julio 06, 2010

Fugas de las prisiones franquistas... (+ Daalla)

Publicado por Daalla el 6 de junio de 2010 el texto Fugas de las prisiones franquistas(3). La marcha de los 100 días fusiladosdetorrellas.blogspot.com/


En muchos lugares de España aún se sigue rememo
rando a los "Maquis", como demuestra este graffitti en un muro de la población barcelonesa de Sallent de Llobregat. Fuente: WikiPedia

Cuando el «Caudillo» vencedor en la contienda civil española firmó el último parte oficial de guerra -1 de abril de 1939 -, ignoraba que el histórico documento no reflejaría jamás toda la verdad. Porque esta verdad era que de aquel «Ejército rojo, cautivo y desarmado», existían todavía unidades irreductibles en diversos lugares de la geografía peninsular. Sería entonces cuando empezara realmente el verdadero movimiento Guerrillero en España aunque en realidad hacía ya tres años que existía pero que aún debería alcanzar su momento más espectacular en los años 1944-1950.

Nunca fueron muchos, pero les apoyaba una amplia red de colaboradores, los “enlaces”. Eran conscientes de que por sí solos no derrocarían al régimen franquista, sino que tenían que ser los catalizadores de un movimiento popular que pusiera fin a la dictadura.

Octubre de 1944. Los aliados están barriendo a los alemanes y la Francia ocupada está dejando de serlo. Muchos exiliados españoles que han estado luchando en la Resistencia contra los nazis ponen en marcha la invasión del Valle de Arán. Nombre en clave: "Operación Reconquista de España". Fuente: Historias con Historia
Al principio les llamaban los “maquis”, vocablo francés para denominar al paisaje de arbustos y matorrales en el que muchos republicanos españoles habían luchado contra las fuerzas de ocupación alemanas en Francia, tras la derrota en la Guerra Civil. Sinónimo de resistencia y de guerrilla, ellos preferían sin embargo autodenominarse Guerrilleros y en cada zona en la que luchaban fueron conocidos como “los del monte”, “fugados”, “fuxidos” o “emboscados” entre otros apelativos.

La enumeración de todos los hechos llevados a cabo por las diversas Agrupaciones de la Guerrilla anti-franquista es una tarea que nos llevaría a extendernos en exceso y que merece ser tratada en varios capítulos más adelante.

En esta ocasión me limitaré a narrar una proeza, la historia de seis guerrilleros de la Agrupación Guerrillera Málaga-Granada, que lograron culminar con éxito una marcha a pie, a través del campo, de más de 1.000 kilómetros, desde el 6 de Junio de 1952 hasta el 14 de Octubre del mismo año, casi siempre de noche, desde la sierra de Lújar, cercana a Motril (Granada) hasta Francia, con numerosas patrullas de la Guardia Civil guiadas por un delator, persiguiéndoles con saña hasta el final.

En 1952, después de escribir algunas páginas gloriosas, la Guerrilla estaba casi terminada. La feroz represión llevada a cabo por la Guardia Civil había dado sus frutos. Ya no sólo iban a por los Guerrilleros en la sierra, donde había numerosas bajas. También contra todos aquellos que suponían que eran sus enlaces. Se vuelve prácticamente imposible el aprovisionamiento de víveres y la recogida de información.

Padres y esposas de los Guerrilleros fueron detenidos y asesinados después de sufrir espantosas torturas y vejaciones sin cuento. Los Guerrilleros que desertaban eran utilizados en contra de sus ex-compañeros obligándoles a revelar las bases donde éstos recogían alimentos y otros objetos de primera necesidad.

Abandonados a su suerte por un Partido Comunista que había creado la Guerrilla para que las potencias democráticas vieran que aún había un ejército que luchaba por el restablecimiento de la República, pero que cambió de táctica cuando se demostró que éstas, lejos de ayudar a los luchadores anti-franquistas, ayudaban cada día más abiertamente a la dictadura, los días de la Guerrilla estaban contados.

Sólo quedaban 7 hombres en la sección que mandaba “Pablo”. Después de pensarlo mucho optaron por huir antes de que los mataran a todos. Era más fácil decirlo que hacerlo. Su decisión implicaba ir andando desde la sierra de Lújar (Motril) y atravesar toda España hasta pasar los Pirineos e internarse en Francia. Y ello unido a las dificultades de la extremadamente agreste geografía de nuestro país.

