Con la autorización de la autora publico otro de sus relatos, rescatados por su editor -Pedro- del olvido.
La Mujer del Jardín
La mujer de la fotografía no deja de mirarme; yo intento esquivar su mirada, pero no puedo dejar de contemplarla, no sé, pero me parece que me está diciendo algo, y yo no puedo entenderlo. ¡Se la ve tan llena de vida! Sus labios esbozan una leve sonrisa, y sus ojos los tiene medio ocultos por un sombrero de palma; pero sé que me mira. Muestra un gesto tranquilo, no es bella, pero tiene un cierto atractivo…
Está sentada en un sillón blanco, y esto hace que el bronceado de su piel resalte. Al fondo hay una tapia de enredaderas de un verde intenso salpicada por rosas y margaritas; la desnudez de su espalda es espléndida, los senos están al descubierto pero ella se los protege de miradas indiscretas con naturalidad; sus piernas son largas, y aún conservan armonía y atractivo; la braga del bikini es verde, y eso hace que el color miel de sus muslos dé sensación de una persona rebosante de salud.
Me sigue mirando a través del ala del sombrero. Devuelvo su mirada, y siento envidia de ella, pero me gusta verla: me da seguridad. Es una mujer de una edad indefinida: no es joven ni vieja, pienso que en otro tiempo la debí conocer porque su figura me es familiar. A veces creo que me hace gestos, que me habla… He empezado a hablarle de mí, y ella me escucha; sé que me está escuchando, pero no entiendo el juego de su mirada, de su sonrisa; sé que me observa, y a la vez me protege de malos pensamientos.
Me pregunto, quién será esa mujer…
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