El profesor Juan Carlos Monedero sufrió el otro día un incidente que da cuenta de cómo campa, ya sin pudor, la agresividad ultraderechista. Al ser reconocido como fundador de Podemos, fue increpado e insultado por dos vigilantes de seguridad de la empresa privada Prosegur en la estación de Sants, en Barcelona. Cada vez son más frecuentes y desvergonzados este tipo de comportamientos. Empoderados por los aires que corren, los fascistoides hacen gala de unas actitudes chulescas que, en el caso de proceder de miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, o de vigilantes de empresas privadas en lugares públicos, incurren en el abuso de poder y en la conculcación de las libertades y derechos democráticos de la ciudadanía. En los últimos tiempos, he asistido a comportamientos así en estaciones de Renfe o en una comisaría a la que había ido a renovar mi DNI. Personas uniformadas y armadas que, lejos de mostrar conductas conciliadoras, de colaboración y apoyo, conductas que denoten que están al servicio de la sociedad, transmiten intolerancia, falta de respeto y modos violentos con mucho músculo, siempre apretado por banderita rojigualda.(...)