(Este artículo se ha sacado de la página www.uv.es/~alminyan/beristain.html y supone la continuación del publicado el 27 de marzo pasado. Mi idea, de momento, es publicar cada 27 de mes un texto en homenaje a aquellos muchachos, jóvenes valientes, que temerariamente o a conciencia "soportaron todo el Peso de la Ley"... de la ley que quisieron aplicarles, para que fuera ejemplificante dicho "castigo" y persuadir a los siguientes para que No siguieran "ese" camino, por la vía del "temor", del miedo a la represalia. PAQUITA)
Presentación del libro LA INSUMISION ENCARCELADA de Carlos M. Beristain. (textos extraídos de la primera edición, Sept./1992):
* Este libro es una obra colectiva. En él se recogen los testimonios y experiencias de siete insumisos, también de algunos familiares y miembros de grupos de apoyo, que han estado en la cárcel por negarse a hacer la prestación sustitutoria o la mili, en los últimos dos años.
La idea, o mejor la necesidad, de escribir esta historia surgió de la propia dinámica de preparación para enfrentar la cárcel, que se llevó a cabo en forma de entrenamientos dentro de la lucha de la insumisión. Esta historia es, por tanto, parte de esa lucha.
* Los procesos judiciales y las condenas posteriores han obligado a los insumisos, a las familias, a los grupos antimilitaristas y muchos colectivos y grupos sociales, a afrontar una realidad para muchos desconocida: la cárcel. En este libro, la voz de los insumisos presos es también un testigo de esa realidad.
* Pero este libro no es neutral: habla de los valores que tratamos de defender y vivir, en los que lo político y lo humano son dos aspectos de la misma vida, de la diversidad de experiencias personales y colectivas de la misma lucha. La experiencia y desafíos de estas personas, representan también la de otras muchas que en las últimas décadas han sufrido penas de cárcel en el Estado español por negarse a participar en el ejército.
* Pero la insumisión encarcelada es además un reflejo de los límites que trata de poner el sistema. Los límites de la ley y del castigo ejemplar que, en este caso concreto, criminaliza la lucha por la desmilitarización social.
* Nosotros no podemos aceptar esa criminalización, no le damos ese poder al Estado. Entendemos el poder como la capacidad de hacer y cambiar la propia vida, y por eso no esperamos. Si estuviéramos esperando a que cambiaran las leyes aún las mujeres no podrían votar, los obreros no habrían conquistado tantos derechos para todos, la ecología sería solo una asignatura de la universidad, no habría ni una sola ley ni derecho a la objeción de conciencia en el mundo, muchos países esperarían, como esperan otros, su autodeterminación, y los millones de muertos de hambre no cuestionarían este desorden mundial.
*** Condena que algo queda.
En los últimos dos años, y hasta la fecha (Nota: cifras de 1992), doce jóvenes han sido condenados por insumisión a penas de cárcel entre los 9 meses y los dos años y cuatro meses. Alguno ha sido absuelto. Globalmente sólo 4 de cada mil insumisos han sido juzgados y condenados.
El gobierno por su parte, está empeñado en pedir, a través de las órdenes remitidas a los fiscales, las penas máximas para los insumisos juzgados. Igual conducta ha exigido para los delitos relacionados con bandas armadas y narcotráfico.
Pero el problema no está sólo en el gobierno, ya que es un problema en el que están implicados además los poderes militar, judicial y legislativo.
El estado no sabe qué hacer con los insumisos, cómo tapar esta brecha entre la sociedad y él mismo, ni las discrepancias entre algunos sectores del Estado. En los últimos meses ha surgido un debate incluso entre esos sectores, a partir de la lectura 'ligth' de la ley que han hecho algunos jueces y fiscales para superar su propia contradicción, por lo que consideran desproporcionado o bien completamente absurdo.
La huida hacia adelante consiste en reafirmar el poder del Estado por encima de todo, y criminalizar y castigar la discrepancia. El objetivo es que el castigo sea ejemplar, y esto quiere decir aquí dos cosas. Por una parte, que disuada a otros de seguir la misma acción, porque esa desobediencia cuestiona las bases y el propio ejercicio del poder de coacción del Estado. Por la otra, ejemplar quiere decir en este caso que es selectiva, que se eligen algunos insumisos para ser castigados delante de los otros y de toda la sociedad. El castigo es así público y su función claramente simbólica.
