septiembre 23, 2017

Marruecos está más lejos que Venezuela




Si usted lee los periódicos, escucha la radio y ve los informativos televisivos podría llegar a pensar que el único país del mundo con problemas políticos es Venezuela. La atroz dictadura del sátrapa Maduro. Un país hermano acosado por el hambre, la falta de medicinas y la ausencia de libertades democráticas. Diarios de la calidad, la solvencia y el prestigio de El MundoABC o La Razón ilustraron sus portadas del pasado 31 de julio con una imagen espeluznante: una nube de fuego estaba a punto de engullir a unos policías en moto. “Nueve muertos y severa contención policial marcaron ayer el golpe de gracia chavista a la democracia venezolana”, decía ABC como explicación a tan pavorosa imagen.
Lástima que se tratase de una manipulación: la fotografía que reflejaba todo el horror de la represión de Maduro era en realidad la de un atentado contra una caravana de la policía en el que resultaron heridos siete agentes. Ruido y propaganda.
Este post no pretende negar la crisis democrática venezolana, la pérdida de credibilidad de un Maduro sin futuro o la dura situación que vive la población de ese país. Ni mucho menos. Este post solo quiere recordar al lector que existen otros países hermanos que también están pidiendo cambios, que sufren dictaduras, y que sin embargo son arrinconados por los grandes medios de comunicación. No hablo de Guinea Ecuatorial o Arabia Saudí, que podría, sino de nuestros vecinos más próximos. Y más trascendentes a nivel político y social. Marruecos, un país que tiene la llave de nuestra tranquilidad, y que puede causarnos grandes problemas, ha vivido en las ultimas semanas situaciones que sin duda resultarán claves para su futuro. Y para el nuestro.
Sin embargo, la mayor crisis en el reinado de Mohamed VI ha quedado escondida en las páginas interiores. Portadas y editoriales para Venezuela. Rincones escondidos para Marruecos. ¿El pulso de Alhucemas, decenas de miles de personas frente al Palacio Real exigiendo justicia y mejoras sociales, relegado a la categoría de anécdota? Eso parece. Y resulta extraño, puesto que Marruecos, insisto, quizá sea el país con mayor influencia directa sobre España (No se pierda en El País, si las encuentra, las magníficas crónicas de Francisco Peregil).
Algún antisistema podría pensar que Venezuela es una dictadura no amiga. Y que Marruecos, Guinea Ecuatorial o Arabia Saudí son dictaduras de las nuestras, de las que no renegamos, a las que no exigimos democratizarse. Si no condenamos el franquismo, pensarán algunos en Moncloa, ¿cómo vamos a criticar a Mohamed VI, Obiang y compañía?
Maduro no es nuestro hijo-de-puta. Es el hijo-de-puta de Podemos. O al menos de eso tratan de convencernos el Gobierno y los medios de comunicación ultraconservadores, pese a que la Audiencia Nacional ha archivado todas las acusaciones sobre la financiación ilegal bolivariana de los de Pablo Iglesias“No entiendo por qué Nicolás Maduro no se apresura y adopta la Constitución saudí para que el gobierno de Estados Unidos esté contento con él”, dice sabia e irónicamente Julian Assange, fundador de Wikileaks. O la de Marruecos, ese país lejano en el que nunca pasa nada.

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