julio 09, 2014

Zygmunt Bauman: "El crecimiento del PIB solo hace más ricos a los ricos"

Poznan (Polonia), 1925.
Miembro de una familia judía sin recursos, huyó de los nazis a la URSS y, tras volver a Polonia y ejercer como profesor de Filosofía y Sociología en Varsovia, en 1968 se vio obligado a emigrar ante la política antisemita impuesta por el Gobierno comunista polaco. Desde 1971, reside en Leeds (Inglaterra), en cuya universidad ha sido profesor de Sociología durante casi dos décadas, aunque también ha impartido clases en Israel, EEUU y Canadá. En los últimos 20 años ha desarrollado su concepto de 'modernidad líquida' para describir la época actual. En el 2010, recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades junto al sociólogo francés Alain Touraine.

http://www.elperiodico.com/es/noticias/economia/zygmunt-bauman-crecimiento-del-pib-solo-hace-mas-ricos-los-ricos-3085152 Texto de JUAN FERNÁNDEZ -  9 FEBRERO 2014


Hay pensadores a los que la edad les acaba cerrando el campo de visión y otros a quienes el paso del tiempo logra abrirles cada vez más el angular. El sociólogo Zygmunt Bauman pertenece a esta última categoría de sabios capaces de describir bosques donde otros apenas palpan árboles e interpretar significados donde la mayoría solo percibe señales. En 88 años, sus ojos han visto desfilar el fascismo, la guerra, la proclamación de la sociedad del bienestar y la discreta instauración de un sistema económico que en las últimas tres décadas ha ido agrandando la brecha que separa a una minoría acaudalada, cada vez más rica, del grueso de la población, cada día más precario.
En la era de la sociedad líquida
-término que él mismo acuñó-, la actual crisis parece haber llegado para atornillar ese modelo, contra el que el investigador lanza desde la portada de su último libro, editado por Paidós, una pregunta retórica:¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos?
-En 1960, el salario medio de un alto ejecutivo de Estados Unidos era 12 veces mayor que el sueldo medio de un operario. En el 2000, esa desproporción ascendía a 530 veces. ¿Este mundo quién lo ha diseñado, Rockefeller?
-Lo hemos diseñado las personas. El primer gran error que se suele cometer al analizar los fenómenos sociales consiste en creer que las cosas suceden porque sí, como si fueran fenómenos naturales. Falso. Somos los hombres y mujeres los que decidimos cómo vivimos, nada de lo que nos pasa nos viene dado de arriba, todo depende de nosotros. Las necesidades de hoy son el sedimento de las decisiones que se tomaron en el pasado.
-¿Cuándo decidimos vivir en un mundo en el que los ricos iban a ser cada día más ricos y los pobres, más pobres?
-Hay un momento clave: la década de los 70. La regulación de los mercados laborales que hubo en esos años cambió el panorama. Los sindicatos empezaron a perder fuerza, los trabajadores nos convertimos en competidores de los otros trabajadores y se rompió el equilibrio que había entre patrones y empleados.
-¿Qué equilibrio?
-Antiguamente, se temían pero se necesitaban. En los años 20, Henry Ford dobló el sueldo a sus operarios para que compraran los coches que fabricaban y, sobre todo, para tenerlos contentos y que no se fueran a la General Motors. Hoy los patrones están liberados de ese compromiso. Si el trabajador no acepta sus reglas, cierra la fábrica y se la lleva a China. Ante esto, la gente aguanta situaciones de desigualdad cada vez mayores, con el consuelo de ciertos mitos falsos.
-¿Como cuáles?
-El principal, el del crecimiento económico. Después de Margaret
Thatcher, todos los líderes mundiales, igual de izquierdas que de derechas, abrazaron el dogma de que crecer era la solución de todos los problemas. De hecho, cuando no hay crecimiento entran en pánico. La mayoría de las economías llevan 30 años viendo aumentar su PIB, pero esto solo ha servido para hacer más ricos a los ricos y que crezca la desigualdad entre estos y los pobres.
-También ha disminuido la pobreza en el mundo.
-A cambio de aumentar la incertidumbre. Hoy no vemos harapientos por las calles, pero el sentimiento de exclusión social alcanza cada vez a más gente. Si pierdes el trabajo, el mensaje que te lanzan es: «La culpa es tuya». El antiguo proletariado ha sido sustituido por un precariado que pone rostro a la nueva generación de pobres y excluidos. Por primera vez en 100 años, los jóvenes van a ser incapaces, no solo de superar, sino incluso de igualar el nivel de vida de sus padres.
