septiembre 27, 2006

Hilvanando III: El Trabajo

La presentación del proyecto le había resultado tan dura como supuso, así como su defensa. La competencia era mucha y cualificada. Con todo, lo había logrado, por fin veía el fruto de un largo año de trabajo, intenso y duro trabajo.
Compaginar éste con su papel de ama de casa la estaba resultando más difícil de lo que supuso en un principio, no hacía muchos años, cuando se planteó seriamente la vida en pareja tras conocer a Fernando.
Fernando le pareció diferente a todos los hombres con los que se había relacionado hasta ese momento. Fuerte pero sensible, atractivo aunque no guapo, inteligente y para nada presuntuoso, sí, decidió que merecía la pena probar la experiencia. Luego vendría si paternidad sí o paternidad no, y decidieron que sí, por eliminación del no, no tenían claro el no tener ningún hijo y así fue como engendraron a Alberto.
¡Qué perro Alberto! Que mal se portó los primeros meses de vida. Gruñía de contínuo, porque aquello no era llorar, era dar la tabarra.
Un buen día dejó de hacerlo y volvieron a dormir las noches de un tirón, a no pasarlas en vela ó entrecortádamente.
Trabajar en esas condiciones se hizo más que duro, insufrible, con todo, sobrevivió, sobrevivieron. Las tareas comunes las hicieron comunes, solventándolas el que estuviera más libre en ese momento, pero, en ningún caso, sobrecargado uno con el peso del otro.
Y con todo seguía teniendo cierta sensación de vacío, la faltaba algo, no estaba completa, su vida ... no la satisfacía del todo. ¿Qué quería, buscaba o deseaba? era cuestión no resuelta y que le procuraba una cierta inquietud.
Quizás por ello hizo la llamada -no atendida-.
El viernes, cuando volvió a su casa, encontró colocado el cristal de la puerta que dejó pendiente al irse. Fernando y Alberto aún no habían llegado.

PAQUITA

5 comentarios:

Morgana dijo...

Paquita, te lo diré una vez más, y no creas que es para alimentar tu "ego" ;-)), me encanta cómo escribes y lo que transmites!!! Hoy seguiré pensando en esta historia...
Un beso.

Fernando dijo...

Hola Paquita, en los huecos que voy teniendo os voy leyendo (aunque a veces se me hace difícil porque me encuentro que tengo varios posts pendientes:-) )
Ya veremos como solventa ese vacío interno. Es difícil estar completamente satisfecho en esta vida de hecho sería contraproducente porque nos estancaríamos y caeríamos en la rutina. No obstante hay que tener cuidado con las cosas que sacrificamos en la búsqueda "interminable", pues a veces nos podemos arrepentir de no haber valorado en su justa medida lo que teníamos.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Muy señora mía:
Líbreme dios de dar lecciones a nadie de escribir. No es mi estilo. Simplemente, la confianza que vos transmite es la causante de que, en alguna ocasión, haya realizado comentarios que pueden resultar inconvenientes. Cuando uno ve blanco resulta estúpido decir negro. A veces, en todo caso, se prefiere el silencio, para no molestar.
Ya sí me estoy enterando de la vida de un ser humano. Eso siempre se agradece.
Mucha salú.
Epv

Anónimo dijo...

Frecuentemente descubrimos que en nuestras vidas hay vacios, huecos por rellenar. A veces no se sabe exactamente con qué, así que en el viaje cada uno debe descubrir sus faltas para intentar conseguir ser más felia. Si cabe...

Caminante dijo...

Hace unos días en la tele, un presentador, a su vez entrevistado, decía que un amigo suyo había definido la felicidad como ausencia del miedo. No parece mala la definición.
PAQUITA