23/2/22
Fran Cenamor bit.ly/asamblea3HdprXE
Levantarse
y encender el fuego de la estufa,
en el cerebro después del aspar del
humo,
en los ductos de los huesos fríos de
insomnio,
y buscar el camino a la mano,
desde la mano al vaso de bebida,
los remanentes de las cenizas de ayer
en los vacíos de la cara,
tal vez una tormenta de viento
empujada por los pájaros
pueda revivirlos todavía,
y vagar
de un cuerpo a otro,
y como reyes nómades: buscar el
terruño cotidiano,
y, habiéndolo encontrado
o no,
pasar la noche en la carpa de una
única sonrisa,
y caminar en la Creación como un
extraño,
para respirar en el amanecer
veneno de los árboles,
el polvo de hierro de los pueblos,
para ir a todas las guerras.
para usar las hojas de lilas
alrededor del cuello
como un collar de perro
y, entendiéndolo todo
y entendiendo nada, separarme de lo
que amo
y enardecerme por lo que he amado,
descaradamente,
como el hombre alquilado
de mi propia vida.
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