-Se nos dice que no hay un modelo alternativo.
-Cuando un grupo acepta una creencia como cierta, termina organizando su mundo para que sea congruente con ese pensamiento. Es decir: la realidad se adapta a esa idea, no al revés. Hemos asumido que el modelo liberal capitalista que tenemos es el único posible, pero no es cierto. Solo necesitaríamos reordenar los valores y las normas que nos guían para comprobarlo.
-¿Cambiar los valores de la sociedad?
-Imagine que nos rigiéramos por el patrón de la colaboración en vez de la competencia, que es la que gobierna nuestras relaciones humanas y económicas. Imagine que valoráramos más el orgullo del trabajo bien hecho que la acumulación de riquezas. Imagine que se pusieran de moda formas de buscar la felicidad que fueran más sencillas y menos caras que tener el último modelo de móvil o pasar la tarde en el centro comercial.
-Pide usted mucha imaginación.
-Cuesta verlo porque el mercado del consumo ha logrado colonizar todos los ámbitos de la actividad humana, incluido el amor. Hoy expresamos cariño comprando un anillo de brillantes. El padre que no puede pasar más tiempo con su hijo le compensa con un juguete. El consumismo se ha convertido en una virtud moral, la gente va a las tiendas a comprar tranquilizantes contra el sentimiento de culpa. Todo esto le viene muy bien a ese modelo que solo aspira a que el crecimiento del PIB sea unas décimas mayor.
-¿No es cierto que siempre hubo ricos y pobres?
-Sí, sin duda. El problema es que ahora ese desequilibrio se ha desbocado. Por otro lado, que siempre haya habido desigualdad no puede servirnos de consuelo, porque ya no estamos en la selva, hemos evolucionado, la sociedad es una creación humana, no hay un determinismo biológico que nos obligue a soportar estos desequilibrios tan grandes. Lo que nos pasa depende de las decisiones de las personas; bastaría con cambiar esas decisiones para que el paisaje social se modificara.
-¿Cómo se haría?
-No sé responder a esa pregunta. Yo no hago predicciones, me limito a analizar realidades y detectar tendencias. La situación es difícil porque en esta modernidad líquida en la que vivimos, el poder se ha separado de la política. Cuando yo era joven, el Estado tenía el poder y aplicaba las políticas. Hoy el poder se ha evaporado, ya no está donde estaba, pero la política sigue luchando con las armas del siglo XIX. Mientras el Estado no recupere el poder, estamos condenados a parchear los problemas con soluciones temporales.
-¿Ve alguna señal de esperanza?
-Benjamin Barber, el gran científico político norteamericano, dice que la esperanza de nuestra sociedad está en las grandes ciudades, porque ese es un tipo de agregación humana que permite al individuo abarcar lo que está al alcance de sus ojos e intervenir, tocar poder. Puede que tenga razón. Ahora mismo se están ensayando nuevas formas de hacer política. Unos tienen sus esperanzas puestas en internet; otros, en las manifestaciones callejeras. Son solo pruebas. Está por ver en qué queda esto, pero algo ocurrirá, no lo dude.
-Ha mencionado internet. ¿En qué medida influirá en los movimientos sociales de las próximas décadas?
-Va a ser determinante, pero aún no está claro qué sentido tendrá. Internet puede conectarme con personas que están en la otra punta del planeta, pero también puede acabar rodeándome exclusivamente de una comunidad de individuos que piensan igual que yo. Si su final es este, será un desastre, porque no habrá fomentado el diálogo. En una red virtual es muy fácil entrar, pero también es muy fácil salir, solo hay que hacer clic, no hay un compromiso personal. Este es un rasgo muy típico de la modernidad líquida en la que vivimos. No queremos sentirnos responsables, ni obligados, ni con cargo de conciencia.
-Sabrá que en Catalunya ha crecido en los últimos años el deseo de formar un estado independiente. Como sociólogo, ¿qué opina?
-Tiene que ver con la forma en la que se ha constituido la Unión Europea. Es normal que en Barcelona haya quien vea innecesario pasar por Madrid para llegar a Bruselas. Ocurre igual entre Lombardía y Roma, y entre Escocia y Londres. También es una consecuencia de las diferencias que nos separan, que son buenas, porque en ellas está la base de la creatividad. Barcelona es distinta de Madrid y eso no va a desaparecer, por mucho que quieran algunos.
-Y el conflicto ¿cómo se soluciona?

