octubre 23, 2010

Proyecto cultural del anarquismo español

ENVIADO por Angel

"Los anarquistas no tienen muy buena prensa pero han sido el movimiento más creativo a todos los niveles que ha existido en la historia de este país" Publicado el 13/09/2010 en Público.es ANÁLISIS. Autor: JAVIER NAVARRO

Los libertarios españoles han otorgado siempre una especial importancia a la cultura y la educación como instrumentos fundamentales de su proyecto emancipador y de transformación social. La organización de conferencias, debates o cursillos; la creación de escuelas diurnas (racionalistas, muchas de ellas tras la estela del pedagogo Ferrer y Guardia) y nocturnas para los trabajadores; el fomento de la lectura y la puesta en marcha de bibliotecas; la publicación de periódicos y revistas, libros, folletos y obras de reflexión y literarias de todo tipo, o la celebración de veladas teatrales, son algunos ejemplos de este afán cultural.
Todas estas actividades solían desarrollarse en el interior de los grupos ácratas, los locales sindicales de la CNT, las agrupaciones de Juventudes Libertarias o Mujeres Libres, así como en los célebres ateneos ("racionalistas", "libertarios", etc.), concebidos en principio con una finalidad específicamente formativa. A todo ello hay que añadir la apuesta por prácticas como el excursionismo o el naturismo, la defensa de una nueva moral sexual y de relaciones de pareja, el antimilitarismo o los códigos de comportamiento laicos al margen del control religioso o estatal, entre otros.
La fe en el perfeccionamiento humano a través del conocimiento y la confianza en las posibilidades transformadoras de la razón y la ciencia arraigado todo ello en una amplia tradición ilustrada, radical y socialista reafirmaban la presencia relevante de la acción y la reflexión cultural en el programa ácrata al menos en un doble sentido.
Primero, en el de la necesidad de la restitución de la cultura al pueblo garantizando su acceso a ésta y de la erradicación de la ignorancia, efecto perverso de la explotación. Pero también por la convicción de la labor cultural como un valor en sí mismo, factor de liberación y transformador de la realidad y del individuo. Sin esta "revolución de las conciencias", sin este aprendizaje personal y social, la revolución social quedaría incompleta. De hecho, sólo la presencia de seres plenamente ilustrados, conscientes, autoemancipados y libres de prejuicios, sería capaz de garantizar a la larga la consolidación de una futura sociedad posrevolucionaria.
*Profesor de historia contemporánea en la Universidad de Valencia.


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