diciembre 15, 2020

Poema: De la cosmicidad y la naturaleza. Y de sus errores, de Antonio Gamoneda

 13/11/2020   INFOLIBRE.ES    Antonio Gamoneda

La depredación implicaba la usura de poder y de beneficio, y los depredadores crearon sistemas para acumular beneficio y poder. Los sistemas crearon a su vez estrategias que acrecentaban el genocidio y el hambre.
De la cosmicidad y la naturaleza. Y de sus errores
De la cosmicidad y la naturaleza. Y de sus errores


Vi palomas temblar en el desván del frío y otras aves volando incesantes sobre el abismo. No había luz ni sol para las palomas, las aves no tenían donde posarse.

No es cierto; es alucinación y fábula poética. En certidumbre,

sólo la inmensidad existía.

La inmensidad cuajada en el silencio que precede a las grandes tormentas.

Si la verdadera fábula es otra, prosigo fiel a la verdadera fábula.

Escuché el gemido del sílice y el aullido del basalto; advertí la combustión del cuarzo y que el ónice abrasaba las selvas volcánicas.

Era otra vez la inmensidad; la inmensidad en llamas.

Todo sucedió en un instante sin límites. Todo se destruía para nacer, todo nacía

en un solo latido.

Cesó la gran pulsación; la inmensidad asumió la geometría del relámpago y decidió las cifras del vértigo y la elíptica planetaria.

Éste fue el día del número universal. Aún era fuego la púrpura de los últimos cimacios.

Sucesivamente,

la obsidiana quebró los hexágonos y calculó los ángulos de la luz. En este punto, sucedió otro instante.

El instante era el tiempo.

Pasaron millonarios los siglos; el oxígeno y el agua se crearon a sí mismos, penetraron la química del carbono y engendraron a los seres vivientes,

así existieron los animales, los vegetales, el amor, la procreación, los alimentos.

Los seres vivientes se reunían para vivir y practicar las grandes costumbres. La empatía y la igualdad estaban en ellos. Pacíficos,

consumían los bienes y los multiplicaban.

Pero hubo seres vivientes –hombres, precisamente– que descubrieron la soledad del individuo (hay autores que afirman que no fue un descubrimiento sino una insidiosa pandemia). Fuera lo que fuese, la soledad fue un error. El primer error de la naturaleza viviente.

Los solitarios no se reconocían en la vida de todos; se reconocían únicamente a sí mismos. Olvidaron las grandes costumbres y destruyeron la empatía universal. De este modo, aparecieron sobre la tierra la división, la pobreza, el genocidio.

La pobreza y el crimen alteraron la causa natural de la muerte, depreciaron el valor de la vida y anularon el equilibrio del bienestar y la propiedad. Así empezó sobre la tierra

la era de la depredación.

La depredación implicaba la usura de poder y de beneficio, y los depredadores crearon sistemas para acumular beneficio y poder. Los sistemas crearon a su vez estrategias que acrecentaban el genocidio y el hambre.

A los genocidas se les dijo héroes y los que multiplicaban el hambre se atribuyeron el gobierno absoluto, básicamente económico, de las comunidades. Unos y otros redactaron leyes que legitimaban la depredación y la propiedad de los bienes depredados.

Pasado algún tiempo, por conveniencias de gobierno y estéticas,

se creó la democracia.

La democracia —nadie sabe qué pueda ser la democracia; quizá sea un tejido invisible o un espíritu venéfico— maquillando los resultados del crimen, promulgando derechos antinaturales, 

se constituyó en garantía, autoridad y árbitro de la depredación,

normalizando, como es natural, el hambre, la explotación y el genocidio.

En resumen:

vista la fábula cósmica, puestos ya en la que es realidad y realización de la naturaleza; es decir, puestos honradamente en su valoración objetiva y en su historia cierta, esté escrita o no;

atendiendo también honradamente a que pueda ser necesario corregir la conducta histórica y escribir otras páginas,

se hace evidente

que el hombre, la soledad, el genocidio y la democracia

fueron determinantes de que, como dijo un poeta alucinado,

"brotase el bronce en las ramas inmóviles".*

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*El escrito ut supra, con o sin los párrafos que aparecen en esta nota, es, lógica y necesariamente, una propuesta de lectura. El autor quiere ofrecerla especialmente a quienes tienen sus convicciones ancladas al valor de la Democracia. Con gratitud en principio por este anclaje, y en definitiva por su voluntad de ser sinceramente críticos con las realidades naturales e históricas. Incluidas, obviamente, las realidades democráticas (...)

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