* Desde este planteamiento, las personas que han dado el paso de mantener su propia coherencia frente a la exigencia de la conscripción, cometen según el Estado, un delito. Por lo tanto, se recurre a la vía judicial y penal para intimidar a todo un sector social frente a una conducta que considera peligrosa.
* Se opta por la vía judicial para resolver un problema político y para ello se escuda en la razón de la ley. Pero la ley es aquí solo el escudo del Estado. La razón es de los insumisos.
*** La razón del disparate.
En el Estado español hay unos tres mil insumisos (Nota: cifra del 92, hasta agosto del 94 eran exactamente 10.746) al militar (quitemos lo de "servicio") y a la prestación que lo sustituye.
* Si la respuesta a este fenómeno social fuera la aplicación de la ley existente, nos encontrariamos con que habría 3000 (Nota: en agosto del 94 habría 10.746) presos más en las cárceles españolas, es decir, casi un 10 % de los presos que hay actualmente (Nota: en 1992). La insumisión sería, en número de presos, el 3er tipo de delito, detrás de los robos y hurtos y los delitos contra la salud pública.
* La pena que el gobierno quiere aplicar a los insumisos es la máxima contemplada en la legislación: 2 años 5 meses y un día. Esto supondrá que la juventud deberá pagar al Estado español una factura de 7.000 años de cárcel (Nota: contando una pena de 2 años-4 meses-1 dia, en agosto del 94 la factura subía a 25.074 años de cárcel) por su negativa a aceptar la prestación militar y la prestación sustitutoria.
* Como por cada insumiso hay 4 personas autoinculpadas de incitarle y apoyarle en su "delito", y por tanto -según el código penal- cómplices y agentes del mismo, el monto de la factura social sería de 28.000 años (Nota: 100.296 años en agosto del 94) más los 7.000 anteriores. Total 35.000 años de cárcel (Nota: 125.370 años en agosto del 94). Los presos por delito de insumisión serían entonces 12.000 personas (Nota: 53.730 personas en agosto del 94), es decir, la tercera parte de los/as presos/as totales.
* Tiene razón una ley así ?
*** La deslegitimación deslegitimada.
Durante muchos años, los objetores y gentes del movimiento antimilitarista, hemos conocido los tribunales militares, los consejos de guerra, las prisiones militares. Ahora también los tribunales y cárceles "civiles". El objetivo que el estado pretende con este cambio no es, sin embargo, disminuir el poder militar, sino neutralizar la acción antimilitarista y diluirla en un sistema judicial-penitenciario que tipifique el comportamiento desobediente como un delito más.
* Pero la insumisión encarcelada ha ganado fuerza y comprensión y lo único que se deslegitima es la respuesta penal y el sistema que la cárcel representa. De todo ello es testigo este libro, en la voz de sus protagonistas.
Primera Parte. La historia de tantas: Imagenes y Testimonios de los Insumisos en la Carcel. (...) IV
Los motivos por los que nos encarcelaron han vivido aquí con nosotros. Nos han ayudado a resistir. Y sobretodo han crecido y nos han ayudado a crecer. Pero ahora además tenemos otro, él que nos mueve a escribir para romper la invisibilidad de la cárcel, para abrir la conciencia a este olvido y al silencio que con ella nos quieren imponer. (...)
** La prisión militar.
Por Fernando Egido y Quique Martínez
En general la experiencia de cárcel, si no positiva, si fue interesante, aunque haya sido también en cierto sentido una experiencia dolorosa. Tengo la sensación de que me ha ayudado a conocer ciertas realidades mucho mejor y me ha aportado muchas cosas.
Por una parte ha estado la experiencia política y la más individual, es decir, lo que me ha supuesto a nivel personal, psicológico. Aprendí que la libertad no está en los muros, sino dentro de nosotros/as mismos/as. Realmente uno empieza a perder su libertad no cuando está en una prisión sino cuando empieza a aceptar que está en prisión y empieza a obedecer. De alguna forma eso ha sido mi experiencia en prisión. (...)
Siempre podemos tener claro a nivel teórico que el militarismo nos controla, pero tal vez no lo vivimos de una forma muy inmediata y de alguna forma, el estar en prisión militar, supuso la experiencia de estar bajo el control de los militares. La prisión trata de que tú dependas para todo de lo militar. Todas las facetas de tu vida dependen de ellos: las relacciones, tu ropa, tu cepillo de dientes, ...todo depende de ellos.
