(Publicado bajo el título Poesía semanal el 2 Diciembre 2009 por Pierre Miró en su blog. PAQUITA) www.elpobrecitoveedor.net/blog/
Esta semana también toca sesión de poesía, que me llega vía Cardo. Hoy son los versos de Fernando Fernán-Gómez. Los recomiendo especialmente a quien no tenga prisas y quiera trasponerse por un instante al universo de los sentidos, a la calidez de las palabras, al juego de la sintaxis excelsa o a la composición fantástica de las metáforas. Están encabezados por un título: Proyecto.
Hoy, tú y yo en la intimidad.
No sabemos de mañana.
Ni siquiera de esta noche.
El futuro es una trampa,
y ya sabemos que todo
se desvaloriza y pasa.
No existo si no me ves,
no existes sin mi mirada.
Existen tus cinco dedos
porque caben en la palma
de mi mano. Y ese agua
verde y limpia de tus ojos
no sirve si no les calma
la sed a los ojos míos.
Ni tu mirada es mirada
si no vale para verme.
Yo no era cuando no estabas.
No seas cuando no estoy.
Quédate: puebla la nada.
Sirvo yo, sirve mi carne,
y mi verbo: sirve mi alma.
Sirves tú y sirve tu risa.
Si tu ausencia es esperanza,
tu presencia y mi presencia
dan fe de que hacemos falta.
Árbol tú con tronco mío,
y te nacen en las ramas
hojas que tienen mi verde.
Leña tú para mi llama.
Tu saliva y mi saliva,
la fuente de nuestra agua.
Sea mi carne alimento
del fuego de tus entrañas.
Con tu llave y con mi llave
la tenemos encerrada
en ese negro desván. Escúchala cómo rabia.
Déjala, olvida, no mires;
guárdate la llave, no abras.
Que muera la soledad,
la enemiga enamorada.
¿Estás sola? Te acompaño.
¿Estoy solo? Me acompañas.
¿No recuerdas?
Óyeme.
No recuerdo.
Y tu mirada
me abre horizontes petréritos.
Feos muebles. Y tú bailas.
Feo ruido. Y yo te canto.
Dame el tacto si se apaga
amor de amor en mi carne.
Me muero…
Toma esperanza.
Ahora tu risa es mi risa
y tus lágrimas mis lágrimas.
Comulgando con tu lengua
estoy lleno de tu alma.
Toco tu carne en la mía.
Mi corazón es tu almohada.
Mi nuca no se termina
cuando tus dedos le faltan.
Tu alegría y mi alegría,
tu esperanza y mi esperanza
son ese último temblor
de irnos juntos a la nada.
Muleta de mis caminos.
Alimento de mis ansias.
Reposo de mi cansancio.
Tus ojos son las ventanas
por las que comprendo el mundo.
Toma mis brazos y cava.
Tú, raíces; yo, cimientos.
Mira qué firme la casa.
Pasa el hambre y la tormenta;
pasa el odio, la venganza,
la envidia… Pero tenemos
la soledad encerrada.
Los recuerdos, todos de oro;
los porvenires, de plata.
Tú y yo en lo alto de la torre.
Debajo, la vida pasa.
Caminante/Paquita dijo... 11 Diciembre, 2009 a las 22:32
Bueno… ahora, con más relajo, digo ¡mira que a mí no me gustan, normalmente, los poemas largos! sí, eso digo y mira por donde leo éste y no me lo parece tanto.
Besos de tu “vieja” admiradoradora: Paquita
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