Estuvieron de acuerdo en que para lograrlo deberían observar a rajatabla las tácticas guerrilleras: caminar sólo durante la noche, guardando una distancia entre ellos de unos 15 metros, no utilizar caminos ni carreteras, no cruzar nunca un puente, evitar las poblaciones, no fumar mientras caminaban…

Se constituyó una verdadera red represiva contra los guerrilleros. La Guardia Civil era a menudo acompañada en sus acciones por somatenes (voluntarios civiles armados, generalmente falangistas y derechistas radicales), guardias jurados y forestales de los municipios afectados por la actividad guerrillera. Fuente: La Opinión de Coruña
No podían sospechar que el primer obstáculo lo tendrían antes de salir. Su compañero “Martín” había desertado aprovechando que estaba de guardia. Temiendo que les delatara, se pusieron rápidamente en camino hacia la sierra de Cazorla. Su temor se vio confirmado, aunque “Martín” tardó varios días en delatarles, lo que les dio una cierta ventaja sobre la Guardia Civil.

A los pocos días, sin embargo, tuvieron un encuentro con la “Benemérita” . Dos de los guerrilleros se perdieron, aunque pudieron reencontrarse días más tarde.

Intentando caminar cada noche hacia el norte, no siempre eran conscientes de hacerlo así. Sólo contaban con un mapa de España tomado de un viejo libro escolar y de su conocimiento de las estrellas, las cuales no siempre eran visibles por la niebla u otras circunstancias.

La Guardia Civil, mientras tanto, los perseguía. Obtenían, unas veces de grado y otras por la fuerza, información de los cortijeros, y preparaban apostaderos y emboscadas en los lugares lógicos por donde los Guerrilleros deberían de pasar.

Las provisiones se acababan y decidieron buscarlas no entre los campesinos por el riesgo de que los denunciaran, sino en tiendas de comestibles de los pueblos. Compraban en varias tiendas diferentes para no llamar la atención con el volumen de su pedidos.

Noche a noche seguían caminando en marchas durísimas, siempre campo a través, borrando su rastro con ramas atadas a la mochila. Con muchas dificultades, debieron atravesar varios ríos, algunos de ellos con fuerte corriente, bajo el peso de sus mochilas y armamento, agarrados unos a otros pues dos de ellos no sabían nadar.

El general Manuel Pizarro, gobernador de Teruel, se distinguió especialmente en su lucha contra la Guerrilla. Para ello, ordenó el desalojo de todas las masías para así cortar el apoyo y los suministros al maquis, utilizó nuevas tácticas de contraguerrilla (guardias disfrazados de maquis que robaban y torturaban indiscriminadamente) y de “tierra quemada” (quema de cosechas) para así minar los apoyos civiles al maquis. Igualmente, bajo su mandato se vivió una situación de auténtico terror entre la población sospechosa de simpatizar con la guerrilla utilizando métodos de enorme dureza: las palizas, los fusilamientos simulados para lograr confesiones, el envenenamiento de víveres o la implacable aplicación de represalias y de la fatídica “ley de fugas”, fueron frecuentes. Fuente: Socialistes de Morella
La Guardia Civil les seguía de cerca los pasos, empeñada en capturarles, gracias a la información de su ex compañero “Martín” y la que iba recibiendo de todos los lugares en los que había algún “puesto”.

Ya en Aragón, cerca de Valderrobres (Teruel), una noche coincidieron en un caserón medio derruido con una dotación de los "civiles". Los dejaron estar para no delatarse. Nunca supieron aquellos guardias lo cerca que habían estado de la muerte.

En Alcañiz compraron víveres y uno ellos tropezó de repente con un guardia civil que salía de un cuartel. Dándose de bruces, casi cayeron ambos al suelo; el guardia, sin imaginar con quién tropezaba, se excusó y cada cual continuó su camino. Durante unos días éste tropiezo fue motivo de bromas entre los huidos.

Así llegó el momento más temido por los Guerrilleros, el cruce del río Ebro, que bajaba muy crecido. Los puentes estaban descartados, ya que todos ellos estaban vigilados. Intentaron cruzarlo en un bote, pero fracasaron. No les quedó más remedio que solicitar los servicios de un barquero que se negó al principio, hasta que le encañonaron con sus pistolas. Llegados a la otra orilla y para retrasar la posible denuncia del barquero, pagaron a éste 1000 pesetas por las molestias.

Cruzado el Ebro, se les presentó el dilema de atravesar el Pirineo por el Valle de Arán o por Huesca. Decidieron que fuesen las circunstancias las que determinasen la dirección a seguir, pensando que así sus perseguidores no podrían prever un itinerario que ellos mismos desconocían.

Sus pasos les llevaron les llevaron a Barbastro, en la provincia de Huesca, población llena de soldados pues era una fuerte plaza militar. Uno de los Guerrilleros entró en una confitería donde compró pasteles y algunas botellas de coñac y de “Licor 43”. Para que el dueño no sospechara, comentó que era para un bautizo en el que él era el padrino de la criatura.

