octubre 22, 2021

Los poderosos juzgan los errores con mayor dureza. Introd. de Fernando Broncano

 INVESTIGACIONYCIENCIA.ES   Jul. 21

Fernando Broncano R y Andrés Galán González compartido enlace.  





Ahora ya no está tan de moda la psicología del autoritarismo, -tampoco en filosofía experimental (se llevan las cuestiones de polarización, desacuerdo, dilemas éticos)- pero fue un tema persistente de mucha psicología y sociología de otros tiempos (Milgram, Adorno). Este experimento vuelve sobre estos temas. El trabajo, la enseñanza, la política, ... quienes están arriba desarrollan una intolerancia sistémica al error basada en una distorsión cognitiva sobre las posibilidades de los demás. Un experimento más sobre un tema que me apasiona, sobre el que he escrito y seguiré haciendo: las cegueras estructurales del poder. 


"Las personas que ostentan posiciones de poder son comparativamente poco comprensivas con los errores de otros sujetos. Eso se debe a que piensan que los demás tienen las mismas oportunidades que ellos, informa la revista Social Psychological and Personality Science. 


Para un primer experimento, los investigadores de la Universidad de California en San Diego reclutaron a unos 360 participantes a través de una plataforma en línea y les presentaron un escenario ficticio que debían evaluar. Era el siguiente: un departamento de la universidad estaba estudiando la posibilidad de conceder una bonificación a un asistente, pese a que este no había cumplido un plazo importante a causa de otros compromisos. Cuanto más poderosos se sentían los sujetos, según se desprendía de un cuestionario previo, menos dispuestos se mostraban a pagar la gratificación. 


¿Nos transforma el poder? 


El poder nos permite­ ver el mundo de otra manera»

En un segundo estudio en línea, asignaron a cerca de 400 participantes el papel de supervisores o subordinados. Supuestamente, se habían «ganado» el cargo a partir de su rendimiento en la prueba anterior, pero en realidad los investigadores dejaron que el azar decidiera. A ambos grupos (supervisores y subordinados), se les pidió que evaluaran la actuación de un desconocido. ¿Resultado? Los supervisores recién nombrados querían castigar los errores de esta persona con mayor frecuencia que los participantes que ocupaban posiciones subordinadas. Un tercer experimento llevado a cabo en un laboratorio universitario y en el que se pidió a los estudiantes que juzgaran a una persona subordinada a ellos reveló la misma conclusión."

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