¡Qué grande eres! pero ¡qué grande que eres!
Fue frase que escuchó de sus labios en varias ocasiones, y, si bien, en principio la halagó, acabó molestándola en alguna forma, porque intuyó que, tras la admiración, acechaba el abismo insalvable que él interponía entre ambos.
Y así fue, ella siguió teniendo comportamientos grandes y él ... él fue empequeñeciendo a ojos vista. Como se sentía pequeño, se vivía pequeño, se portaba pequeño, se quedaba pequeño.
No volvió a saber de él. Dicen que está bien, como siempre.
PAQUITA
No hay comentarios:
Publicar un comentario