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HISTORIA DE PEÑA GUARA www.p-guara.com/club/hist02.htm
Peña Guara, legalizada un 7 de marzo de 1932, con Víctor Susín en la presidencia, tiene su raíz en Turismo del Alto Aragón (T.A.A.), una sociedad que había surgido en 1912, con estatutos propios, para divulgar las bellezas naturales y arqueológicas de la provincia, para facilitar su conocimiento así como el de sus atrevidas obras de ingeniería y para encauzar y aumentar la corriente excursionista, poniendo a disposición de los turistas los medios disponibles en aquel momento. T.A.A. contó con cinco presidentes: Máximo Escuer Velasco (1912-1924), Jorge Casal Lasala (1924-1929), Vicente Campo Palacio (1929-1931), Santos Coarasa Nogués (1931-1934), Ricardo Compairé Escartín (1934-1935) y Juan Tormo Cervino (1936). Bajo el mandato de Compairé se produjo la incorporación de Peña Guara a Turismo del Alto Aragón como sección de montaña.
En 1927 se presentó en Huesca la primera exposición de fotografías por los entusiastas organizadores de T.A.A., antecesora sin duda del concurso de fotografía que Peña Guara puso en marcha en diciembre de 1997.
En su fundación oficial en la fecha indicada, Peña Guara tiene 89 socios, si bien ya venía funcionando desde el verano de 1931, con Antonio Alamañac como presidente y Luis Ferrer de secretario. El domicilio de este último, Coso Bajo 48 (Coso de García Hernández durante la República) fue el primer local de reunión de Peña Guara. Más adelante se reunirían ambas sociedades en el local de T.A.A., en los bajos de la Diputación (Porches de Vega Armijo, en aquella época). La primera vez que aparecen juntas en el desaparecido diario local “La Tierra” es el 7 de abril de 1933, pudiendo considerarse esta fecha como la de la fusión.
“Nuestras primeras actividades de montañismo -relata Luis Ferrer Olivera, secretario de la sociedad- se desarrollaron en la sierra cercana a Huesca, para luego extenderla hacia el Pirineo. Se estableció un calendario de excursiones que se repitió todos los años. Ni qué decir tiene que todos los “picos” de la sierra fueron visitados, en grandes grupos, entonces conseguíamos con cierta facilidad reunir el número suficiente de personas para llenar un autobús y a veces dos. Los lugares más pintorescos, como San Cosme y San Damián, con su entorno de rocas, las Gargantas de Guara y todos cuantos sitios tienen algún interés en la Sierra, fueron incluidos en nuestro calendario de excursiones. Recuerdo nuestra primera visita al Barranco de Mascún, cuando la carretera no llegaba a Rodellar y el autobús hubimos de dejarlo unos kilómetros antes. El Ayuntamiento en corporación salió a recibirnos”.
La acción sobre el Pirineo no se hizo esperar, tanto en grupos reducidos como en excursiones colectivas de más de treinta personas. Para ello fue preciso hacer una labor de captación intensa y directa, “persona a persona”, con exhibición de fotografías en escaparates de comercios de la ciudad.
Una de las primeras excursiones colectivas a “larga distancia”, señala Ferrer Olivera, fue al Valle de Ordesa, en mayo de 1932, con la carretera todavía en construcción y el autobús sin poder pasar de Broto. El recorrido a pie se hizo por el mismo sendero que a principios de siglo llegó el francés Lucien Briet, “descubridor” y cantor de las bellezas de lo que más tarde habría de ser Parque Nacional de Ordesa.
Otra de las primeras excursiones colectivas llevó a Peña Guara hasta la Selva de Oza (“entonces verdadera selva”), Ibón de Estanés y Canfranc. Recuerda Luis Ferrer que lo acontecido en aquella marcha llevaría “varios folios” pero, en resumidas cuentas, el heterogéneo grupo (en edad y en preparación) tuvo que modificar el trazado previsto y regresar desde Foix d’Abel hasta Canfranc en tren y una vez en la estación internacional, al no llevar ningún pasaporte, los ‘expedicionarios’ fueron retenidos por los carabineros hasta aclarar las identidades.
