Publicado por Enrique Sabaté el viernes 15 de mayo de 2009
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"A Ybris, Paquita y Merce".
Dejo mis palabras desnudas y enteras,
escasas –ya sabes- pero necesarias,
intensas y breves, básicas, primarias,
cortas en su origen aunque verdaderas.
Rendidas y humildes, sencillas, certeras,
profundas, sentidas y un tanto incendiarias,
abiertas, capaces, menudas, gregarias,
serenas, amargas, también compañeras.
Tímidas, afables, tiernas y suaves,
templadas, a ratos ásperas y duras,
flexibles, violentas, amables, maduras,
cándidas, honestas, muchas veces graves.
Integras, tramposas, inexpertas naves
en mares de tinta, tormentas oscuras,
libres, licenciosas, torpes y seguras.
Al tiempo cerrojos que en espacios llaves.
Íntimas, secretas, caseras, lineales,
estables, volubles, nerviosas e inquietas,
frívolas y añejas, firmes, indiscretas.
Algo conceptistas y más naturales.
Rígidas y exactas, rudas, guturales,
sobrias, disolutas, ebrias cuchufletas,
grises, luminosas, justas, incompletas.
Ora enaltecidas, pro nobis triviales.
Pomposas y adustas, secas, petulantes,
pícaras, rijosas, dolientes, atroces,
crueles, osadas, resueltas, veloces,
lentas y cansadas, frescas, atorrantes.
Desconsideradas, amigas, amantes,
tercas y empeñadas, ya me las conoces,
dichas en susurros, cantadas a voces,
fugaces, cercanas y jamás distantes.
1 comentario:
Un placer verme también aquí en tan buena compañía y con tan bellos versos.
Gracias por recordarlo.
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