-Con diálogo verdadero, que debe cumplir tres requisitos. Tiene que ser informal, sin agendas definidas antes de que comience. Debe ser abierto, sin posturas inamovibles, aceptando la posibilidad de cambiar de opinión. Y por último debe orientarse a la interacción y la cooperación, sin vencedores ni vencidos. Nuestro futuro depende de que aprendamos a manejar el arte del diálogo. H

¡ A LA CALLE! En solidaridad con Palestina. Concentración Pza. Callao 9 Julio 19h.



Marchas de la Dignidad 22M ha compartido la foto de Julio Rodriguez.
¡ A LA CALLE! En solidaridad con Palestina.

julio 08, 2014

El último orejón del último tarro, de Alfredo Grande

Publicado: 8 Mayo 2014
http://www.pelotadetrapo.org.ar/2013-09-05-12-30-19/2014/1455-el-%C3%BAltimo-orej%C3%B3n-del-%C3%BAltimo-tarro.html


(APe).- En los malditos 90 (aunque para muchos fueron 90-60-90) se acuñó la teoría del derrame. Uno de los delirios a los que la cultura represora nos convoca desde todos los Aparatos Publicitarios del Estado. Suponía que el crecimiento y la productividad generarían tanto champán y tanta pizza que derramaría hacia los sedientos y hambrientos. En una terminología menos grata pero un poco menos encubridora: las sobras del banquete.
Obviamente, para que haya sobras tiene que haber banquete. Y vaya que lo hubo en esa década para los faranduleros que el mago de Oz vernáculo clonó en una nueva casta política. Trasvasamiento generacional que vino como parto de nalgas. Sin embargo, a la teoría perversa del derrame aplicada en lo económico, le he encontrado fecundidad al usarla como herramienta en otros campos de lo social. Algo así como la relación entre veneno y antídoto, entre virus y vacuna. Del absoluto mal podemos sacar la esencia del relativo bien.
La cultura represora ha derramado variadas formas de la crueldad y todas las formas de la violentación. Solamente en estos 30 años, hemos constatado setenta veces siete y más también, que con la democracia no se cura, no se educa, no se…caramba…me olvidé que cosa más. No importa. El Estado Terrorista en democracia ha dejado de multiplicar los panes y los peces y ha potenciado los cultivos sojeros en detrimento de los granos y los buques factorías que depredan nuestros mares.
La relativa disminución de los indicadores de indigencia y de pobreza, más allá y más acá de esa mentira eterna que es el Indec, oculta con cinismo los indicadores del aumento exponencial de las riquezas y de la grotesca acumulación de ganancias. Se la llevan con pala, dijo alguien que sabe de estas cuestiones, mientras otros se la llevan con cucharitas de café. La inequidad es crueldad. Es violentación. Es sostener la frustración cotidiana como el jarabe de ricino de trabajadores y familias. Toda frustración engendra hostilidad. La cultura represora logra que gran parte de esa hostilidad vuelva, cual boomerang, hacia la propia persona. Algunos llaman a esto enfermedades psicosomáticas, adicciones, muerte súbita, suicidios. El remanente de hostilidad se distribuye hacia los pares e impares que comparten la misma (mala) suerte.
Violencia cotidiana en el tránsito, en calles y veredas, en el transporte público, en los espacios deportivos, en los salones de baile, en las escuelas. La cultura represora es buena para bautizar y pésima para curar. Curar es cuidar y la cultura represora descuida. Permanente descuido y una permanente ofrenda a todos los peligros, incluso los más letales. Algunos llaman a esto (en uso y abuso de un cinismo atroz) “sensación de inseguridad”.
La copa de la cultura represora se llena de todas las muertes todas. Los vacunados de la historia, que no son otra cosa que los dueños y las dueñas de todas las tierras, también sufren las consecuencias de tanta muerte acumulada. Pero tienen la capacidad de exportar muerte, derramándola hacia abajo.
Los sótanos y los subsuelos de los pobres de la tierra, con los cuales muy pocos quieren hoy su suerte echar, para eterna desilusión del poeta cubano. A ese derrame de muertes anunciadas los expertos de la cultura represora lo han bautizado como “bulling”, “mobbing” , “grooming”. Y nos explican el porqué sucede desde las características de cada situación en particular. O sea: ¿qué habrán hecho esos orejones para merecer esto? Cada orejón agresor, cada orejón agredido, cada orejón asesino, cada orejón asesinado son los últimos de los tarros que la cultura represora viene llenando con muertes sucias o con muertes limpias. Pero siempre con muerte. Por eso escribí hace años que “el escándalo es la cara visible de la hipocresía”.
Ante cada asesinato en ocasión de robo o en ocasión de hambre, linchamiento, femicidio, mujer secuestrada, niños maltratados, pedofilia, stress laboral, accidentes-masacres en el transporte, nos abalanzamos hacia los últimos orejones. ¿Dónde está el maquinista? ¿Dónde está el chofer del camión? ¿Dónde está la madre desalmada que abandona a su niño para atender a los otros 12? La inequidad social es penalizada para condenar a las víctimas y decretar la impunidad de los victimarios. Las aguas siguen bajando turbias y los tarros se siguen llenando de muerte. Inmolando al último orejón del último tarro, la cultura represora duerme y descansa porque su casa siempre estará en orden.
Mi casa, que a lo mejor no es nacional y popular pero que tampoco es reaccionaria y mucho menos se disfraza, no está en orden. Y espero, con impaciencia espero, que al menos nos sigamos acercando los que aún sabemos diferenciar la violentación y la crueldad de toda cultura represora. Para no mezclarla con la violencia, la única parte de la historia. De otra historia que merezca no sólo ser contada, sino también ser vivida.

Ada Colau, Pablo Iglesias, Alberto Garzón y cientos de activistas e intelectuales firman el manifiesto “Última llamada”

http://postdigital.es/2014/07/07/ada-colau-pablo-iglesias-alberto-garzon-activistas-intelectuales-firman-manifiesto-ultima-llamada- Publicado en 7/7/2014


“Para evitar el caos y la barbarie hacia donde hoy estamos dirigiéndonos, necesitamos una ruptura política profunda con la hegemonía vigente”, afirma el manifiesto que han firmado cerca de 250 intelectuales entre los que se encuentran Ada Colau, Pablo IglesiasAlberto Garzón, Teresa Forcades, y un buen número de políticos, actores, activistas sociales y científicos.
En el manifiesto en cuestión, llamado Última Llamada, se exige un cambio de modelo productivo y sistémico para evitar el colapso al que se acerca la civilización humana este siglo.
El texto alerta de la “dinámica perversa” en la que se encuentra entrampada la sociedad actual que “si no crece no funciona, y si crece destruye las bases naturales que la hacen posible. Nuestra cultura, tecnólatra y mercadólatra, olvida que somos, de raíz, dependientes de los ecosistemas e interdependientes.” Resaltando el impacto de la crisis ecológica, tan silenciada por lo medios pero con un impacto fundamental en el futuro de la humanidad.
Respecto a dicha crisis el manifiesto señala: “no es un tema parcial sino que determina todos los aspectos de la sociedad: alimentación, transporte, industria, urbanización, conflictos bélicos… Se trata de la base de nuestra economía y de nuestras vidas”. El texto prosigue con reflexiones sobre la situación actual y llamadas de atención a la ciudadanía con el intento de trazar una hoja de ruta.
Esta “última llamada” termina con mensajes de ánimo para los que luchan como el 15M y los distintos movimientos sociales que se oponen a esta deriva, “cada vez más gente está reaccionando ante los intentos de las élites de hacerles pagar los platos rotos”. Por último afirma con rotundidad, “el siglo XXI será el siglo más decisivo de la historia de la humanidad. Supondrá una gran prueba para todas las culturas y sociedades, y para la especie en su conjunto”.