Es un "sobrevenido" y le han dado entonces el trato "especial" que dan a los sobrevenidos que consiste en no pasarles una. En mi experiencia y lo que he visto en los demás, con los insumisos tratan de que no haya problemas, pero a los sobrevenidos los consideran desertores y les tratan con más rigor.
A Carmelo, en cuanto se quitó el uniforme le llevaron a aislamiento, no le dejaban que nos viera ni siquiera en el patio. Le tuvieron en calzoncillos durante unos cuantos días, y estuvo al final mucho más tiempo en la cárcel que nosotros.
Tratan de imponer su autoridad, de hacernos ver que estamos bajo su control. Y nosotros tratamos de demostrarles que no. Cuando ven en cuestión su autoridad, tienen necesidad de reafirmarla. Constantemente dan órdenes absurdas, que no vienen a cuento y que nunca hubieran impuesto a un preso normal.
Hoy un sargento no nos quería dejar hablar durante la comida, con el consabido argumento de "porque lo mando yo" pero no nos convenció. (...)
** La cárcel "civil".
Por Francisco Rojas Batres, Clemente García Domínguez, Antonio Oriol Vallés y Joseba Lazkano
(...) Para mí, ha supuesto, en primer lugar, conocer una realidad que desconocía y difícilmente imaginaba. Como supongo contaré más tarde, ha supuesto descubrir un ámbito más de represión por parte del sistema y en su forma, tal vez, más cruda y dura. Una estructura más en la cual el militarismo es su más árido sentido, se torna en realidad y contra la cual creo que hay que articular formas de lucha. Por otra parte es duro rehuir el servicio militar para llegar aquí y encontrarse con las mismas actitudes y el mismo sistema de valores.(...)
El ser estudiante y el haber pasado seis años de mi vida estudiando una carrera, lo que supone muchas horas en una habitacion día tras día, crea mucha templanza en uno mismo y enseña que el tiempo es relativo, qué son dos o tres meses en toda una vida si lo que pretendes es un objetivo que consideras bueno para ti mismo?. Intentas pensar en positivo y simplemente sacar provecho a tus limitaciones, hacer cosas que te satisfagan, aceptar la situación. Y mientras el tiempo transcurre fuera sin ti, intentas prepararte para reengancharte al mundo lo más fuerte y enriquecido posible.
Creo que cuando salga, esta experiencia habrá supuesto para mi un mayor conocimiento de mí mismo, un tiempo en el que espero no cambie mucho el mundo, un mayor conocimiento del planteamiento antimilitarista y, en general, una larga reflexión sobre la vida.
Seguramente cambiará mi vida por un tiempo. Los valores que la rijan, habrán cambiado su posición en mi escala moral: el amor, la amistad, la coherencia, la libertad sin duda variarán su valor.
Antes de la presentación, hicimos un encierro. Durante ese fin de semana trataron de detenerme. Yo me tuve que esconder, y no quería esconderme de nadie.
No podía estar tranquilo, se me aceleraba el corazón. Me notaba en tensión, pero sin un origen en concreto. Sentí mucho apoyo esos días. Tengo muy buen recuerdo de su apoyo, pero no recuerdo sus rostros y ahora me gustaría devolverles el abrazo.
Fuimos de la Facultad al Juzgado. También tengo un mal recuerdo, el peor de todos. Mi padre venía a mi lado. Al llegar al Juzgado dos policías se metieron con mis padres:
- Quítese viejo!.
** Ayer fue la presentación. Fuimos al Gobierno militar, y durante el camino me quisieron detener. Hubo muchos palos por parte de la policía y cuando me detuvieron la gente se sentó alrededor del coche. Toda la situación que se dio es bastante representativa del trabajo y de la lucha que estamos haciendo.
** (...) Llegamos a la cárcel. Es un pedazo de edificio viejo y cutre. De repente la idea de la carcel tiene imagen y esta habla bastante de lo que es. Me cuestan mucho todos estos cambios continuos, la comisaría, la conducción, ahora esto. Aquí uno empieza a saber lo que es sentirse solo.(...)
(...) Desde que estoy aquí me he encontrado tres tipos de funcionarios. Un grupo de ellos entiende que no es justo que esté aquí y me tratan como una persona, el trato es normal. Otros me tratan como a cualquier otro preso, con todas las distancias, con todas las precauciones, pero son los menos. Otro grupo de funcionarios te hacen saber que no están de acuerdo con tu opción y que tienen derecho a machacarte: si has entrado aquí, por algo será, no serás un niño bueno, las leyes están para cumplirlas y tú te las saltas...
