el otro. Pregunto ¿Donde están tus padres? Respuesta: mi padre llegará a las 5h. y mi madre volverá enseguida. Charlamos, que si la llamada anulatoria llegó tarde, que qué pienso hacer, que llame a los otros integrantes de la excursión. Hago ésto, responde A. que parece estar en el limbo, y es que lo está, tiene una jaqueca de cojones, y la medicación produce estragos en el cerebro, le cuesta enterarse de mis preguntas, ya parece que está reaccionando, que no, que no dijeron seguro de ir, o algo similar, me anuncia que su vehículo está fallecido en la práctica -el simil es mío- que pensaban ¿qué pensaban? Bueno, sin problema -siempre digo ésto, sin problema, sea lo que sea lo que esté recibiendo, aunque sea una puñalada trapera- me despido hasta la próxima.
Como P. parece que tarda y el enfermo se me fue a la cama ¡está grogui! ¡la fiebre! empiezo a confeccionar una nota de saludo y despedida. Y en esas estoy cuando se abre la puerta. Llegó.
Intercambiamos información, y entre la que recibo está que el pater está ¡escalando! ¡habiendo un enfermo en casa! indignante -no para mí, pero sí para quien suponga que ello es un impedimento para que pueda salir de excursión-. El lado positivo de esta noticia es que ¡quizás no hice el viaje en vano! quizás pueda hacer conmigo la excursión y la mamá atender al afectado.
Me quedo expectante, y así será todo el tiempo, no se ve incongruencia alguna en semejante exposición de los hechos, ni siquiera un ¡ya no me apetece, que estoy cansado! ¡contigo no voy a ningún lado a solas! ¡nada! no hay formulación alguna al respecto, sólo ¿qué pienso hacer yo mañana? Pues la excursión, debería estar claro, si soy la que más ha puesto en ella, creo.
Hemos comido juntas, la he trasladado frustraciones de mi partenaire, pero no las mías, al menos no todas las mías -aquí la espontaneidad se me ha ido al carajo- recibe una llamada, en el interludio, que ha hecho cima ¡qué ilu! mi comparecencia es comunicada, por inesperada ¿?
La gran preocupación es donde pasaré la noche -no para mí, en último término, si me fallan los amigos, siempre me quedará ... ¿París? no, la Visa- Álvaro, mi hijo, me propone pasarla en casa de Esther, su pareja sentimental, que lo hable con ella. Conforme, le digo.
Atardecido salimos a dar una vuelta, tomar algo, quedar con los restantes componentes de su círculo de amistades, también apreciados por mí. Nota informativa: tengo montón de círculos, muchos muy cercanos, muchos muy estrechos, entrañables -de entrañas-, adorados, mimados, se lo merecen-. Los amigos no están disponibles, sin problema.
En el curso del ágape llamo, a instancias suyas, a Esther, le pregunto y resultará que la pillo con el pie cambiado, que no, que no la viene bien ¡sin problema! -respuesta universal mía, a todas las negaciones del resto de la parroquia- la digo que no se preocupe, que ya lo resolveré, y es verdad, yo no estoy dispuesta a ahogarme en un vaso de agua, por mucho que insistan otros.
Y ahí, empieza la centralita telefónica a actuar, llamada de mi hijo, llamada de Esther, nueva llamada de uno, nueva llamada de la otra, parece interminable. Por fín queda en avisarme cuando tenga la casa recogida, lo hace y yo la diré que cuando vaya para allá le aviso yo.
Al inicio del paseo hemos pasado por una exposición estupenda sobre la Guerra Civil Española y sus postrimerías. Se oyen las sirenas, los cuerpos mutilados salen en pantalla, las casas destruidas, todo eso siempre me emociona en grado sumo y me provoca ganas de llorar, me reprimo, me estoy reprimiendo.
Alrededor de las 11h. de la noche del sábado, mis anfitriones, me dejan al lado del portal de Esther. Dicen de hablar al día siguiente, pues vale. Besos a ambos y hasta mañana.
Esperaba encontrarme una pocilga algo recogida y me encuentro una casa estupenda, grande, con el parquét brillando ¿a qué los miedos de mi posible nuera? Me desgrana todos los inconveniente que le encuentra a su casa -a mí no me lo parecen, al menos no tanto- Sí que es verdad que el tráfico es horroroso y tiene poca luz natural -en contraposición a la mía, la comparación es suya-. Me deja su habitación -da a un patio de luces, no hay ruido- y ella pasará la noche estudiando -hace Psicología-.