Manifiesto Última llamada: Esto es más que una crisis económica y de régimen; es una crisis de civilización


Los ciudadanos y ciudadanas europeos, en su gran mayoría, asumen la idea de que la sociedad de consumo actual puede “mejorar” hacia el futuro (y que debería hacerlo). Mientras tanto, buena parte de los habitantes del planeta esperan ir acercándose a nuestros niveles de bienestar material. Sin embargo, el nivel de producción y consumo se ha conseguido a costa de agotar los recursos naturales y energéticos, y romper los equilibrios ecológicos de la Tierra.
Nada de esto es nuevo. Las investigadoras y los científicos más lúcidos llevan dándonos fundadas señales de alarma desde principios de los años setenta del siglo XX: de proseguir con las tendencias de crecimiento vigentes (económico, demográfico, en el uso de recursos, generación de contaminantes e incremento de desigualdades) el resultado más probable para el siglo XXI es un colapso civilizatorio.
Hoy se acumulan las noticias que indican que la vía del crecimiento es ya un genocidio a cámara lenta. El declive en la disponibilidad de energía barata, los escenarios catastróficos del cambio climático y las tensiones geopolíticas por los recursos muestran que las tendencias de progreso del pasado se están quebrando.
Frente a este desafío no bastan los mantras cosméticos del desarrollo sostenible, ni la mera apuesta por tecnologías ecoeficientes, ni una supuesta “economía verde” que encubre la mercantilización generalizada de bienes naturales y servicios ecosistémicos. Las soluciones tecnológicas, tanto a la crisis ambiental como al declive energético, son insuficientes. Además, la crisis ecológica no es un tema parcial sino que determina todos los aspectos de la sociedad: alimentación, transporte, industria, urbanización, conflictos bélicos… Se trata, en definitiva, de la base de nuestra economía y de nuestras vidas.
Estamos atrapados en la dinámica perversa de una civilización que si no crece no funciona, y si crece destruye las bases naturales que la hacen posible. Nuestra cultura, tecnólatra y mercadólatra, olvida que somos, de raíz, dependientes de los ecosistemas e interdependientes.
La sociedad productivista y consumista no puede ser sustentada por el planeta. Necesitamos construir una nueva civilización capaz de asegurar una vida digna a una enorme población humana (hoy más de 7.200 millones), aún creciente, que habita un mundo de recursos menguantes. Para ello van a ser necesarios cambios radicales en los modos de vida, las formas de producción, el diseño de las ciudades y la organización territorial: y sobre todo en los valores que guían todo lo anterior. Necesitamos una sociedad que tenga como objetivo recuperar el equilibrio con la biosfera, y utilice la investigación, la tecnología, la cultura, la economía y la política para avanzar hacia ese fin. Necesitaremos para ello toda la imaginación política, generosidad moral y creatividad técnica que logremos desplegar.
Pero esta Gran Transformación se topa con dos obstáculos titánicos: la inercia del modo de vida capitalista y los intereses de los grupos privilegiados. Para evitar el caos y la barbarie hacia donde hoy estamos dirigiéndonos, necesitamos una ruptura política profunda con la hegemonía vigente, y una economía que tenga como fin la satisfacción de necesidades sociales dentro de los límites que impone la biosfera, y no el incremento del beneficio privado.
Por suerte, cada vez más gente está reaccionando ante los intentos de las elites de hacerles pagar los platos rotos. Hoy, en el Estado español, el despertar de dignidad y democracia que supuso el 15M (desde la primavera de 2011) está gestando un proceso constituyente que abre posibilidades para otras formas de organización social.
Sin embargo, es fundamental que los proyectos alternativos tomen conciencia de las implicaciones que suponen los límites del crecimiento y diseñen propuestas de cambio mucho más audaces. La crisis de régimen y la crisis económica sólo se podrán superar si al mismo tiempo se supera la crisis ecológica. En este sentido, no bastan políticas que vuelvan a las recetas del capitalismo keynesiano. Estas políticas nos llevaron, en los decenios que siguieron a la segunda guerra mundial, a un ciclo de expansión que nos colocó en el umbral de los límites del planeta. Un nuevo ciclo de expansión es inviable: no hay base material, ni espacio ecológico y recursos naturales que pudieran sustentarlo.
El siglo XXI será el siglo más decisivo de la historia de la humanidad. Supondrá una gran prueba para todas las culturas y sociedades, y para la especie en su conjunto. Una prueba donde se dirimirá nuestra continuidad en la Tierra y la posibilidad de llamar “humana” a la vida que seamos capaces de organizar después. Tenemos ante nosotros el reto de una transformación de calibre análogo al de grandes acontecimientos históricos como la revolución neolítica o la revolución industrial.
Atención: la ventana de oportunidad se está cerrando. Es cierto que hay muchos movimientos de resistencia alrededor del mundo en pro de la justicia ambiental (la organización Global Witness ha registrado casi mil ambientalistas muertos sólo en los últimos diez años, en sus luchas contra proyectos mineros o petroleros, defendiendo sus tierras y sus aguas). Pero a lo sumo tenemos un lustro para asentar un debate amplio y transversal sobre los límites del crecimiento, y para construir democráticamente alternativas ecológicas y energéticas que sean a la vez rigurosas y viables. Deberíamos ser capaces de ganar grandes mayorías para un cambio de modelo económico, energético, social y cultural. Además de combatir las injusticias originadas por el ejercicio de la dominación y la acumulación de riqueza, hablamos de un modelo que asuma la realidad, haga las paces con la naturaleza y posibilite la vida buena dentro de los límites ecológicos de la Tierra.
Una civilización se acaba y hemos de construir otra nueva. Las consecuencias de no hacer nada —o hacer demasiado poco— nos llevan directamente al colapso social, económico y ecológico. Pero si empezamos hoy, todavía podemos ser las y los protagonistas de una sociedad solidaria, democrática y en paz con el planeta.

