mayo 24, 2013

¿Estamos gobernados por idiotas morales?, de Juanmaría García Campal

http://leonoticias.com/frontend/leonoticias/Estamos-Gobernados-Por-Idiotas-Morales-vn118194-vst424 Publicado en 26/04/2013 

 ... y, por mero deseo de reciprocidad, procuro no dejarme arrastrar al juicio de las ajenas intenciones.
Por eso, de normal, con respecto a los que escoñan la vida del prójimo, su presente y su futuro, con sus decisiones y actos, prefiero más bien opinar públicamente, eso sí, con opinión firmada y rubricada. Es lo que hoy me pasa con los idiotas morales.
Idiota moral es un concepto tratado ya desde 1993 por Norbert Bilbeny y García en su obra El idiota moral. La banalidad del mal en el siglo XX. Con él se refiere el autor a ese tipo de personas que, no careciendo de un nivel más o menos elevado de inteligencia desarrollada o cultivada, son, sin embargo, o así se manifiestan, incompetentes para diferenciar las consecuencias éticas de sus actos y decisiones. Su grado de idiotez es a veces tan elevado que están inhabilitados para distinguir el bien del mal que los unos, sus actos, y las otras, sus decisiones, causan al bienestar –felicidad no es término que me guste en exceso- de los demás.
Conste, en mi defensa, que hasta ahora, y aunque también sea viernes (consejo de ministros, ¡cuerpo a tierra!), no he puesto más nombre propio en este texto que el del creador del concepto de idiotez moral, así que cualquiera otro que se le haya pasado por la cabeza a quien me lea es de su personal responsabilidad.
Si a esta idiocia moral añadimos cierto grado de cinismo, en el sentido éste de desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables, y se entrega el idiota moral de vario género a la prostitución del lenguaje con eufemismos –prostitución que alcanza al propio significado de eufemismo: manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante (verbi gratia: lamento mucho lo tuyo por siento mucho que te hayan despedido)- los cuales, más que tales, son utilizados como torcederas del lenguaje para engañar y confundir a ciudadanos y opinión pública, ya es para echarse a temblar, si aún no se está. Muchos de los circunloquios utilizados podrían tomarse a risa si no fuera porque la realidad que pretenden ocultar se muestra dramática cuando no ya trágica y no puede apreciarse en ellos el mínimo humor, ni tan siquiera la mínima decencia política. Contradicción esta que, nuevamente, me lleva a preguntarme, ¿por quién nos tienen, estos cínicos idiotas morales que nos gobiernan, en vario ámbito territorial?
No voy a ponerme aquí a hacer recopilación de ejemplos, ni yo tengo ganas de cabrearme con efecto retroactivo ni a ustedes le serán del todo ajenos. Baste como refresco de memoria uno de los últimos escuchados y con el que se  disfrazaba la emigración de nuestra juventud como “movilidad exterior”.
Conste en mi defensa, ahora, lo mismo con referencia a los apellidos. Los que le hayan podido resonar en el cerebro a quien leído me haya no le habrán llegado de mi texto.
Habría que recordar a nuestros dirigentes políticos, especialmente a los gobernantes de éste injusto desgobierno las sabias palabras de Fernando Lázaro Carreter: el lenguaje ordena la visión del mundo y su perversión es uno de los mayores peligros a los que se enfrenta la democracia.
Respóndase cada cual la pregunta que planteo. A mí, de la respuesta, me salen lamentaciones: ¡Ay del día que rompamos el vínculo del lenguaje y no les creamos ya ni las verdades! ¡Ay del día que digamos: Basta!
Juanmaría García Campal

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