Publicado por Ciberculturalia en 14/06/10 en gritodelobos.blogspot.com/
Esta primera década de siglo ha puesto en evidencia que lo que nos hemos venido dando como válido en la sociedad desarrollada, puede tocar a su fin.
Quizás estemos evolucionando hacia un nuevo orden mundial. Quizás.
Estoy convencida de que muchos de nosotros definiríamos a nuestra sociedad como una sociedad altamente competitiva, una sociedad profundamente insolidaria. La crisis financiera primero, la crisis económica después, ha evidenciado esta caracaterística.
Mi pregunta es si ese nuevo orden evolucionará hacia una sociedad aún más canallesca que la actual, o se podría revertir la tendencia hacia una sociedad cooperativa y solidaria. La cuestión esencial es saber ¿cuál puede ser la fuerza motriz que lidere ese cambio?
De momento, sabemos que la crisis a pesar de las medidas de urgencia que los distintos gobiernos están tomando, (y quizás a causa de las mismas) no parece que vaya a disolverse, sino todo lo contrario, dando así la razón a lo que hace ya unos cuantos meses vaticinó el economista Santiago Niño Becerra, catedrático de Estructura Económica de la Facultad de Economía del Instituto Químico de Sarriá, que predijo un crash en 2010.
También sabemos que el ciudadano cada vez se siente más alejado de los poderes que le representan. Esta desafección se refleja claramente en las encuestas. Y se debe principalmente a que los ciudadanos ven como sus gobiernos toman medidas durísimas que golpean esencialmente a las clases populares, a las clases trabajadoras. Que observan como los dirigentes económicos están destruyendo, sin temblarles la mano, el Estado del bienestar. Que perciben como los grandes lobbies, los Bilderberg y similares, modelan el mundo a su antojo y siempre de espaldas a a los intereses generales. Que contemplan que el sistema actual de partidos políticos hace aguas por todos lados. Que miran con desolación la confusión permanente en que los sindicatos se hallan. De ahí esa desafección.
Por ello, estoy completamente convencida de que en esta nueva andadura, quizás los ciudadanos debieramos tomar mayor protagonismo para incidir en la gestión de los temas que nos afectan. Creo que ya es totalmente insuficiente la intervención de los ciudadanos unicamente a través de las urnas, cada cuatro años.
En este sentido, quiero destacar, entre muchos de las iniciativas existentes, una que me parece de gran interés, nacida ya hace unas decadas y que poco a poco va consolidándose en nuestro país: los bancos de tiempo.
Son instrumentos innovadores de política social, a escala local, basados en un sistema de intercambio de servicios por tiempo. La unidad de cambio es la hora, no el euro.
Herramientas de coparticipación ciudadana, su funcionamiento es sencillo y básico. Al inscribirse el nuevo miembro rellena una ficha con los servicios que ofrece y los que aspira a obtener, sabiendo de antemano que el tiempo de cada participante se valora igual. El mismo peso tiene, pongo por caso, una hora de planchado, que una de consultoría informática.
Se aprovechan al máximo las habilidades de cada uno de los miembros convirtiéndose la cooperación en una fuerza motriz. En una fuerza imprescindible y necesaria para el cambio social. Quizás con este sencillo sistema en donde "todos damos y recibimos", en idéntica y solidaria proporción, podría estar el embrión de un futuro mejor.
Son tiempos extraños para la política, tiempos en los que vemos como las instituciones económicas internacionales van difundiendo un discurso que tiene como único objetivo paralizar a la ciudadanía, convertirlos en individuos pasivos y apocados. Por ello estoy convencida, que es ahora más que nunca, cuando se necesita de una capacidad de iniciativa, por parte de los ciudadanos, mucho mayor. Una participación inteligente encaminada a conseguir una sociedad más justa e igualitaria, a través de una actuación directa y proactiva de nosotros, los ciudadanos (EN SU PÁGINA... MÁS).
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