Figura la Relación de Todos los Firmantes

- TAMBIÉN EN 
http://www.lavanguardia.com/natural/20140707/54411633759/manifiesto-reclama-ajustar-politicas-limites-ecologicos-planeta.html#.U7pbixAZ5z4.twitter

Un manifiesto reclama ajustar las políticas a los "límites ecológicos 


del planeta"


Los 200 firmantes proponen una solución diferente al crecimiento 


keynesiano, porque "un nuevo ciclo de expansión es inviable" | 


Jiménez Beltrán, López Uralde, Pablo Iglesias, Ada Colau y los 


profesores Naredo y Martínez Alier, entre los firmantes. 


Natural | 7/7/2014

julio 07, 2014

EMIGRACIÓN Y EXILIO ECONÓMICO, de JAVIER NIX CALDERÓN

El gobierno de España está en guerra. Es una guerra silenciosa, sin tanques, soldados en trincheras o bombardeos. Es una guerra moderna, táctica y estadística, desarrollada a través de leyes y basada en el principio de exclusión social. Es fácil seguir las diferentes etapas de esta guerra: el primer objetivo fueron los parados de larga duración, actualmente más de tres millones, a los que les rebajaron los subsidios o, en muchos casos, directamente se los quitaron; el siguiente, fueron los inmigrantes sin permiso de residencia, que asistieron impotentes a la pérdida del derecho a la Sanidad pública; el tercer grupo ha sido el de las mujeres, que han visto como la nueva Ley del Aborto ponía fin a su derecho a decidir sobre su propio cuerpo; el último, el de los jóvenes emigrantes o “jóvenes aventureros”, en palabras de la nefasta ministra de Empleo, Fátima Ibáñez, que disfrazó, con tremendo cinismo, una emigración más cercana al exilio que a la “aventura” que ha alcanzado ya la cifra de trescientos mil jóvenes. Esta última ofensiva consiste en la exclusión de la Sanidad pública de los parados que pasen más de 90 días en el extranjero. Quien más y quien menos, todos tenemos algún amigo o familiar que se ha visto empujado a emigrar buscando las oportunidades que España niega. O, quizás, como en mi caso, eres tú ese familiar o amigo. De cualquier modo, todos somos conscientes del drama que representa para un país que sus jóvenes emigren hacia otras tierras asediados por la precariedad y la falta de futuro. El drama no es sólo económico: también lo es social, psicológico y moral.  Sobre todo moral, porque un país que obliga a sus jóvenes a emigrar es un páramo sobre el que no llueve, condenado a convertirse en un desierto en el que nunca más brotarán flores.
España está en guerra, ¿cabe alguna duda a estas alturas? Es una guerra de clase que trata de ensanchar aún más la brecha de una desigualdad que ya se cuenta entre las mayores de Europa, cuyo fin último es conservar los privilegios de una minoría que ha visto aumentar su riqueza en un 5,4% sólo en 2012. Para ello, el gobierno no escatima recursos. La criminalización de la protesta social, enunciada en la llamada “Ley Mordaza”, es la muestra de que el gobierno es consciente del estado beligerante, prebélico, de la sociedad española, que ha visto como eran pisoteados y ninguneados sus derechos laborales, de libertad de expresión e incluso fundamentales, como demuestran los dramáticos recortes efectuados en Sanidad y Educación. El Partido Popular, siguiendo la máxima “La mejor defensa es un buen ataque”, ha pasado a la ofensiva hace tiempo, inoculando el miedo en una sociedad que parece haber tirado definitivamente la toalla. La peor España, la de los generales y obispos, la del puñetazo en la mesa, la España que no dialoga, la que manda e impone, ha vuelto (¿o quizás nunca se fue?) arrojando el disfraz de la democracia y la justicia social.
Es casi imposible ser joven y pensar en España sin que acudan a la mente palabras como asco y vergüenza. Incluso a miles de kilómetros de distancia se siente la fetidez que emana de unas instituciones carcomidas por la corrupción, el nepotismo y la falta de transparencia. Parece que España haya entonado el “sálvese quien pueda” y los ciudadanos, sin esperanza, no tengan otro objetivo que el de que la crisis no les roce, o no demasiado. Todos hemos perdido algo por culpa del neoliberalismo, desde luego, pero lo que nunca debemos perder, lo que no nos podemos permitir perder, es la esperanza. Es la esperanza lo que nos mantiene calientes cuando arrecia el frio de la injusticia. España, en ese sentido, está