Me cuesta coger el sueño, se me resiste, y a eso de las 4h. de la noche me despierto, despierto, tanto que tengo dos ideas que me invaden y debo sacarlas a la luz. Lo hago, hacerlas públicas, a mi manera, como no dispongo del directo, escribo.
Acabé hace poco Así habló Zaratustra del filósofo alemán Friedrich Nietzsche. No lo puedo aconsejar ¿porqué? tiene difícil digestión. Unos mensajes estupendos que se extraen de un estraño entorno. No, no es lectura fácil, como actualmente se suele mercantilizar, tipo Código da Vinci. Leía, no hace mucho que, lectores, realmente buenos lectores, o sea, que practiquen la lectura comprensiva, hay muy pocos, poquísimos. El que esto articulaba mencionaba la cifra de 28.000 en EEUU -de 180 millones de personas- Si esto se extrapolara a España sería minimalista la cifra, pero, creo, que incurriríamos en un gran error, la cultura americana, que nos lleva invadiendo mucho tiempo, es mucho más baja que aquí, en términos relativos.
¿Por qué menciono a Nietzsche? Porque una de las ideas era el extracto de su ensayo. La culminación del hombre, la aspiración del hombre, superarse a sí mismo, pasar del estado de camello, al de león para conseguir volver al estado inicial, el niño, el disfrutador de cuanto le rodea. Él no lo consiguió, murió joven, como tantos hombres valiosos.
Y sigo con mi relato que, para un neófito, parecerá que disgrego demasiado.
SEGUNDA JORNADA.-
Serán pasadas las 8h. de la mañana cuando me despierte y levante ¿Qué hago? escribo -esto va ser adictivo-. La ventaja sobre otro tipo de adicciones es que te desarrolla el pensamiento, te clarifica las ideas -al forzarte a exponerlas con claridad- te suma, en vez de restar.
Desayuno con mi hospitalera temporal, tras haber hablado con P. Llamé yo. El plan que me propone es de encierro -ir al cine- ¡con este día! imposible para mí, amo la luz, soy un ave diurna, así que agradeciendo el ofrecimiento ¡qué agradecida soy! ¡y agraciada! me despido hasta ... la próxima.
Dejo la mochila, porque la estación de autobuses está a 10´de allí mismo, y me despido hasta la tarde. Me iré de paseo, tras concertar la hora de salida del bus en cuestión, que será a las 18h. 45´. El cielo está luminoso, el sol ... también, tanto que, pese a ir buscando la sombra, lo tomaré en exceso -véase mi pecho y espalda- Llevo una prenda escotada.
1.- Trasera de La Catedral del Salvador = Seo
* Me dirijo al centro, paso junto a la iglesia de un convento, Nuestra Señora de Gracia para más datos, y entro, la misa está acabando, ha sido íntima, unas 10 personas. En lo alto se ven las celosías desde las que la seguirían en tiempos -quizás ahora también- las monjas de clausura.
Sigo calle adelante y se me acercan unos muchachos -alrededor de 20 años, 2 más como mucho- que si quiero que me canten su último éxito, que si me la tocan, vale ¡tocáosla! y salen con lo del "opá". A estas altura ya me he percatado, los he olido, están mamados, estos chicos aún no se han acostado ¡Muy bien! Corto y les dejo. A mis espaldas oigo un piropo elogiando mi culo. Sí, están bebidos, de estar sobrios no se habrían atrevido ¡Pobretes!
2.- Plaza de Toros. Mercadillo: Rastro.
* Me adentro en todo un mogollón de gente, gente diversa, aquí ya estuve antes, sí, con Rosa y Ángel, es un mercadillo cercano -tanto que linda con ella- a la Plaza de toros de Zaragoza. Hay libros, me agacho ... me vuelvo a agachar ... y acabo con 9 libros. Coste económico: 7,5 euros. Un regalo. Dos son de Julio Verne, Sostiene Pereira de Antonio Tabucchi -el primero que cogí- Trópico de Cáncer de Henry Miller
, cuya lectura inicié en el bus de vuelta a Madrid y resultó un nuevo descubrimiento, escribe tal cual va pensando, estupendo, salta de una cosa a otra, como la vida misma ¡genial! Los pasos perdidos de Alejo Carpentier, Chamán de Noah Gordon, el autor de El médico que leí hace ... como 10 años, Juegos de la edad tardía de Luis Landero, "La nada cotidiana" de Zoé Valdés y otro también de literatura juvenil " La expedición Perdida" de Elvira Menéndez, que a mi hijo le suena -que- leyó como lectura recomendada en su etapa escolar.
¿He acabado mi incursión en el zoco? ¡No! Porque he visto un botijo pequeño, macizo, chaparro, me gusta, lo sopeso y... lo compro. 5 euros. Otro regalo.
