Cabe suponer que los humanos comenzaron a cocinar con especias cuyos sabores eran atractivos o que les hacían sentirse bien (debido a efectos digestivos o antihelmínticos, entre otras cosas). | Foto: Larry Crowe | AP Photo
Nadie sabe cuándo los humanos empezaron a cocinar alimentos. Hay evidencias sólidas de que nuestros ancestros utilizaban el fuego hace 300.000 años, pero el primatólogo Richard Wrangham piensa que en realidad nuestros antepasados ya dominaban el fuego un millón y medio de años antes. Es decir, mucho antes de que fuéramos propiamente humanos.
Como Cordón, pero más de cuarenta años después, Wrangham sostiene que nuestro éxito es el resultado de la cocina. El cambio de alimentos crudos a alimentos cocinados habría sido el factor clave en la evolución humana. Una vez que se comenzó a cocinar, el tracto digestivo humano se contrajo y el cerebro creció. El tiempo sobrante, antes dedicado a masticar alimentos crudos y duros, podría utilizarse para cazar, recolectar, atender a la prole y cuidar del campamento.
Cocinar tiene múltiples ventajas: mata las toxinas, mejora el sabor, hace que las sustancias duras resulten masticables, amplía extraordinariamente el abanico de productos comestibles y, sobre todo, incrementa enormemente la cantidad de calorías que los humanos podemos extraer de lo que comemos, lo que nos proporciona la energía necesaria para desarrollar un cerebro grande. Este órgano quema una buena cantidad de calorías para funcionar, unas 400 al día (...)
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