Sara Aminiyan Llopis / Anna Enrech Calbet Conakry / Barcelona , 6/03/2024
El 95% de las mujeres ha sufrido mutilación genital en el país africano, pese a que la ley lo prohíbe
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
La activista feminista guineana Kadiatou Konaté. / Sara Aminiyan LlopisEntre el zumbido de las carreteras asfaltadas, las que están cubiertas de barro y las que tienen todo tipo de baches, Conakry se abre como la capital y ciudad más grande de Guinea, ubicada en el oeste de la costa norteafricana y bañada por el océano Atlántico. Es la ciudad natal de Kadiatou Konaté, referente juvenil en el país, reconocida por su activismo feminista.
“Todo empezó cuando, un día, una compañera de clase del instituto me llamó y me dijo que la querían casar forzosamente. Este fue el detonante y el inicio de la lucha: intentamos parar el matrimonio por todas las vías, y al final, gracias al apoyo de los servicios sociales y la mediatización del caso, conseguimos frenarlo”, recuerda Kadiatou. “También empezó como un desafío hacia mi padre, que decía que las generaciones más jóvenes no hacíamos nada”. Desde aquella declaración de intenciones, su perseverancia en la lucha a favor de los derechos de las mujeres y las niñas y en contra de las violencias de género la han consolidado como líder política: arraigada en su país, en su ciudad y, sobre todo, en su comunidad.
A partir de este caso, Kadiatou se convirtió en un faro de referencia y ayuda para muchas chicas que se encontraban (y se encuentran) en la misma situación. “Para mí es una pasión y un deber que voy desarrollando y aprendo cada día. Es un: contigo y para ti”, explica sentada en uno de los sillones del comedor de su casa, embarazada de pocas semanas de su primer hijo. Vive con su marido en un piso alejado del centro de la capital, rodeado, como la mayor parte del país, de edificios a medio construir.
Konaté tiene 22 años y se ha graduado hace poco en Comunicación Audiovisual. Actualmente, es la presidenta de la asociación Club de Jóvenes Líderes de Guinea, una organización nacida en 2016 que crece cada día. La asociación acoge a más de 500 personas voluntarias que trabajan en todo el país, repartidas entre las ocho regiones administrativas en las cuales se divide Guinea, para sensibilizar en torno a los feminismos y la protección de los derechos humanos. “Todas las voluntarias son embajadoras de la lucha contra el matrimonio forzado, la mutilación genital femenina y la violencia sexual. Son prácticas que teóricamente están castigadas por la ley, pero que todavía están muy arraigadas en la cultura y en las comunidades”.
Una de las violencias más extendidas que se ejercen sobre los cuerpos de las mujeres guineanas (y sobre todo de las jóvenes) es la mutilación genital femenina (MGF). El 95% de las mujeres del país la han sufrido, lo que sitúa a Guinea como el segundo país del mundo donde se ejerce más esta violencia, después de Somalia. El matrimonio forzado e infantil también es una práctica cotidiana. Según un estudio de la Fundación Wassu-UAB, en 2021 el 47% de las mujeres en Guinea se casaron antes de los 18 años. Una de las conclusiones que apunta el estudio es que, mientras haya una comunidad que legitime y ejerza la MGF, es muy probable que también fuerce a sus hijos e hijas al matrimonio infantil. Además, también señala que “en las sociedades donde las desigualdades de género limitan el acceso de las mujeres a la independencia económica, el matrimonio forzado acostumbra a ser una buena opción de supervivencia para asegurar cierta seguridad financiera”.
A pesar de que el Código Penal del país castiga la violencia machista, la falta de esfuerzos políticos en materia de atención, de construcción de centros de acogida y de apoyo a las víctimas hace que las violencias se perpetúen. “El abuso sexual es una realidad en todos los niveles, también en las esferas políticas más altas. La gente no habla de ello y se acaba normalizando”, denuncia Kadiatou.
Fuera de las ciudades, esta realidad se potencia todavía más. El 62% de la población guineana vive en zonas rurales donde el nivel de alfabetización es muy bajo, especialmente entre las mujeres. Según los datos recogidos por la organización Sara, una ONG local que trabaja con las comunidades para hacer frente a la feminización de la pobreza, el 80% de las mujeres rurales guineanas no están alfabetizadas.
Boubacar Sylla, presidente de otra ONG local, Club de los Amigos del Mundo, explica que “la carencia de recursos básicos y de servicios como la sanidad y la educación provoca que la vulnerabilidad a la cual están expuestas las mujeres y niñas sea más grande”. Durante un encuentro en su sede en Conakry, compartida con Acción Sin Fronteras (que trabajan para la prevención y acompañamiento del VIH y el empoderamiento feminista) y OSAC (que trabajan contra el paludismo), apuntan que “las mujeres casi no tienen acceso a espacios de poder”. Explican que, además de la mutilación genital femenina y los matrimonios forzados, en los espacios privados los índices de violencias de género, tanto psicológica, física como feminicidios, se disparan. “Todas estas violencias se quedan de puertas para dentro, pesan más la presión y el estigma social. Tampoco hay ningún tipo de atención psicológica. Tenemos constancia de casos de mujeres que se han suicidado porque no podían soportar más violencias” (...)
No hay comentarios:
Publicar un comentario