abril 04, 2009

Incertidumbres... (+ Paco Huelva)

(Publicado por Paco Huelva el 4/Febrero/2009 en ARTÍCULOS.
minombre.es/pacohuelva/
Volvió. Cuando ya lo creía "desaparecido" me lo encontré de pronto, mientras visitaba a una amiga -Mamen=Malegar-. Ambos muy apreciados. PAQUITA)

No vengas a verme. Nunca más. Aún ni en sueños hubiera pensado que pondría esto por escrito. Que lo haría incluso sin derramar lágrima alguna, sin retorcer de dolor este cuerpo lastrado por las vejaciones, por los insultos, por las mentiras. Pero, ya ves, en la vida todo es posible. El mejor ejemplo de ello eres tú. Alguien que siempre aparentó ser otra cosa, que nunca pudo definir lo que quería, lo que deseaba… un cúmulo de mentiras, eso eres. He pensado mucho sobre lo nuestro -¿lo nuestro?- desde la última vez que nos vimos. Tú tal vez no puedas hacer otra cosa que darte como te das, pero, yo fui un ingenuo y me moriré con ese estigma. Creo en las personas, sabes, necesito hacerlo. No creo en los dioses, en los políticos, en las filosofías… pero sí en las personas. Me asusta saber que hay gente que miente –que me miente- mirándome a la cara, a los ojos: estando al tanto del enorme daño que hacen. Que llenan de ilusiones mi cerebro sabiendo que nada de lo que me inoculan con dulces palabras y ojos melosos, como caricias, está sustentado en la promesa de un cumplimiento sino en la sima profunda y negra de una mentira. No me escribas más cartas. No me pidas que haga esto ni lo otro. Eras mi banquero… mi hombre de confianza ¿te acuerdas? A día de hoy, tu banco se ha quedado con casi todo lo que tenía. Si no voy a la sucursal y le meto fuego es porque sé que eres un simple hombre de paja, un lacayo del Sistema, y que tampoco serviría para nada excepto para convertirme aún más en un paria ante mi familia: lo único que me importa: lo único que me queda. Pero tu banco me embaucó, me engañó hasta el punto de confiarle todos mis ahorros, de firmar los documentos casi sin leerlos porque confiaba en ti y en mi banco… ¡Iluso! Y ahora, ahora que necesito un crédito, un pequeño crédito para salir adelante, al parecer soy insolvente. A pesar de que el Gobierno os ha entregado una inyección de dinero que pagaremos todos, vosotros –sí, tú y tus jefes-, os negáis a dar crédito a las pequeñas y medianas empresas y a las familias que lo necesitan. Ahora solicitáis el apoyo del Estado, pero, cuando os lo llevabais calentito y en fajos gordos, en billetes grandes, no repartíais nada. ¿Qué época aquella, verdad? No hace nada, ni un año casi, decíais que la economía española y la europea y la de todo Occidente estaba a prueba de crisis. ¿Quién ha urdido todo esto? ¿Dónde está el dinero? ¿Por qué nadie avisó de que el sistema capitalista se venía abajo, viejo castillo de naipes con los cimientos de papel mojado por la avaricia de unos pocos? ¿En qué enredos tan importantes estaban nuestros gobernantes, los de todo el mundo, para que nadie diera la voz de alarma de que el barco de las finanzas se iría al pairo? Que… una crisis de tal calado se avecinaba, como un tornado, barriendo las estructuras financieras actuales y exigiendo un nuevo modelo económico con algo más de intervención, porque el mercado libre y autónomo se ha caído, tal como se cayó en su momento el imperio soviético y su proteccionismo a ultranza. No, amigo mío, pasará mucho tiempo para que generéis confianza en las personas. Además, ya no valen ni vuestros anuncios multicolores ni vuestras recetas. El sistema capitalista ha muerto, descanse en paz –con todos los miles de millones amasados al calor de los negocios en la época de bonanza-. Ahora, ahora nos queda saber qué cosa nos traerá el futuro y qué profetas sustituirán a los que ya se han dado por muertos. Y en eso estoy, aquí, pensando solo y medio asustado en saber qué me depara el porvenir.

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