(Publicado por Alicia en 16/12/2009. Datos personales: Mujer y Ubicación: Madrid Nombre del blog Por el color del trigo. PAQUITA) ganoporelcolordeltrigo.blogspot.com/
El 18 de febrero de 1979 ocurría algo excepcional: por primera y única vez hasta hoy nevaba en el desierto del Sahara.
Esta mañana, asomada a la ventana de la oficina, he presentido la nieve e instantes después mi pensamiento caía copo a copo sobre el paisaje. Me he quedado hipnotizada en el alféizar contemplando ese misterio blando que borra, implacable, toda huella tras de sí. Adiós caminos, señales, coches, tejados, recuerdos. "La ciudad comienza de nuevo. Habrá que redibujarla cuando llegue el deshielo", me he dicho. Al izar la vista al blanco ciego del cielo hecho migajas recordé la increíble fotografía de las dunas del Sahara cubiertas de nieve. ¿Os imagináis? Un frío afilado quizá en los días precedentes. Un viento estancado de gato blanco que persigue su cola. Un silencio denso aplastando la arena. Y de pronto, el milagro. Delicadas notas de nieve conociendo la suavidad de la arena, acariciando con sus manos de hielo el lomo dorado de las dunas. Los camellos, sintiendo por vez primera la blanda mansedumbre de la nieve, corren enloquecidos. Y en un remanso entre dos dunas, los hombres azules, brazos alzados al cielo, ríen y giran sobre sí mismos como peonzas en mitad de la nada.
Regreso del Sahara a la oficina gris. Cierro los ojos y deseo hondamente que una nieve dulce caiga sobre las mesas, papeles, rutinas. Que nos sepulte como a flores pálidas que asoman la cabeza entre la escarcha para comenzar, por fin, un nuevo día.
2 comentarios:
Ensoñaciones de paisajes imposibles, necesidad de que ese borrado parcial que nos ofrece la nieve como sugerencia de que las cosas podrían ser de otra manera, se hiciese realidad y con su blancura nos sacase del gris de la monotonía... ensoñaciones que nos permiten, sin ser azules, ni tener (adios gracias)la joroba del camello... dar vueltas como peonzas en nuestro yo más profundo.
Un beso, viajera.
Gracias Paquita por tomar entre las manos estas letras mías que, como la nieve, se deshacen al primer embite del sol. Un abrazo desde la montaña
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