CONOCIDO por pág. fb 4/12/14 de Gonzalo Tejerina Lobo
El fuego quemará todos vuestros bosques, pinares, huertas, montes, playas. ¿Playas? sí playas, pisos, casas, bares, casas de putas, bingos, discotecas, apartamentos, oficinas, talleres, empresas de mierda donde os partís el espinazo para enriquecer a un tipo que os odia como vosotros a él. Alquilando, por horas, cuerpos Y prenderá vuestros intestinos, bazos, apéndices, pulmones, hígados, páncreas, venas, colon, anos, pollas, testículos...
Y escucho toses, secas y enfermas, más allá del pasillo, toses de Belcebú, Lucifer, Satanás, El señor de las moscas, William Golding, el mal, el ser humano, es el Demonio. Todo está perdido. Todo es un infierno y Belcebú morirá de cáncer de pulmón. A ver, demasiado azufre. Veneno. Droga. miedo. Terror. Y escribo. Mucho. A todas horas. Sobre todo. De ti. De mí. De nadie. De los Nadie. E Israel masacra Palestina: dominar, torturar, someter, ocupar, mear, cagar, policía, militares, bombas. Bombas del pueblo elegido por el todopoderoso. Yahveh. ¿Y qué es eso de escribir? Ni idea. Chaval. Desgraciado. Poe, murió; Kafka, murió; Cortázar, murió, Bukowski, murió rico, con pasta. Y con gatos y una hermosa mujer a su lado.
Y puedo, borracho, recorrer un océano de mujeres desnudas con una botella en la mano y un cigarro en los labios. Mirarlas y sortearlas, mientras piden amor y no hay ya amor, sólo odio, deseo, fuego, carne, azufre, gasolina, humanos. Y me siento, solo, en la silla de mi escritorio a leer un relato de Bukowski, o una novela de Santiago Lorenzo, o un cuento de Poe. O puedo leer a mi hijo la Nana de la cebolla de Miguel Hernández y llorar de pena y rabia y odio, siempre el odio, porque lo escribió estando preso, y ser preso es jodido y ser pobre, como yo, porque pobre soy como también escritor, ya que escribo. Siempre. A todas horas. En cualquier momento. Puedo ser bueno, puedo ser malo. Puedo hacerlo sin pretensiones. Mis cojones pretensiones. Y los escritores nos alimentamos con el papel donde escribimos nuestras porquerías literarias que es una bonita palabra que sirve para todo y todo está perdido. El mundo es precioso como es una novela de un gran escritor que no recuerdo el nombre porque lo leí borracho de fama y de dinero y de drogas como la coca que es blanca y química y la literatura es negra y natural. Todo. Todo. San Fermín venimos, yo no voy. Escribo. La mente. Dante y su infierno y yo no moriré como lo haréis vosotros porque soy el elegido, capullo. Y mi novela batallará con el Quijote. Mis novelas batallarán con el Quijote y Galdós y Baroja y Unamuno y puedo estar leyendo un libro de Chirbes y no decirme nada y es la novela del año y me cansa y me aburre abundante vida interior. No sé. Tal vez no valga (yo). O tú. Tío, crecí escuchando la Polla. S.A. Kortatu. M.C.D. Reincidentes. Boikot. Banda Bassotti. Rip. Muertos de cristo. Sin dios. Barricada. Y lo primero que leí fue a Marx y Lenin y Gramsci y Luxemburgo y a Fidel Castro. Sus discursos. Largos como el hambre. Al Che. Y luego conocí a Montalbán y a Fante y a tal y tal y tal y. Bukowski me noqueaste. He leído mucha basura. Rica basura. Y no he aprendido nada. Puede que yo sea un puta basura. Que todo sea basura. Tal vez.
Salgo a fumar.
Tabaco.
Solo.
Sin dios.
Sin hambre.
Sin futuro.
Soy el elegido, sin duda.
Y escucho toses, secas y enfermas, más allá del pasillo, toses de Belcebú, Lucifer, Satanás, El señor de las moscas, William Golding, el mal, el ser humano, es el Demonio. Todo está perdido. Todo es un infierno y Belcebú morirá de cáncer de pulmón. A ver, demasiado azufre. Veneno. Droga. miedo. Terror. Y escribo. Mucho. A todas horas. Sobre todo. De ti. De mí. De nadie. De los Nadie. E Israel masacra Palestina: dominar, torturar, someter, ocupar, mear, cagar, policía, militares, bombas. Bombas del pueblo elegido por el todopoderoso. Yahveh. ¿Y qué es eso de escribir? Ni idea. Chaval. Desgraciado. Poe, murió; Kafka, murió; Cortázar, murió, Bukowski, murió rico, con pasta. Y con gatos y una hermosa mujer a su lado.
Y puedo, borracho, recorrer un océano de mujeres desnudas con una botella en la mano y un cigarro en los labios. Mirarlas y sortearlas, mientras piden amor y no hay ya amor, sólo odio, deseo, fuego, carne, azufre, gasolina, humanos. Y me siento, solo, en la silla de mi escritorio a leer un relato de Bukowski, o una novela de Santiago Lorenzo, o un cuento de Poe. O puedo leer a mi hijo la Nana de la cebolla de Miguel Hernández y llorar de pena y rabia y odio, siempre el odio, porque lo escribió estando preso, y ser preso es jodido y ser pobre, como yo, porque pobre soy como también escritor, ya que escribo. Siempre. A todas horas. En cualquier momento. Puedo ser bueno, puedo ser malo. Puedo hacerlo sin pretensiones. Mis cojones pretensiones. Y los escritores nos alimentamos con el papel donde escribimos nuestras porquerías literarias que es una bonita palabra que sirve para todo y todo está perdido. El mundo es precioso como es una novela de un gran escritor que no recuerdo el nombre porque lo leí borracho de fama y de dinero y de drogas como la coca que es blanca y química y la literatura es negra y natural. Todo. Todo. San Fermín venimos, yo no voy. Escribo. La mente. Dante y su infierno y yo no moriré como lo haréis vosotros porque soy el elegido, capullo. Y mi novela batallará con el Quijote. Mis novelas batallarán con el Quijote y Galdós y Baroja y Unamuno y puedo estar leyendo un libro de Chirbes y no decirme nada y es la novela del año y me cansa y me aburre abundante vida interior. No sé. Tal vez no valga (yo). O tú. Tío, crecí escuchando la Polla. S.A. Kortatu. M.C.D. Reincidentes. Boikot. Banda Bassotti. Rip. Muertos de cristo. Sin dios. Barricada. Y lo primero que leí fue a Marx y Lenin y Gramsci y Luxemburgo y a Fidel Castro. Sus discursos. Largos como el hambre. Al Che. Y luego conocí a Montalbán y a Fante y a tal y tal y tal y. Bukowski me noqueaste. He leído mucha basura. Rica basura. Y no he aprendido nada. Puede que yo sea un puta basura. Que todo sea basura. Tal vez.
Salgo a fumar.
Tabaco.
Solo.
Sin dios.
Sin hambre.
Sin futuro.
Soy el elegido, sin duda.
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