- Y tú tío, por qué estás aquí? Pues ya ves, por no querer hacer la mili.
Se ríen, se ríen mucho.
- Que estás en el talego por no hacer la mili? Venga tío... Pues yo no he hecho la mili.
- Ni yo. Ni yo... -dijeron unos cuantos-.
- Y desde luego no nos han metido en el talego por eso. Nos hemos buscado la vida.
- Bueno, está bien, pero yo quiero que eso cambie, que no haya mili, que no haya ejército, y entonces me he negado a ir.
Esa es su primera reacción.
Hoy estaban unos cuantos presos hablando en la galería:
- Es por sus ideas -decia uno-.
Y a mí hay algo que me recorre por dentro. Los presos me tienen en palmitas. Hay una relación mutua de respeto y apoyo.
Esa es la otra reación.
- Hola! Hola! Tu eres el insumiso, no?. Yo soy el maestro.
Estoy de acuerdo con eso de no hacer la mili, y es una putada esto de la carcel. Tu no tendrías que estar aquí.
Hoy hemos vuelto a hablar, pero yo ya no quería charlar de la insumisión, sino de la cárcel, y tampoco de mí sino de él, y de otros como él que deberían de hacer un montón de cosas por los presos y sin embargo son personas pasivas.
** Hay veces que uno piensa que está aquí solo. Luego piensas en la gente cercana, y te das cuenta de que no. Y luego, hay otras veces que te das cuenta de que están también los que no salen en los periódicos, a los que nunca se les escucha su palabra no dicha que es tambien un silencio no escuchado.
Los conceptos de pueblo o gente, a estas alturas olvidados o pasados de moda, de repente tienen cuerpo en algunos rostros que no conoces. Hoy una mujer me ha escrito diciendo: soy la madre de un chico que se está pensando eso de la insumisión. Ayer recibí otra carta: soy una chica de trece años que te escribo para darte ánimos... y yo me hablando y me reafirmo.
Estas cartas me llenan de lo único que llena. Esa gente inesperada que incluso un día que piensas que no está y sin embargo luego está ahí, me llena de esperanza.
** Por qué a unos les clasifican en tercer grado y a otros no, si a ambos les corresponde según la ley?
Por qué se recurre siempre a la sanción, al autoritarismo?
Por qué no se respetan los derechos de los presos?
Están jugando con la libertad de otros, están machacando a algunas personas.
Yo iba tejiendo mis preguntas y recogiendo experiencias de otros presos que me habían dado permiso para plantearselas al Director. El Director me enviaba globos sonda. Un funcionario me decia: él quiere hablar contigo. Y otro día: tiene mucho interés...
Y yo esperaba y tejía las críticas, pero claro él no llamó.
** Poder salir a la calle.
Han pasado cuatro meses. La primera tarde no quiero salir. Hoy he ido a dar un paseo. Tenía ganas de ir a casa tranquilo. La gente de fuera había preparado una movida en la calle, pero a mí me pilló de improviso, fue un cambio muy brusco.
De repente las distancias se me desbarataron. Todo me parecía muy lejos. Miraba al horizonte ensimismado. Tenía ganas de ir a casa, pero había olvidado el camino. A veces el olvido es un mecanismo de defensa.
Mi hermana me dice: Ahora escapas de todo el mundo. Yo? Sí, tú. Ayer hemos venido a verte y no estabas. Hoy hemos venido a tu casa y has escapado como un cohete...
Y yo pienso que necesito tiempo. Que aún tengo que darme cuenta de que empiezo a estar fuera. Que tengo que buscar de nuevo mi sitio.
Estos días pienso en lo que aún me queda por pasar: que voy a ser yo cuando termine la prisión? Y me respondo: quiero ser el de antes. Y tengo miedo a no ser el de antes.
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Segunda parte.
** De vuelta
Nadie se atreve a hablar. O mejor, todo el mundo habla para no hablar. Me doy cuenta de que a la gente le da miedo preguntarme cómo he vivido toda esta historia. Hay interés en apoyarme, pero creo que no saben muy bien cómo. Y yo, que ahora me doy cuenta de esto, cuento cosas y más cosas como se cuentan batallitas.
Hasta ahora no ha habido el espacio para compartir todo esto, ni para evaluar, porque ha estado siempre entre todo lo demás, en un pasillo, en un ya me imagino, en un qué tal.
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Entrada relacionada: paqquita.blogspot.com/2009/03/los-insumisos-condenados.html
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