agosto 20, 2017

Para responder con fuerza al fascismo es necesario prepararse para responder con valentía al fascista que llevamos dentro

Fernando Broncano R ·  16/8/2017
Estoy de acuerdo con la fuerza de los argumentos de Juan Soto Ivars en esta columna. Su posición sobre las marchas de Chartlotesville no es equidistancia sino sentido común. Ayer, la prensa de USA se hacía eco de la posibilidad de una nueva edición de la guerra civil. En España sabemos mucho de esto y la analogía con ETA de Juan me parece bien traída: ETA fue derrotada por la acción policial y la social. Combinadas. Pero no solo por la policial y los "demócratas-demócratas" sino también por la transformación y la acción positiva que ocurrió en el movimiento abertzale. Discrepo, sin embargo, con él en que estos procesos sean "diálogo". Me parece que la fuerza de las razones no tiene por qué ejercerse necesariamente en un proceso bienintencionado de diálogo, sino por las derivas del antagonismo verbal o escrito en la esfera pública, en tanto que transforma la sociedad y a todos los elementos en disputa. Para ello es necesario dejar oír todas las voces. Los monopolios informativos terminan produciendo trumps y consecuencias similares. Popper tenía razón: que se maten las razones, no las personas. Para ello es necesario articular un modelo de democracia muy abierta, ¿Cuándo hay que prohibir la libertad de expresión? No me parece que ésta sea la pregunta política (es una pregunta constitucional). La pregunta política es ¿cuándo debemos responder al adversario con razones políticas y no con insultos? Solo quienes son capaces de agotar este campo (y se necesita mucha valentía para hacerlo (de hecho los insultadores profesionales suelen ponerse máscaras) tienen legitimidad (y seguramente también virtudes) para defender la democracia por otros medios. Para responder con fuerza al fascismo es necesario prepararse para responder con valentía al fascista que llevamos dentro. Eso es lo que Foucault nos enseñó con la reivindicación del cuidado de si para ejercer la parresía.
Por cierto, más profunda que la paradoja de la tolerancia de Popper es la paradoja de la democracia que han tratado teóricas de la democracia radical como Chantal Mouffe y otras. ¿Cómo es posible que democráticamente se elija la subordinación colectiva? Moverse en esas aguas turbias es lo que significa pensar políticamente.


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