(Publicado por Duende Crítico en lunes, julio 20, 2009 en su blog duendecritico.blogspot.com/ Lema: "Un espacio de reflexión social defensor del Estado Social y Democrático de Derecho".
Un chico estupendo este duende riojano. PAQUITA)
Se hace necesario educar en valores. Cuando hablo de educar en valores no me estoy refiriendo a seguir determinada creencia o postura ideológica, o ambas. No, hablo de otra cosa relacionada con el civismo, con el respeto al prójimo, que para eso no hace falta ser religioso. En menos de una semana se han producido dos violaciones de menores. Curiosamente, o no, estas han sido perpetradas también por menores y algún despistado joven veinteañero. Sin lugar a duda, estas actuaciones denotan un machismo desmedido y una preocupante falta de valores.
Muchos han coincidido en señalar que es indignante, pero pocos han dado soluciones. Sí que es cierto que algunos se han aventurado a indicar que alguna modificación en la conocida Ley del Menor (norma que no puede actuar en uno de los casos en el que varios autores tenían menos de 14 años) podría dar resultados, pero pocos han ahondado en un aspecto esencial para cualquier persona como es la educación.
Los últimos casos han sido el ejemplo más extremo al que puede llegar la falta de disciplina, o como queramos llamarla, y de conciencia moral. Alguno me tachará de retrógrado pero no se trata de eso, ni mucho menos. No estoy hablando de volver al castigo físico a lo tonto, es decir, al viejo método de colegio franquista en el que la regla tomaba protagonismo como arma. Intento hablar de aprender lo que realmente significa autoridad, que no es otra cosa que respeto al que tiene más experiencia en la vida que tú. A partir de ahí, reconocido positivamente este principio, se puede trabajar en el civismo como base de la conciencia de las futuras generaciones.
Ciertamente, aquí es donde puede haber problemas. A la hora de enfocar el civismo, hay que tomarlo desde una perspectiva abierta, no dogmática, y externa a cualquier posible manipulación política o religiosa. Con esto, no quiero decir que las religiones carezcan de este civismo. Muy al contrario. Lo que pretendo decir es que debemos impulsar la solidaridad o el respeto como valores a la hora de hacer entender a un joven que él vive en sociedad y que, por tanto, ha de convivir con otras personas a la que no debe herir y con las que debe procurar no tener problemas. Estos principios fundamentales han de darse a conocer no sólo desde la escuela, sino desde los círculos más cercanos como puede ser la familia.
Si la educación sigue así, poco podemos hacer. No cambiará nada y seguiremos viendo que los 'pequeños monstruos' pueden campar a sus anchas. Si alguno piensa que la solución a estas brutales agresiones pasan únicamente por la modificación de la ley, apaga y vámonos. Es cierto que hay que acabar con ciertas impunidades legales, pero también es verdad que hay que hacer algo más.
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