viviendo una era glacial. Una ola de frio neoliberal recorre España, alimentada desde las gargantas de políticos sin entrañas, falsos intelectuales y empresarios sin escrúpulos. Pero, ¿y qué haremos sin esperanza? ¿Resignarnos al frío eterno, abrigándonos al calor de la solidaridad familiar? Ya existen casi dos millones de familias con todos sus miembros en paro. ¿Qué deben hacer ellos? ¿Convertirse sin rechistar en el lumpenproletariado de España, abocados a empleos temporales de baja cualificación? ¿Consagrar su vida a la inestabilidad laboral, a la precariedad, a recoger las migajas de un progreso del que son sistemáticamente apartados? Desde luego que no.
Si eres joven y emigrante, o joven y desempleado, formado o no, quizás sientas las mismas cosas que yo. España duele mucho y provoca náuseas. Pero se esconde un mundo lleno de oportunidades tras el asco y la vergüenza. Muchos nos hemos visto obligados a dejar atrás a nuestras familias y amigos, nuestras casas, nuestros sueños e ilusiones para comenzar de cero en otro sitio. Muchos, estoy seguro, tenemos que lidiar a diario con la trampa de la nostalgia, con el impulso de volver, con ese engaño del “en España no se está tan mal”. Pero nos fuimos. Emigramos, llevando a cuestas ese asco y esa vergüenza, esa decepción permanente que es España, y buscamos otros horizontes con algo más de luz, esa luz que España debió ofrecernos pero que no quiso, o no supo, darnos. Ahora, bajo esa luz, tenemos la obligación de superar el asco y la vergüenza de España. Hay otra España, oculta bajo los jueces que ordenan desahucios y la policía que reprime manifestaciones, escondida de los políticos corruptos y su canalla servil. Esa España, que alumbró la Segunda República mientras Europa entera sucumbía ante el fantasma del fascismo, sigue respirando en algún lugar. Yo siento su respiración en las voces de todos aquellos que claman por la justicia; la siento en las conciencias de los jóvenes que sufrimos este exilio económico mal llamado emigración, que recuperamos lenta pero inexorablemente la conciencia de clase que nos arrebató la falsa promesa del consumo de masas. Siento esa respiración. Está ahí, circulando de voz en voz, luchando por salir a la superficie, convirtiéndose despacio en el viento del cambio.
Nosotros, los que nos fuimos de España, tenemos una oportunidad única para aprender las cosas que nos hacen libres. Ser emigrante es una escuela vital perfecta para acercarnos a los otros, conocer otras lenguas y culturas, sentir lo que han sentido tantas personas a lo largo de la historia al tener que dejar su hogar para embarcarse rumbo a lo desconocido. Nuestra emigración, nuestro exilio económico, el drama de la juventud española, es también el momento perfecto para crecer por dentro, algo que resulta casi imposible en la España de hoy. Y tras estos años de emigración, de exilio económico, si volvemos, hagámoslo con los sentidos llenos de otros mundos, de otras gentes, de otros colores, sabores y olores. Llenos de vida, con el viento de la libertad circulando por nuestros pulmones, para así poder insuflar aliento a la España que todos queremos: la España libre, plural, justa y verdaderamente democrática, sin Borbones ni políticos arribistas y corruptos.

España puede cambiar. Debe cambiar. Que no nos asusten los ataques del gobierno. Pueden quitarnos el derecho a la Sanidad tras 90 días fuera de España, pero lo que nunca podrán arrebatarnos es la esperanza, la ilusión de volver y regenerar España para que no se convierta en un desierto sin flores, sino en un valle verde, luminoso y fértil, con espacio para todos.

JAVIER NIX CALDERÓN

Vídeo: #SinJusticia, de Rights International Spain


RECIBIDO de María Torres


Publicado el 7/5/2014 por Rights International Spain

Campaña informativa de RIS denunciando que las reformas del Gobierno no sólo restringen derechos y libertades, limitan el acceso de los ciudadanos a la justicia, también pretenden controlar y debilitar a los jueces y la acción de la Justicia. No son acciones aisladas, todas ellas forman parte de un mismo plan para dejarnos #SinJusticia. Nuestro plan es defenderlo.

¡ESTÁN DESMANTELANDO NUESTRO ESTADO DE DERECHO! ¡ACTÚA!

!!SOS¡¡¡ ¡¡ Asamblea Extraordinaria @NoSomosDelito el 7J 19h patio Maravillas, C/Pez, 21. Madrid.




