J. L. Ferrer/ 16·04·24
El gobierno de Nepal obligará ahora a llevar una bolsa donde depositar los excrementos hasta el descenso
El Everest es el monte más elevado del planeta, pero en él empieza a surgir otra acumulación cada vez mayor: la que forman los excrementos humanos dejados por la legión de escaladores que cada vez en mayor medida llegan a la cima del mundo. No es la primera vez que los expertos alertan de la magnitud del problema que representa esta masificación humana en un paraje que, hace menos de un siglo, no había sido hollado aún por el hombre.
Es por ello que, a partir de esta misma temporada, los que quieran alcanzar el Everest tendrán que llevar consigo una bolsa especial en la que guardar sus deposiciones y conservarla durante todo el recorrido hasta terminar el descenso. Esta es la decisión que ha tomado el gobierno de Nepal ante la magnitud que está adquiriendo la proliferación, no solo ya de heces, sino de residuos de todo tipo.
Centenares de montañistas llegan al Everest cada temporada. Mientras permanecen en el campamento base, solventan sus necesidades fisiológicas en tiendas de campaña que actúan como letrinas improvisadas, donde unos barriles almacenan las heces. Ahora bien, cuando se deja el campamento base y se inicia el ascenso, deja de haber este tipo de instalaciones y las necesidades fisiológicas se alivian allí donde se puede. De este modo, la cumbre del mundo se está convirtiendo en un auténtico wc a cielo abierto.
Dadas las bajísimas temperaturas que reinan en la zona (pueden darse los 42ºC bajo cero), las heces no se degradan, sino que permanecen casi eternamente en el suelo y sobre las rocas. Hasta tal punto son visibles que cada vez más escaladores dejan constancia de sus quejas por encontrarse excrementos humanos en el camino.
“Recibimos quejas de que se ven heces humanas en las rocas y de que algunos escaladores enferman. Esto es inaceptable y degrada nuestra imagen”, señaló el alcalde del municipio de Pasang Lhamu en declaraciones a BBC.
Según la ONG Sagarmatha Pollution Control Committee (SPCC), hay ya más de tres toneladas de excrementos humanos entre la base del Everest y el campo cuatro.
8.000 bolsas para las heces
Es por ello que el organismo que gestiona las visitas a la montaña ha comprado 8.000 bolsas especiales para guardar las heces. Estos recipientes están provistos de productos químicos que desodorizan el excremento y lo solidifican.
Según cálculos citados por algunas agencias, cada persona genera 250 gramos de heces al día, y hay que tener en cuenta que el último tramo del Everest supone 14 días de ascenso. Es decir, supone 3,5 kilos de carga más que cada escalador deberá llevar a su regreso a la base.
La basura generada en los alrededores del Everest es motivo de creciente polémica, y proliferan las imágenes de latas, envases y demás envoltorios dejados por los expedicionarios en las rutas habitualmente usadas. Incluso un estudio científico alertó recientemente del peligro que supone para el ecosistema la cada vez mayor cantidad de orina que vierten los escaladores en las zonas más frecuentadas (campamentos).
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