El riesgo que habían corrido al comprar aquellos licores se revelaría luego muy útil cuando tuvieron que caminar sobre la nieve y los pies casi se les congelaron.

Caminando por los términos de Naval, Alquézar, Boltaña y Bielsa, llegaron por fin al último de los grandes obstáculos de su viaje, el Pirineo. Una noche hablaron con un pastor que encerraba a sus ovejas en una cueva. Durante la cena el pastor les dijo que estaban en Monte Perdido y les explicó cómo podían alcanzar la frontera.

Los guerrilleros le convencieron a regañadientes de que les guiara. Tras varias horas de caminar sobre la nieve sin descanso, bajo una intensa niebla, se dieron cuenta de que el pastor les había llevado de nuevo hacia el sur, lejos de la frontera francesa. Un puñetazo y un trago de coñac le ayudaron para no volver a equivocarse de camino…

Tras desandar el camino y pasar por momentos muy duros y peligrosos atravesando un estrecho sendero de hielo que bordeaba un profundo abismo, llegaron por fin a la ansiada libertad, ya en tierra francesa. El pastor regresó con varios miles de pesetas que le dieron, por lo que que no salió mal librado de su poco entusiasta colaboración.


Subir el Monte Perdido (3.355 metros) es en verano una tarea larga y fatigosa pero al alcance de cualquiera (el autor de este blog lo hizo en varias ocasiones en su juventud). Con nieve la cosa cambia mucho. Con nieve helada, como tuvieron que hacer los guerrilleros en 1952, era un auténtico desafío al que tuvieron que hacer frente sin medios apropiados de escalada.

Posteriormente se entregaron con todas sus armas a unos agentes de la Gendarmerie francesa que, sorprendidos, escucharon su odisea recorriendo España en aquellas condiciones. Les atendieron con todo respeto y corrección, les dieron de comer platos de comida caliente que los guerrilleros aceptaron agradecidos, y que insistieron en pagar como habían hecho siempre.

El fracaso de la gigantesca operación de captura se puso en evidencia cuando la Guardia Civil se enteró de su llegada a Francia por las cartas que enviaron a sus familiares y que fueron interceptadas. No les quedó más remedio que admitir la derrota que les había infligido un grupo de seis guerrilleros que sólo se orientaron con un mapa de primaria y una pajuela para calcular distancias.

La marcha había durado 3 meses y 8 días, desde el 6 de junio al 14 de octubre. Los protagonistas, algunos de los cuales se afincaron en Francia, nunca se consideraron unos héroes, sino que siempre reconocieron que habían sido muy afortunados.

“Nuestras ilusiones habían naufragado, librar a España, a nuestro pueblo de la Dictadura había sido una quimera. Si abandonamos nuestro país era simplemente por no caer en las garras de algún que otro oficial conocidos por su inusitada dureza y que en aquellos tiempos proliferaban en el Benemérito Cuerpo”.
Enrique Urbano, 28 años en 1952. Uno de los componentes de la Marcha de los Cien Días, junto con Manuel Pérez, Ricardo Martín, Miguel Salado, Francisco Martín y José Navas (foto en su página)

Caminante dijo... 27 de junio de 2010 14:03
- Primero las pequeñas cosas... escribiste:
Sus pasos les llevaron les llevaron a Barbastro, en la provincia de Huesca (...)
Pregunto: les llevaron a Barbastro ¿dos veces o una?
- Tras la bromilla... lo serio, que no aburrido:
¿Qué estupendo artículo has "colgado" sobre los resistentes miembros de nuestra guerrilla particular. Mencionas los sitios por lo que anduvieron y al entrar en las cercanías del Pirineo, recorro contigo y con ellos el camino... Barbastro, Naval, Alquézar, Boltaña, Bielsa.
¡Qué cabrón el pastor! eso hace prueba de que el origen humilde y/o la ubicación geográfica no otorgan, per se, título "real" de nobleza.
En cuanto a Monte Perdido... los que por él hemos estado lo amamos y respetamos.
Como bien dices, en verano se puede subir con una relativa alegría.
En invierno y sin crampones, o cosa similar, es una temeridad inexcusable... si lo haces gratuitamente; no así si tu objetivo es salvar el pellejo. Esto último hace prueba de su fortaleza de espíritu, además de la buena condición física.
Como ya te dije en otras ocasiones, muchísimas gracias por traernos las vivencias, que no debemos olvidar, de otros, por su recuerdo.
¡Te lo copio! Un afectuoso abrazo: PAQUITA

Olvidaba añadir que ayer sábado, a la noche, estaba convocada una concentración en la Puerta del Sol, en homenaje a las víctimas del franquismo. Ignoro la afluencia que tuvo. Indagaré. Yo estaba regresando de Gredos -mi excusa, mi justificación-.


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