No Somos Delito con Salamanquesa Moratalaz y 40 personas más
!!SOS¡¡¡
¡¡ Asamblea Extraordinaria @NoSomosDelito el 7J!!
Quieren aprobar el anteproyecto de Ley Mordaza este mes de julio para empezar su trámite en el congreso, Necesitamos muchas manos para pararlo, os invitamos a la asamblea de @NoSomosDelito de mañana a las 19h en el patio Maravillas, C/Pez, 21, Madrid.
¡¡¡Juntas #SíSePuede !!!
Difunde y acude
http://nosomosdelito.net/article/2014/07/06/asamblea-del-7-de-julio-en-el-patio-maravillas-las-19h
 — conPlataforma QuincedeMayo TorrejónAsamblea SomosaguasAsamblea de Sevilla y 38 personas más.

julio 06, 2014

Algunos de los aviones civiles que nos fumigan sin parar, mañana, tarde y noche, de Javi Skywather

Poner la calidad al máximo y la pantalla completa para poder ver algunas de las estelas dobles, estelas más gordas que su gemela, ver los polímeros y metales que tiran y que se ven a lo largo de la grabación, las porquerías adicionales que salen de partes que no vienen del motor del avión etc etc…
Recopilación de varios vídeos grabados desde el día 27/04/2014 hasta el 03/05/2014 tanto de fumigaciones humanas masivas, como de algunos de los aviones que nos fumigan a diario, lluvias de metales y telas sintéticas, halos solares…
Enlaces de información recomendados:
Poseyendo el clima en 2025 traducido en Español http://guardacielos.org/default.asp?S=15
Patente de Welsbach (1991) La patente describe la propagación de las partículas de aluminio contra el presunto calentamiento global http://www.google.com/patents/US5003186
DESARROLLO DEL PROTOCOLO DE 
ACEPTACIÓN DE SINTÉTICO COMBUSTIBLES BAJO COMERCIAL ESPECIFICACIONES http://aeromotores.files.wordpress.co…
Infiltración Aérea — Tratados Aéreos Internacionales y Soberanía Aérea http://www.nosfumigan.es/index.php/in…
Nuevos análisis de polímeros recogidos en Francia http://www.acseipica.fr/
Análisis de agua y suelo realizado en una finca en las afueras de Lisboa – Portugalhttps://dl.dropboxusercontent.com/u/1…
Y si buscas buena información en google,encontrarás más! 
Pero mucho cuidado con la desinformación por favor.

La montaña ácida resiste, de J. A. AUNIÓN

El vertedero tóxico de Fertiberia, en una marisma junto a Huelva, sigue intacto tres años después de que la justicia ordenara su regeneración

La Audiencia Nacional acaba de dar un ultimátum

http://politica.elpais.com/politica/2014/06/19/actualidad/1403195362_182251.html
Huelva 22 JUN 2014

