abril 27, 2019

Mi voto no legitima el sistema. Voto en legítima defensa

Carolina Garcia Mogollon ·    22/4/2019
Nunca se me ocurriría decirle a nadie lo que tiene que hacer en unas elecciones. Ni si votar o no, ni a quién votar. Me parece una cuestión de mínimo respeto. Y algunas personas y algunas ideas las respeto (y hasta las comparto) demasiado como para levantarles el dedo.
Dicho esto, quiero contar mi opción.
Hace un tiempo decidí que esta vez no iba a votar. Que ya no, que ya estaba bien, que hasta aquí. Después, según se iba poniendo el panorama, cambié de idea.
Repito lo que he dicho muchas veces: mi voto no legitima el sistema. Voto en legítima defensa.
No es cuestión de ilusión ni de fe. Ni siquiera de esperanza.
Creo que el hecho de votar no me hace más cómplice de esta gran farsa en la que vivimos que, por ejemplo, ser funcionaria. O consumir gasolina. O usar redes sociales. O tener cuenta en el banco. O tantas otras cosas. Me repito de nuevo: el capitalismo nos hace cómplices desde que nos levantamos de la cama. Ahí radica su fortaleza.
Con toda seguridad, mi voto no cambia el mundo tanto como lo cambia el activista de la PAH o el voluntario de Open Arms. A cada gesto de rebeldía, mi máximo agradecimiento.
Estaréis de acuerdo o no conmigo, pero, por favor, no me acuséis de ingenuidad.
Si las veces anteriores ya votaba por un gesto mínimo de legítima defensa, esta vez no te quiero contar. No tengo confianza en avanzar demasiado por la vía institucional. Voto para intentar no retroceder décadas. Voto porque bastante mal estamos ya y me aterroriza ir a peor.
Voto contra muchas cosas, pero esta vez hay una idea que me obsesiona: voto para que mi hija y sus amigas puedan seguir recurriendo al derecho al aborto si alguna vez lo necesitan.
Y sí, al fascismo se le combate, pero si algunos llegan a tocar poder (más del que ya tienen, claro), los pocos derechos que tenemos caerán como moscas. Y con los derechos, nuestras vidas.
Una vida es algo demasiado hermoso para que se quede en una clínica clandestina o en la celda de una prisión o entre las olas del mar.
Ya son demasiados los que lo han perdido todo, como para que seamos más y que los culpables gocen todavía de más impunidad de la que ya tienen.
Como siempre, gracias por escucharme pensar en voz alta.
 

Copiado de la compañera Ana Pérez Cañamares con la que estoy de acuerdo. 
Gracias a Jesús Castillo Gómez por compartir.

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