Más adelante vuelvo a salir a María Agustín ¿cómo ha sido? pues ya que estoy aquí dejo mis adquisiciones en casa de Esther, que pesan un huevo para llevarlas de paseo. Le confirmo la hora de salida del bus a Madrid y le repito que no, que no se preocupe por la comida, que yo prefiero tener autonomía e ir a mi aire, comeré por el centro y antes de las 6h. estaré de vuelta.
3.- Torreón de la Zuda
* Estoy bordeando el río Ebro, camino del Pilar, llego al Torreón de La Zuda, lo dejo a mi izquierda y entro en la plaza del Pilar, la recorro y tengo sed, al lado tengo el café El Real, entro, pido una tónica, me la bebo prontamente, pago y continúo por la calle Alfonso I.
Está la misma violinista de ayer noche, toca el tema principal de Muerte en Venecia, echo un euro, como acostumbro, sólo a los músicos, me quedo un rato, algo distanciada, escuchando.
4.- Torreón Zuda, izda. Torre iglesia de San Juan de los Panetes.
* Salgo a El Coso, de allí al paseo Independencia, luego la Gran Vía, y me dirijo al Hospital Universitario Miguel Servet, un viejo conocido con el que mantuve una relación de 10 días, allá, en agosto de 2000.
Están de obras, un edificio en ladrillo, antigua sede de Muface, lo están reformando como ampliación del hospital. Veo un cartel anunciando un Simposio sobre Actualización de la Ablación por Cardio..... no recuerdo el palabro. Se celebró el día anterior, sábado 27 de mayo. Hay una estatua de Miguel Servet, vivió poco, de 1511 a 1553, fue brillante, una pena.
Vuelvo sobre mis pasos y entro en el Parque Grande José Antonio Labordeta, porque debe ser el más grande de Zaragoza, no conozco otro ¿o sí? Al poco aparece una fuente que hace juegos de agua, hace calor, me tumbo a la sombra de una especie de abeto arizónica, lindante con un magnolio, que está allí cerca. Me recreo con la visión del agua, me reconforta ¡necesito tan poco para reconfortarme!
Allí estaré un rato, no muy largo, salgo, veo como baja el río Huerva, inmundo, está inmundo en este punto, a pesar de llevar corriente.
Vuelvo a pasar junto a la Facultad de Medicina y Ciencias de Zaragoza¡que edificio más bonito! me gustó desde el primer día, amor a primera vista lo mío. Estoy en la Plaza Paraiso, la temperatura es de 34º y la hora: 14h. 45´.
Desando, vuelvo a pasar bajo los soportales del Paseo de la Independencia y me introduzco en lo que llaman El Tubo. Por aquí se podrá comer algo, no tengo hambre sino sed, y acabo en Bodega Almau, pregunto si, además de vino tienen cerveza ¡claro! será su respuesta, pues cerveza, en jarra, y un pincho de tortilla de aquella. Acabo con la bebida antes que con la comida y pido otra cerveza, que acompañaré de: croqueta, anchoa con aceitunas y anchoa con jamón, especialidad de la casa, me lo dicen dos señoras aledañas, recomendación de Mónica, la empleada que me está atendiendo en este momento y a la que he dedicado la crónica ¡Hola Mónica! Ya apareciste ¿Se te ha hecho largo?
Cuando salgo, salgo bebida, a mí la cerveza me produce un efecto devastador en el cerebro, así que me voy a dormirla, o casi, estoy en la plaza del Teatro Principal donde exhiben una obra de Darío Fo, interpretada por Rafael Álvarez "El Brujo" pero, a pesar de que hay bancos la sombra es escasa. Continúo mi periplo, llego a la Plaza de San Pedro Nolasco, tiene fuente y un banco corrido en uno de sus lados ¡y sombra! me tumbo cuan larga soy y allí me quedaré con los ojos cerrados, escuchando el agua ... y a unos jóvenes sentados en una terraza cercana.
Cuando ya me parece que tengo superada "la torrija" vuelvo a la plaza del teatro, creo que vi una heladería, y sí, ahí esta, Helados Italianos Aldo, le cojo -más bien le pido- de yogur y amarenas, creo que ponía eso. Me explica la señora, que lo atiende, que son cerezas pequeñas. Está bueno, aunque mejor el de frutas del bosque.