Tiene casi el mismo tamaño que Huelva, la ciudad de 150.000 habitantes que queda a unos pocos centenares de metros, al otro lado de la carretera. Y tiene en muchos rincones, quizá, una extraña belleza marciana. Se la da el polvo blancuzco de las decenas de millones de toneladas de fosfoyesos —un desecho “tóxico y ligeramente radiactivo”, según un informe del Parlamento Europeo— vertidos allí durante décadas hasta formar montañas de 30 metros de altura, el equivalente a un edificio de 10 pisos. Se trata de uno de los vertederos tóxicos más grandes del continente. Un gigantesco símbolo del coste, aceptado por buena parte de la población onubense durante el último medio siglo, del progreso económico que llevó la industria química a una zona tradicionalmente deprimida. 
Hace tres años debería haberse empezado a limpiar. Así lo ordenó la Audiencia Nacional y lo ratificó el Tribunal Supremo. La sentencia dio finalmente la razón al Ministerio de Medio Ambiente, que en 2003 retiró la concesión del basurero a la empresa de fertilizantes Fertiberia por verter más de lo acordado en el contrato firmado a finales de los sesenta (hasta tres metros de altura), y la obligó a dejar de verter y regenerar la zona. Lo primero lo hizo (ahora compran el ácido fosfórico ya hecho); lo segundo, no.
Todos los implicados aseguran que están cumpliendo su papel. El ministerio dice que vigila para que se cumpla la sentencia. Se da la circunstancia de que la titular del departamento, Isabel García Tejerina, fue directora de planificación de Fertiberia entre 2004 y 2012. La Junta de Andalucía, que tiene las competencias medioambientales, asegura que también aprieta: impuso a la compañía una multa de 240.000 euros recientemente por los retrasos en el plan de restauración. La empresa alega que está trabajando en las soluciones tras presentar por fin en abril un proyecto preliminar. “Estamos siendo proactivos”, según el director de la planta de la empresa en Huelva, Roberto Ibáñez, que espera disponer de un plan más detallado en tres meses.
Cuando por fin comiencen, tardarán, como poco, 10 años, con lo cual concluirían en 2024, 13 años después de la sentencia del Supremo, 22 después de que el ministerio les retirara la concesión y 26 desde que arrancara el expediente sancionador. “Yo esto no lo voy a ver. Esto no lo va a arreglar nadie”. José Sánchez Aroca, de 79 años, lleva 55 viviendo en uno de los barrios más pobres de Huelva, el de Pérez Cubillas, a 300 metros de unas montañas tóxicas que los vecinos han visto crecer casi sin reparar en ellas, a pesar de que a veces llega un olor que reconocen perfectamente, mezcla de azufre y de agua podrida. “Aquí tenemos otros problemas”, dice este hombre que cada día reparte entre sus vecinos las raciones de comida que sobran en un centro para mayores.
Con una crisis que tiene a buena parte de sus habitantes en paro (la tasa es del 80%, aseguran), en el barrio son escépticos en general y lo son en particular con el tema de las balsas de fosfoyesos. Comentan con cierto hastío y bastante resignación los informes y contrainformes que hablan de los posibles efectos negativos para la salud del enorme vertedero y de toda la industria química que se instaló en la ciudad y los alrededores en los años sesenta, que aumentó en 10.000 habitantes la ciudad de Huelva solo en la primera década, según explica el alcalde, Pedro Rodríguez. Hoy, a pesar de la crisis, las polémicas y la sentencia del vertedero, sigue dando trabajo de forma directa e indirecta a 8.500 personas, según la Asociación de Industrias Químicas, Básicas y Energéticas de Huelva.
El hecho es que la tasa de cáncer en la provincia, por ejemplo, está muy por encima de la media española, pero ninguna investigación ha conseguido vincularlo claramente con los desechos fabriles. En Pérez Cubillas creen que a nadie le importa, según cuenta José Álvarez, que trabaja en Renfe, justo al lado del vertedero. Los vecinos ven cómo pasan las semanas, los meses, los años... y aquello apenas se mueve.
La Audiencia Nacional habló de “injustificadas demoras” en un auto del 27 de mayo con el que daba una especie de golpe en la mesa para hacer cumplir su decisión. Otorgaba a las Administraciones un mes para pronunciarse sobre el proyecto de regeneración presentado en abril por la compañía y, si resultaba correcto, dar los permisos necesarios. A partir de ese momento, el tribunal planeaba decidir qué pasos dar y en qué plazos. Pero admitía la enormidad del asunto, y por eso no ordenaba la ejecución inmediata.
Hablar del vertedero es dar cifras gigantescas, las cuente la compañía o la Junta. La segunda habla de 720 hectáreas donde se han acumulado 100 millones de toneladas de fosfoyesos, además de 7.000 millones de cenizas radiactivas procedentes del accidente de Acerinox en Cádiz en 1998 que depositó allí la Diputación de Huelva. El director de la planta de Fertiberia en Huelva asegura que quedan por limpiar unas 440 hectáreas y entre 30 y 40 millones de toneladas. En todo caso, según distintos expertos, el gran problema son los varios cientos de miles de metros cúbicos de agua ácida que se han acumulado en lo que fue una antigua marisma en la margen izquierda del río Tinto, casi donde se encuentra con el Odiel, muy cerca de Doñana.
“¿Qué haces con todo eso? Si los sacas, ¿dónde lo llevas? Le trasladas el problema a otro. El mal ya está hecho. Deberían compensarlo invirtiendo en Huelva”, dice Luisa López, presidenta de la asociación de vecinos de Pérez Cubillas. ¿Cuánto vale una marisma a orillas del río Tinto rellenada durante décadas de basura química?
“No se está pagando la deuda ambiental, ni a nivel general ni por parte de la empresa; nadie se hace responsable”, explica Joan Martínez Alier, investigador del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona. El experto dirige el Atlas Global de Justicia Ambiental, que recoge y analiza a través de mapas interactivos la trayectoria de un millar de conflictos ecológicos. Hay 40 en España y entre ellos está el de Huelva. Pero también el de la mina de Aznalcóllar (tres lustros después del accidente, la Administración sigue intentando que la empresa sueca Boliden pague los 240 millones que se gastaron en limpiar seis millones de metros cúbicos de residuos en el entorno del río Guadiamar y de Doñana) y el del embalse de Flix en el río Ebro a su paso por Tarragona (la limpieza de un millón de toneladas de lodos tóxicos y radiactivos causados por los vertidos durante más de un siglo de la fábrica de la empresa química Ercros costará 223 millones, de los que la empresa pagará 10 millones).
Mientras, el Gobierno tramita una reforma legal que exime al 98% de las empresas potencialmente contaminadoras de la obligación de contratar fianzas o avales para pagar accidentes, aunque el Ejecutivo puntualiza que seguirían obligadas las 5.470 compañías con mayor riesgo.
Fertiberia, cuya fábrica en Huelva se ha quedado prácticamente reducida a la nada, asegura que está dispuesta a pagar: “Somos los primeros interesados en arreglarlo”, dice el director de la planta en Huelva. Roberto Ibáñez añade que los técnicos de la empresa trabajan en un plan para aislar, cubrir y reforestar la zona, dejando una especie de chimeneas para que se vaya evaporando el agua contaminada de la antigua marisma. El responsable opina que trasladar los fosfoyesos, como reclaman algunos vecinos y ecologistas, “es inviable económica y ambientalmente”. La Junta calculó en 2010 que costaría 2.500 millones y se tardaría 30 años, a razón de 45 viajes de camión al día.
La empresa, que facturó 1.264 millones de euros en 2012, tiene depositado como aval para cumplir con la limpieza 21,9 millones. Ibáñez prefiere no dar una cifra todavía del coste del proyecto. Aurelio González, de la Mesa de la Ría (un grupo vecinal convertido las pasadas elecciones en partido con representación en el Ayuntamiento), cree que va a ser mucho más.