EL TRASTERO DE LA IMAGINACION 18/12/20
DERECHOS:Parece ser que estoy obligado a casarme con personas de mi mismo género; después a divorciarme. Mi pareja a abortar. Estoy obligado a estudiar una religión; a descansar de mi trabajo y a recibir una prestación si lo pierdo; a ir a un hospital, cuando estoy enfermo, y que me atiendan; a moverme libremente. A afiliarme a un sindicato; a reunirme y a manifestarme. Y, desde ayer, debe ser que estoy obligado a matarme. Pero no. Estos son derechos (fundamentales, además). Y los derechos son los principios y normas que regulan las relaciones humanas. Las obligaciones son otra cosa. Yo tengo derecho a mi libertad individual y la obligación de respetar la de los demás. La diferencia es sutil. Por eso nunca entenderé el revuelo que genera la consecución de un derecho. Es un logro, se mire por donde se mire y lo use quien lo use. Con la eutanasia, una ley bastante restrictiva, todo hay que decirlo, no se da carta libre a ningún asesinato, sino que se ofrece la posibilidad de poner fin a un sufrimiento que, de otro modo, no lo tiene. Incluye el derecho (qué cosas...) de objeción de conciencia del facultativo. Ese derecho no molesta tanto. Frente al congreso ayer vi dos manifestaciones: en una me pareció intuir a familiares de personas que sufren felices de poder poner fin al dolor de sus seres queridos. Y en la otra a media docena de tipos con un bombo y máscaras de La casa de papel. Perdonadme una vez más la cojera, pero mi empatía se va con los primeros ¡qué le vamos a hacer!
Nota del autor: la derecha rancia, en diez años, asumirá este derecho, como hizo con tantos otros que levantaron el mismo revuelo en el pasado. Esto es el día de la marmota cavernaria.
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