En la memoria escrita de Luis Ferrer aparece igualmente una excursión masiva al valle de Pineta en septiembre de 1933 y otra al valle de Benasque, en el verano de 1934, con el objetivo de ascender al Aneto, que contó con una amplia representación femenina y la madurez de Ricardo Compairé y José María Laguna.
Peña Guara se integró en la Sociedad Española de Alpinismo, siendo su representante en la región. Esta integración permitió iniciar la labor de realizar una red de refugios de Alta Montaña, mejorando unos y creando otros nuevos. En estos primeros años de andadura también Peña Guara participó en un concurso de montañismo franco-español y en competiciones con el Ski-Club de Canfranc. Precisamente en 1933 se creó la sección de esquí, cuyo material fue requisado por la autoridad militar en diciembre de 1936 para la creación de las compañías de montaña. Otras iniciativas que se pusieron en marcha en los años 35 y 36 fue la de pretender que el pantano de Arguis fuera un centro para la práctica de deportes náuticos y de natación. En 1935, cuando todo el Pirineo era familiar, desde Ansó a Benasque, un grupo de Peña Guara decidió emprender un viaje entre turístico y montañero a los Alpes de cara a futuras acciones.
Las anécdotas en Peña Guara antes de la guerra son innumerables. Tuvo sección motorista, autobús propio (inaugurado el 26 de enero de 1936 con un viaje a las renombradas pistas de Candanchú, “de cómodas butacas e irreprochable confort”) del que nunca más se supo, las 11 pesetas que costó el billete para subir a Candanchú en diciembre de 1933 a los socios (los no socios pagaron 15) y un largo etcétera. En esta primera época hubo una ingente actividad en la que también se inició la escalada en roca -en los mallos de Riglos-, además de las frecuentes y citadas salidas a esquiar en Candanchú o la creación de una sección infantil que propició la iniciación al montañismo.
La Guerra Civil dejó a Peña Guara en lo que ahora podríamos calificar de ‘stand by’ desde julio de 1936 hasta el 3 de abril de 1949, fecha de la ‘refundación’, con estatutos y bajo la presidencia de Saturnino Baquer Ferrer, acompañado por Luis Villar Olleta, Francisco Aguarón Delgado, Adolfo Puertas Giménez, Felipe Solanes López (secretario), Emilio Dessy Hernández, Ricardo Compairé Fernández, Tomás García Pardo, Julio Anoro Castells, José Oltra y José María Naya.
La crisis de la posguerra hizo mella y volver a poner en marcha la maquinaria fue duro, si bien Peña Guara se encargó de estimular las excursiones y el regreso a la montaña. En un primer término, y por la falta de recursos, las salidas fueron a los escenarios más próximos a Huesca: Agüero, Riglos, Arguis, Roldán, Vadiello, San Cosme y Mascún, así como la conquista de unos mallos (la Mitra, el Puro, el Huevo, Punta Negra y otros) que hasta entonces habían sido invencibles. Cuando se ampliaron los horizontes y el Pirineo se hizo pequeño, Peña Guara viajó a los Alpes y organizó expediciones en otros continentes, que marcaron un hito en la historia de la sociedad y crearon escuela hasta coronar el Hidden Peak o Gasherbrum I, primera ascensión española a la montaña y primer ochomil aragonés, coincidiendo con el 50 aniversario de la fundación del club. Fue también el inicio de la época de las grandes expediciones bajo el liderazgo de Javier Escartín. En 1991 Peña Guara llegó al techo de la Tierra, el Everest, y cuatro años más tarde la tragedia del K-2, donde Javier Escartín, Javier Olivar y Lorenzo Ortiz perdieron la vida en el descenso, marcó el final de una etapa. Pero Peña Guara y su gente, adaptada al guión de los nuevos tiempos, sigue realizando una extraordinaria actividad, el llamado montañismo de vanguardia, con una nueva generación de jóvenes escaladores que mantienen a la sociedad en la punta de lanza a nivel nacional e internacional.
En 1970 había entrado como presidente Julio Nogués Baldellou quien, después de dos décadas como directivo, recogió un club con una reducida masa social, un horizonte limitado y pocas posibilidades, lo amplió y dotó de un local propio, hasta el 18 de septiembre de 1996, fecha en que tomó el relevo Manuel Bara Alós.
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