Doy por terminado mi éxodo y me encamino hacia María Agustín, volviendo por donde vine, la ribera del río. Aún no son las 5h. Esther ha estado grabando, bajando dicen, unas películas para Andrea, y se va a echar un rato, trabaja esta noche. Me quedo tumbada en el sillón del salón, hojeando una revista, puso la tele pero no me interesa, llevo ya bastante tiempo que me interesa bien poco -nunca me interesó demasiado- me entra soñera y cierro los ojos. Cuando los vuelvo a abrir escucho a Esther preguntándome la hora de mi bus, faltan 10´escaso para la salida, me incorporo rápidamente -dejé todo preparado- cojo los bártulos y salgo "pitando", pero a pesar de que soy veloz en llano llego a las 6h. 50´, me confirman que salió puntual. Voy a la taquilla para preguntar por el siguiente, sale a las 19h. 45´, me dice la misma chica que me atendió esta mañana, pero ¿habrá plaza? que se lo diga a la encargada, y a eso voy. Ésta me dice que, que si queda alguna plaza libre, es potestativo del conductor el que yo suba. Me pongo en manos del Altísimo. Incluso, antes, hablando por el móvil con Esther, me dijo que también había a las 7h., hablé con el conductor de uno que iba a Madrid, que estaba lleno pero quedaban otros dos, el que está saliendo en ese mismo momento del hangar y otro que hay en la calle. En la calle había 4, ninguno de los que voy viendo va a Madrid, salvo que sea aquel último... que también se me fue en las narices ¿Me derrumbo? ¡no! Hablo con uno de seguridad que está allí mismo, le digo que me quedo pegada a sus pantalones hasta que venga el siguiente, dice que entra a y media. Faltan 10´ tengo sed, voy a por agua y pienso, pienso en que ¡mira cómo no pueda coger tampoco ése! Se me ocurre una solución posible, la planteo... y será que no, que no, que no ¡Que verdes las han segado!
Débilmente se escucha una canción de María de los Dolores Pradera, aquella que decía "Y pensar que te adoraba tiernamente, que a tu lado como nunca me sentí y por esas cosas raras de la vida sin el beso de tus labios yo me vi"
Hay dos parejas despidiéndose, una totalmente entregada en el beso, la otra, pendiente de los que los rodean.
Más suerte tendré con el conductor, con los conductores, son dos los que se encargan de controlar la subida de viajeros, son estupendos, y además atractivos, rondan los 40 años, ideal.
Tanto a Esther como a mi familia los he tenido informados y conocen que, por fin, estoy saliendo de la estación a las 19h. 50´-éste sí se retrasó 5´-
Conclusión: todos los avatares de esta vida son oportunidades que se nos ofrecen para aprender de ellos, siempre que le demos el enfoque adecuado -ahí entra en funcionamiento la sabiduría- son oportunidades de crecimiento. Claro que, hay gente que no sabiendo estar a la altura de las circunstancias, éstas les estrangulan.
A los que tiene miedo, porque deben superarlo, o verán perder su vida, escurrírsele entre sus dedos y nada podrán hacer para recuperarla. PAQUITA
(mi hija me dice que acojono, que soy... demasiado, para el común de los mortales)
PAQUITA
6 comentarios:
No puedo creer que Con lo alocada y alegre que es tu vida, nadie te haya comentado nada en tu blog.
Me ha gustado leerte y conocerte un poco más, reconozco que no me lo he leído todo, por que es muy largo y ahora estoy de exámenes... Pero me alegra que hayas pasado un buen fin de semana. Ya te leeré más tranquilamente cuando pasen los exámenes.
Besos
Cyrisent
Mi vida es tan alocada y alegre como la de cualquiera, lo que la diferencia es el cómo la cuento, cómo la miro, cómo me veo, aunque, quizás lleves razón, por que como dice la canción ¡Quiero vivir la vida! algo que suena a obviedad y tanta gente olvida.
Que te vaya bonito. PAQUITA
Vuelvo a releer mi crónica de estas jornadas y me parece estupenda, para ser una aficionada a la escritura, además de amante de los libros. La verdad es que me gusta escribir, le he cogido gusto a esto de narrar lo que te acontece y lo que observas alrededor -lo otro-.
También con ésto, he podido comprobar, lo que comentaba un escritor estadounidense, que lectores comprensivos, en el sentido de entender lo que leen, hay realmente pocos. La gran mayoría de los lectores actuales están acostumbrados a leer mandangas, simplezas para mentes adolescentes, inmaduras. ¡Quizás fue siempre así! no lo sé, y no quiero se fatalista, me resisto a serlo.
Si alguien vuelve a entrar en ésto, le deseo lo mejor de lo mejor, esté en el estadio en que esté. PAQUITA
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Cuando te leo parece que estuviera a tu lado, y... ¡¡es cansado!! ¡¡que no paras!!
Un beso
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